Turning the page ─ Kendall H. {INS}

— Eh, no. Está bien, seguramente se quedará con Becca hasta el final, no te preocupes. — Explicó en un tono tranquilo. — Sí, ya voy para allá, estoy saliendo de la fraternidad e iré a buscar el auto, me iré despacio así que quizá tarde un poco más, pero llego en un rato. — Caminaba despacio por el hall de la casa Bithaen mientras sostenía aquella conversación con la dueña de la casa en la que se hospedaba mientras terminaba su suspención. — Okay. Sí, gracias, au revoir! — Concluyó con la llamada, notando entonces que había salido ya de la fraternidad. Suspiró y guardó el teléfono móvil en su bolso el cual tenía ganas de lanzar lejos. Odiaba cargar bolsos, por eso utilizaba pantalón de mezclilla o directamente cargaba una mochila, que era menos molesta.

Una voz masculina en un tono nada pacífico que pronunciaba su apellido rompió con el silencio que había quedado después de terminar la llamada. Bajó la mirada, en un intento de pasar del escocés, sin embargo lo siguiente la descolocó lo suficiente como para reaccionar alzando la vista bruscamente, encontrándose entonces con el rostro de Adam ciertamente enfurecido. — ¿Disculpa? — Sus cejas se levantaron a la par, estaba sorprendida puesto que, ¿no estaba él enojado con ella? ¿Cómo así que 'se van'? — ¿De qué estás hablando, Strummer? — Cuestionó nuevamente deseando no estar justamente ahí.

El ceño de la Nadmean se frunció al escuchar nuevamente aquel 'nos vamos' que encima de todo iba cargado de un tono el cual era nuevo para ella y no le estaba causando gracia alguna. ¿Qué se supone que hiciera? Decir 'oh, está bien, ¿a dónde quieres ir, mi vida?', bullshit. — Le recuerdo que su acompañante en esta velada es la líder Swaney, se está confundiendo vilmente de persona. — Explicó en un tono lleno de diplomacia, como si hablara con un miembro de la docencia del plantel académico en el que se encontraban ahora. — Y he de aclararle que no me causa ni un poco de gracia que me compare con semejante basura, así que abstengase de hacerlo la próxima vez, gracias. — Tomó entonces la falda de su vestido por los costados y la alzó haciendo una reverencia digna de toda pendeja princesita. Dio la media vuelta y se dispuso a marcharse hasta su auto antes de ponerse colérica y terminar clavándole los tacones en los testículos. No sabía a qué quería llegar, a qué juego se supone que estaban jugando. Primero se enojaba y dejaba de hablarle, iba a la gala con su queridísima prometida luego de decirle que el compromiso se estaba por anular y ahora resultaba que estaba a disposición de él cuando se le hincharan las bolas llevársela a la cama. Pues no, así no eran las cosas. Justo en ese instante, la dignidad de la castaña estaba arrastrándose por debajo de las alcantarillas y su ego ya no podía estar más herido.

Creía, por la forma en que se quedaba callado y simplemente la miraba cual imbécil, que por fin la dejaría irse, que no empezaría con su complejo de dueño posesivo, pero se equivocó. — Adam. — Su muñeca fue la primer víctima, el instrumento para hacer que la chica se voltease y pudiese mirarle de frente una vez más para terminar acercándose a él, como siempre, involuntariamente. — Suéltame, Strummer. — Forcejeó ignorando el como repetía nuevamente lo mismo. En definitiva no estaba midiendo su fuerza, y no hacía falta ser muy listo o conocerlo demasiado para saber que estaba muy fuera de sí. Escuchó sus siguientes palabras intentando comprender a lo que iba, lo que quería decirle, ¿de qué mierda estaba hablando? Primero se enojaba con ella y no le hablaba, ahora no podía ir a ningún lado con nadie, ¿qué carajos?

— Estás mal. — Alcanzó a decir antes de la sentencia del Besten y el que sus labios se vieran aprisionados contra los de él. No, no lo besó, no iba a hacerlo, se dedicó a forcejear alejándose tanto como le era posible del rostro de Adam, aún si su fuerza no se comparaba con la de él. — ¡Quítate, mierda! — Exclamó con acidez propinándole tremenda bofetada y una vez que se halló con el rosto volteado lo empujó del pecho para lograr alejarse. Retrocedió un par de pasos, puto vestido que no la dejaba andar a gusto. — No es así, Adam. No se trata de que vengas a decirme que soy tuya me beses y me tire encima tuyo llorando y diciéndote que te extraño, que soy tuya. — Explicó aun impresionada por el golpe que le había dado. — No soy tuya, ¿entiendes? Y no puedes venir luego de mandarme al carajo a decir que no puedo ir a ningún lado con ninguna persona. — Sus palabras tuvieron más sentido del que ella les daba, y entonces entendió. — No tengo nada con nadie, si ese es tu problema. Pero tu sí y no pretendo seguir así. — Concluyó reproduciendo en su cabeza escenas del pasado, comprendiendo sólo un poco lo que él estaba pensando.

Tenía que admitirlo, esta vez se había pasado de la raya. Incluso ella sabía que ese golpe había estado de más y que aunque no quería besarlo debido a lo frustrada que se encontraba, igualmente podía haber evitado el golpe. Pero no lo hizo, y todavía sentía el vibrar de su mano al chocar contra el rostro de Adam. Tragó saliva, ¿por qué no se movía? Que se fuera otra vez contra ella, que se largara pero mierda, quedándose inmóvil no ganaba nada. Los azules no hacían más que concentrarse por completo en el Besten, fijos en este y sus expectativas por que hiciera aunque fuese el más mínimo atisbo de movimiento. Una fugaz mirada fue lo único que le dedicó a la Nadmean antes de darse la vuelta y arremeter contra la pared del edificio Bithaen.

Los ojos de Kendall se abrieron a la par. ¿Qué se estaba creyendo? ¿Hulk? — Adam — Le llamó en un tono alto, acercándose unos cuantos pasos, siendo imposible eliminar la imagen del joven golpeando el muro. ¿Y ahora qué? Se acercó a él tan rápido como pudo, a sabiendas de que el estado en el que se encontraba el escocés no era precisamente el mejor para acortar la distancia tan drásticamente, sin embargo tampoco iba a dejar que se desgraciara la mano a ver cuándo se cansaba, aun si eso posiblemente implicaba que adrede o no, un golpe llegara hasta ella. — ¡Adam! — Volvió a llamarle tomándolo del brazo lastimado, pero intentando no concentrarse en este, seguramente no reaccionaría bien al ver lo que el golpe había hecho. Sus manos, temblorosas a causa del nervio que le causaba todo aquello se aferraron al rostro de él, obligándolo a verla. — Mierda, Adam, mírame. — La angustia en su rostro no era equiparable a ninguna que hubiese sentido antes. — Voy a repetirlo una última vez, ¿está bien? No estoy saliendo con nadie, ¿entiendes? Nadie. No tengo absolutamente nada con él. — Sabía que él comprendería en lo absoluto de qué hablaba, sólo que no creía prudente mencionar su nombre ahora. — ¿Qué mierda te sucede? ¿Por qué te pones así? —

Por la cabeza de Kendall se desarrollaban un sinfín de flashbacks, haciendo un recuento de lo que había sucedido en el pasado hasta ahora. ¿Cómo mierda terminaron así? Había que aceptar que esos dos no congeniaban para nada. Salían de una batalla campal para desatar la tercera guerra mundial y de ahí llevar a cabo un encuentro de proporciones estratosféricas. Los ojos de la Nadmean buscaban la mirada de Adam con sincera preocupación. En ella no cabía una razón suficiente para que se hubiese lanzado a golpear la estúpida pared y desgraciarse la mano. Era ilógico, no tenía sentido. No para ella. Miles de ideas pasaban por su mente, necesitaba ser capaz de comprender el presente sin llegar a la demencia. Estaba harta de tanto pelear, era como si cada instante que intentaban llevarse bien algo fallaba y les gritaba que se odiasen, que no volvieran a intentar estar juntos.

Sus manos se aferraron a él cuando escuchó la primera declaración y de pronto se vio atacada por los ojos del Besten que la encañonaban cual miembro de la piratería en el siglo XVII. En vez de aclararse la mente con las palabras recibidas, simplemente consiguió confundirse al por mayor. Sin embargo algo podía decir al respecto, podía alegar con lo poco que alcanzaba a entender. Algo que no tuvo tiempo de salir a la luz puesto que las siguientes palabras pronunciadas por el joven escocés la descolocaron lo suficiente como para dejarla en blanco por unos instantes. — No sé quién carajos te hizo pensar que iba a irme con él, pero si fueses capaz de fijarte bien a mi alrededor, la única persona presente aquí eres tú. — Hizo una pausa y bajó sus manos hasta el saco de Adam y lo obligó a acercarse. — No seas estúpido, Strummer. — Replicó con odio marcado en sus palabras. — ¿Acaso me crees capaz de eso? De haber estado contigo y luego largarme con cualquiera, ¿ah? — La angustia se había marchado tan rápidamente que ni siquiera ella supo cuándo se abrió paso el coraje. — ¿Tan puta te parezco como para irme a meter con tu mejor amigo sólo porque me mandaste a la mierda? — Sus dientes chocaron, y aunque sus ojos estaban inundados en repentinas gotas salinas, no se permitió dejar que alguna de estas se deslizara por sus mejillas. — Ojalá te hubieras dado cuenta de ello antes de armarte tanta mierda en la cabeza y convertirme en una zorra. — Le empujó para poder salir del espacio que había entre él y la pared, ahora sí todo cobraba sentido, y en ese preciso instante no reconocía a Adam.