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Slow dancing in a burning room » HNR. INS.
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Slow dancing in a burning room » HNR. INS.
21:34pm. Sala Bithaen. Gala.
«It's not a silly little moment, it's not the storm before the calm.
This is the deep and dying breath of this love that we've been working on.»
Pasó una mano por el vestido de encaje rojo que había elegido para esa noche, dejando que su mirada bajara a la tela bajo sus yemas. La copa de champagne pendía de su mano con tranquilidad antes de llevarla a sus labios, dando un sorbo mientras el dulce líquido empapaba las paredes de su garganta, dejando un delicioso escozor. Alzó la mirada, buscando a su escolta de esa noche. Hacía unos minutos que Jethro se había excusado y ella asumió que estaría en el cuarto de caballeros, pero la música seguía arrastrándose por las paredes de la habitación y ella había perdido el sentido del espacio y del tiempo.
Siempre había envidiado a aquellas personas que, al bailar, se olvidaban de todo lo que estaba alrededor. Parejas que con sólo estar en los brazos del otro podían dejar que el mundo rodara, porque todo lo que ellos necesitaban estaba frente a sí. Negó suavemente con la cabeza, dando un sorbo a su bebida cuando supo que sus pensamientos estaban tomando un camino que no iba con ella en lo absoluto. ¿Qué le estaba pasando? ¿De dónde estaba saliendo toda esa melancolía incontrolable? Había acudido a bailes durante toda su adolescencia y juventud; aquellos a los que su padre se veía forzado a asistir, alguna fiesta, las terminaciones escolares; ¿qué hacía de éste algo diferente?
Pero la respuesta nunca llegó. Una canción conocida comenzó a sonar por los altavoces y las luces titilaron, bajando su intensidad hasta que sólo la pista de baile se veía iluminada con el brillo que las mismas parejas balanceándose al ritmo de aquellos suaves acordes le otorgaban. Una sonrisa comenzó a curvar sus labios y bajó la mirada por un segundo, alzándola instantes después para notar una figura conocida entre la semi-oscuridad. Entonces dejó que su boca alcanzara el arco perfecto, porque no podía negarle una sonrisa a él. Nixon.
Última edición por Aimée Bloussard el Mar Abr 30, 2013 11:32 am, editado 1 vez
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Re: Slow dancing in a burning room » HNR. INS.
Su traje, para su fortuna, le dejaba respirar con tranquilidad. No estaba tan etiquetado como muchos y gracias al nulo caso de utilizar corbata a lo largo de su vida, ahora nuevamente había optado en ello. Sí, para él la comodidad era lo primordial si quería soportar toda una noche inmiscuido en lo que significaría la gala del año, así que mejor se preparaba de la mejor forma en vez de entonar una apariencia que para nada iba con él. ¿No era aquello normal? ¿Figurar diferente frente a los demás con el fin de destacar? Quizás dependía del tipo de persona, pero si nos referimos a él podemos destacar lo contrario. Su vista panorámica no ofrecía nada diferente, ya los exclusivos invitados habían invadido cada rincón del salón de las Bithaen y dudaba totalmente que alguien faltase por llegar a esa hora. Ningún afortunado podía ser capaz de desaprovechar semejante evento, ¿...No?
Guardó sus manos dentro de sus bolsillos luego de acabarse la ¿segunda? copa de champagne, se había medido en beber demasiado y esperaba que así continuase en el resto de la velada. A pesar de lo mucho que pensaba evitarlo, se alejó de Emma unos instantes largos ya que invitó a que la fémina se encargase de compartir con facilidad con sus amistades, muchas que no compartían el buen afín con el rubio y que, por supuesto, preferían también alejarse del Besten como él lo hacía ahora. No iba a comenzar una riña con River esta vez, bastaba ya haberse golpeado lo suficiente aquella noche en el bar y pensaba no repetirlo, al menos por ahora. No tenía la intención que esta vez le sacasen a patadas de las dependencias de las moradas.
Las luces era intermitentes, todo dependía de la música particular que el DJ pensase en ambientar, y aquella vez había bajado lo suficiente como para obligar a las parejas a reunirse en un unísono taconeo sobre la cerámica radiante y limpia. Alzó la vista y la cabellera roja interceptó ante cualquier otra atención que pudiese brindarle el ambiente, respondió al gesto con una amplia sonrisa también y acortó la distancia hacia la muchacha con zancadas lentas pero concisas. —Dije que te encontraría aquí. —articuló luego de un lapso de silencio que no pudo evitar presenciar, su mirada primero prefirió rodar de arriba hacia abajo en la figura femenina, a pesar que quisiese ocultar el interés que llevaba en notar cuan bien le quedaba ese rojizo vestido lleno de encajes abstractos.
Guardó sus manos dentro de sus bolsillos luego de acabarse la ¿segunda? copa de champagne, se había medido en beber demasiado y esperaba que así continuase en el resto de la velada. A pesar de lo mucho que pensaba evitarlo, se alejó de Emma unos instantes largos ya que invitó a que la fémina se encargase de compartir con facilidad con sus amistades, muchas que no compartían el buen afín con el rubio y que, por supuesto, preferían también alejarse del Besten como él lo hacía ahora. No iba a comenzar una riña con River esta vez, bastaba ya haberse golpeado lo suficiente aquella noche en el bar y pensaba no repetirlo, al menos por ahora. No tenía la intención que esta vez le sacasen a patadas de las dependencias de las moradas.
Las luces era intermitentes, todo dependía de la música particular que el DJ pensase en ambientar, y aquella vez había bajado lo suficiente como para obligar a las parejas a reunirse en un unísono taconeo sobre la cerámica radiante y limpia. Alzó la vista y la cabellera roja interceptó ante cualquier otra atención que pudiese brindarle el ambiente, respondió al gesto con una amplia sonrisa también y acortó la distancia hacia la muchacha con zancadas lentas pero concisas. —Dije que te encontraría aquí. —articuló luego de un lapso de silencio que no pudo evitar presenciar, su mirada primero prefirió rodar de arriba hacia abajo en la figura femenina, a pesar que quisiese ocultar el interés que llevaba en notar cuan bien le quedaba ese rojizo vestido lleno de encajes abstractos.
H. Nixon Redexmort• Sublíder Besten • - × Edad : 38
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Re: Slow dancing in a burning room » HNR. INS.
Observó cómo su mejor amigo avanzaba hacia ella con esa cadencia tan particular y su sonrisa no flaqueó en ningún momento. No fue como si se encontrara en una película; mientras Nixon avanzaba podía ver a las parejas a punto de chocar con él, pero no lo hacían. Nada en ese momento era perfecto, pero en su mundana expresión alcanzaba el toque etéreo que ella buscaba y él, sin saberlo, aportaba. Escuchó sus palabras, frunciendo los labios para simplemente asentir. —Hombre de palabra. No volveré a dudar de ti —comentó con suavidad, bajando la mirada cuando sintió la de él acariciar cada centímetro de su cuerpo. Tragó en seco con la sonrisa aun curvando su boca para eliminar el estremecimiento que recorrió su piel y finalmente posó una mano en su rostro, acercándose a él para posar los labios en su mejilla, cerrando los ojos durante el contacto. Al separarse, acarició su rostro con ligereza, tomando su mano con una ceja enarcada.
—Me gusta cómo luces vestido así. Aunque honestamente pensé que traerías un moño perfectamente anudado en tu cuello o una corbata del color del vestido de Emma —sonrió levemente, dejando que la burla curvara su voz en aquél tono que tanto le gustaba usar con él. —¿Y dónde esta tu fabulosa acompañante, por cierto? —preguntó, más por obligación que por verdadero interés. La relación con Nixon jamás había sido definida; un día habían dormido juntos, al siguiente eran simples conocidos, después empezaron a salir para convertirse en amigos, confidentes, protectores mutuos... y así hasta llegar a ese momento. Pero luego había otras ocasiones en que parecían querer repetir aquella noche en que se habían conocido por completo. Había ocasiones en las que Aimée no podía evitar sonreír con coquetería o depositar un suave beso en la comisura de sus labios para recordarle todo lo que había llegado a pasar entre ellos; y aunque el tema de Emma jamás había sido explicado del todo, ella estaba segura de que sus celos no pasaban desapercibidos. Así como el desinterés por parte de Nixon para con Moreau no engañaba a nadie. Pero no era algo que aceptaran tan sencillamente.
Su mirada volvió a perderse en la pista de baile cuando la canción alcanzó el estribillo y no pudo más que suspirar, mirando a su mejor amigo. —Me parece que me prometiste un baile, ¿no es así? ¿Será que me puedo cobrar esa promesa en este momento?
—Me gusta cómo luces vestido así. Aunque honestamente pensé que traerías un moño perfectamente anudado en tu cuello o una corbata del color del vestido de Emma —sonrió levemente, dejando que la burla curvara su voz en aquél tono que tanto le gustaba usar con él. —¿Y dónde esta tu fabulosa acompañante, por cierto? —preguntó, más por obligación que por verdadero interés. La relación con Nixon jamás había sido definida; un día habían dormido juntos, al siguiente eran simples conocidos, después empezaron a salir para convertirse en amigos, confidentes, protectores mutuos... y así hasta llegar a ese momento. Pero luego había otras ocasiones en que parecían querer repetir aquella noche en que se habían conocido por completo. Había ocasiones en las que Aimée no podía evitar sonreír con coquetería o depositar un suave beso en la comisura de sus labios para recordarle todo lo que había llegado a pasar entre ellos; y aunque el tema de Emma jamás había sido explicado del todo, ella estaba segura de que sus celos no pasaban desapercibidos. Así como el desinterés por parte de Nixon para con Moreau no engañaba a nadie. Pero no era algo que aceptaran tan sencillamente.
Su mirada volvió a perderse en la pista de baile cuando la canción alcanzó el estribillo y no pudo más que suspirar, mirando a su mejor amigo. —Me parece que me prometiste un baile, ¿no es así? ¿Será que me puedo cobrar esa promesa en este momento?
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Re: Slow dancing in a burning room » HNR. INS.
La cabellera cobriza que se desencadenaba como cascada por sobre el hombro derecho de la fémina parecía ser una sola pieza perfecta en lo que restaba con su vestimenta en general. Se había tomado el tiempo de verla lucir ese atuendo que le parecía tan diferente al del resto, pero muy acomodado a lo que era Aimée particularmente, sin embargo, no iba a dejar de sorprenderle sólo por eso. Porque podía verla de manera diferente a pesar de que en un pasado hayan concluido mutuamente que lo suyo era sólo ser amigos. Acuerdo mutuo que se negaron a aflojar. No, no iba a negar cuan bella podía verse aquella noche, y no sólo allí, sino siempre; pero ahora particularmente era una fachada que podía bien asegurar que era presa de más miradas con las que podía contar en un día a día. Dejó que la sonrisa dibujada en su rostro permaneciera en lo que continuaba. Correspondió el saludo y apoyó su palma en la delgada unión que había desde la tela del vestido hasta la suave piel —que tanto conocía y recordaba— de la Swaney mientras era depositado el beso en su mejilla.
—Lo pensé, créeme. —no, en realidad ni siquiera pasó por su cabeza optar por una combinación de trajes con Emma, nunca lo habían hecho y a ninguno de los dos le agradaba en demasía, si eran sinceros. —Pero las corbatas no son lo mío, para nada. Si hubiera traído una me la hubiera sacado a penas al entrar. No las soporto. —declaró llevando su izquierda a su cabello y deslizándola hacia atrás, acomodando hebras que ni siquiera se encontraban desordenadas. De sólo pensarlo le venía una incomodidad tremenda, muchísimas veces había tenido que lidiar de un modo obligado ante las etiquetas sin cabida a reclamos u objeciones. —¿Qué hay de ti? ¿Me dices que Jethro sí se acomodó a tu vestido a la hora de venir? Ya me lo imagino con una corbata con encajes. —rió haciendo alusión al comentario previamente tratado por la mujer. Se acercó a uno de los chicos que traían bandejas con diferentes licores y retiró dos copas. —¿Martini? —le ofreció divertido, retomando la conversación.
—Está con sus amigos, no le permitiría que estuviese conmigo todo el tiempo y los descuide. —añadió dándole una bocada mínima al licor. Iba a hacer una pregunta parecida, quizás, pero la realidad era que a Nixon le costaba interesarse por asuntos así, más bien, se negaba a tener información que más adelante le podría dar dolores de cabeza. No, no diría si le incomodaba, sería reconocer asuntos que para él no valían la pena y que si estaban plantados debía suprimirlos, por lo que calló sin tener que resultar molesto o inquietante.
—Si que tienes buena memoria, ¿No es así? —Dejó el trago sobre la mesa más cercana, arrebatando también el que la fémina tenía en su diestra para así entonces, cumplir la segunda promesa. —Creo que recuerdo como bailar. —bromeó, sujetando la palma libre de Aimée y llevándola a la pista de baile que ésta tanto observaba.
—Lo pensé, créeme. —no, en realidad ni siquiera pasó por su cabeza optar por una combinación de trajes con Emma, nunca lo habían hecho y a ninguno de los dos le agradaba en demasía, si eran sinceros. —Pero las corbatas no son lo mío, para nada. Si hubiera traído una me la hubiera sacado a penas al entrar. No las soporto. —declaró llevando su izquierda a su cabello y deslizándola hacia atrás, acomodando hebras que ni siquiera se encontraban desordenadas. De sólo pensarlo le venía una incomodidad tremenda, muchísimas veces había tenido que lidiar de un modo obligado ante las etiquetas sin cabida a reclamos u objeciones. —¿Qué hay de ti? ¿Me dices que Jethro sí se acomodó a tu vestido a la hora de venir? Ya me lo imagino con una corbata con encajes. —rió haciendo alusión al comentario previamente tratado por la mujer. Se acercó a uno de los chicos que traían bandejas con diferentes licores y retiró dos copas. —¿Martini? —le ofreció divertido, retomando la conversación.
—Está con sus amigos, no le permitiría que estuviese conmigo todo el tiempo y los descuide. —añadió dándole una bocada mínima al licor. Iba a hacer una pregunta parecida, quizás, pero la realidad era que a Nixon le costaba interesarse por asuntos así, más bien, se negaba a tener información que más adelante le podría dar dolores de cabeza. No, no diría si le incomodaba, sería reconocer asuntos que para él no valían la pena y que si estaban plantados debía suprimirlos, por lo que calló sin tener que resultar molesto o inquietante.
—Si que tienes buena memoria, ¿No es así? —Dejó el trago sobre la mesa más cercana, arrebatando también el que la fémina tenía en su diestra para así entonces, cumplir la segunda promesa. —Creo que recuerdo como bailar. —bromeó, sujetando la palma libre de Aimée y llevándola a la pista de baile que ésta tanto observaba.
H. Nixon Redexmort• Sublíder Besten • - × Edad : 38
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Re: Slow dancing in a burning room » HNR. INS.
Sus ojos se cerraron prácticamente por inercia cuando sintió los dedos de Nixon rozar su cintura por encima de la tela. La sonrisa que previamente curvaba sus labios se desfiguró en una boca entreabierta, buscando la respiración que el simple roce de piel le proveía; pero por supuesto que no lo demostró. Cuando Nixon se separó respondiendo a su sonrisa y su comentario, ella parpadeó como si nada; como si la mirada recorriendo su cuerpo no hubiera encendido su piel; como si la simple cercanía no fuera suficiente para acelerar su corazón y llevar la sangre a sus mejillas, enrojeciéndolas levemente. Porque a eso estaba acostumbrada, a omitir la obvia atracción que sentían el uno por el otro. Atracción que había sido el génesis de esa singular relación que mantenían.
—Pudiste haber hecho una excepción por Emma, ¿sabes? —pero me alegro de que no lo hayas hecho, completó en su mente. Rió suavemente ante el resto de sus palabras, negando con la cabeza antes de bajarla delicadamente, escuchando a su pregunta. Alzó ambas cejas, volviendo a soltar una risa corta que hacía alarde a la burla implementada por él en un principio. —¿Corbata de encajes? Por favor, todo su traje es de encaje rojo, teníamos que venir perfectamente combinados. Si soy honesta, se ve mucho, mucho mejor que yo; me opaca por completo —contestó con la sonrisa escurriéndose por sus palabras conforme pasaban los segundos y la música aumentaba. Notó cómo Nixon detenía al chico distribuyendo las bebidas, tomando una para ella sin escuchar la respuesta a su pregunta. Se encogió de hombros y simplemente aceptó, dando un corto trago. No quería propasarse con el alcohol esa noche. Llevaba dos copas de champagne y ese sería su segundo martini. Suficiente. —Gracias —murmuró, dejando que el cristal acariciara las yemas de sus dedos mientras el ardor del alcohol inundaba las paredes de su garganta al dar un trago.
Aunque por supuesto, esta apenas sí tuvo protagonismo, porque enseguida fue depositada en la mesita de a lado, siendo Aimée llevada a la pista de baile. Ladeó el rostro cuando escuchó su declaración, riendo encantada mientras giraba sobre sus zapatillas para quedar de frente a él, posicionando una mano en su hombro, mientras su diestra permanecía adjunta a la de su acompañante. La cercanía era abrumadora (adictiva); podía sentir su respiración mezclarse con la de Nixon, y gracias a los absurdos tacones color carne que estaba usando, podía alcanzar una altura decente a comparación del australiano. Su nariz estaba a la altura perfecta de su mentón, mientras que sus ojos rozaban los labios de su mejor amigo. Lo miró por unos segundos, balanceándose levemente en la pista de baile. —Parece que no has perdido la práctica —comentó, dedicándole una pequeña sonrisa antes de recargar la mejilla en su hombro, sintiendo la punta de su nariz rozar el cuello despejado de Nixon. Impregnándose de su aroma y de él.
—Pudiste haber hecho una excepción por Emma, ¿sabes? —pero me alegro de que no lo hayas hecho, completó en su mente. Rió suavemente ante el resto de sus palabras, negando con la cabeza antes de bajarla delicadamente, escuchando a su pregunta. Alzó ambas cejas, volviendo a soltar una risa corta que hacía alarde a la burla implementada por él en un principio. —¿Corbata de encajes? Por favor, todo su traje es de encaje rojo, teníamos que venir perfectamente combinados. Si soy honesta, se ve mucho, mucho mejor que yo; me opaca por completo —contestó con la sonrisa escurriéndose por sus palabras conforme pasaban los segundos y la música aumentaba. Notó cómo Nixon detenía al chico distribuyendo las bebidas, tomando una para ella sin escuchar la respuesta a su pregunta. Se encogió de hombros y simplemente aceptó, dando un corto trago. No quería propasarse con el alcohol esa noche. Llevaba dos copas de champagne y ese sería su segundo martini. Suficiente. —Gracias —murmuró, dejando que el cristal acariciara las yemas de sus dedos mientras el ardor del alcohol inundaba las paredes de su garganta al dar un trago.
Aunque por supuesto, esta apenas sí tuvo protagonismo, porque enseguida fue depositada en la mesita de a lado, siendo Aimée llevada a la pista de baile. Ladeó el rostro cuando escuchó su declaración, riendo encantada mientras giraba sobre sus zapatillas para quedar de frente a él, posicionando una mano en su hombro, mientras su diestra permanecía adjunta a la de su acompañante. La cercanía era abrumadora (adictiva); podía sentir su respiración mezclarse con la de Nixon, y gracias a los absurdos tacones color carne que estaba usando, podía alcanzar una altura decente a comparación del australiano. Su nariz estaba a la altura perfecta de su mentón, mientras que sus ojos rozaban los labios de su mejor amigo. Lo miró por unos segundos, balanceándose levemente en la pista de baile. —Parece que no has perdido la práctica —comentó, dedicándole una pequeña sonrisa antes de recargar la mejilla en su hombro, sintiendo la punta de su nariz rozar el cuello despejado de Nixon. Impregnándose de su aroma y de él.
Invitado- Invitado
Re: Slow dancing in a burning room » HNR. INS.
No, no iban a estar jamás siquiera un minuto serio. Obviando, claramente, aquellas pequeñas y sutiles discusiones de las que eran prisioneros. Siguió el compás de la música con cierta lentitud y de a poco se soltó un tanto más. No sabía bien el por qué, quizás era el hecho de no haber bailado nunca antes con Aimée, si bien su amistad tenía un trayecto no demasiado extenso, era importante y en contadas ocasiones habían tenido la oportunidad de encontrarse en un baile como ese u otro tipo. No le faltaba confianza para tomarla y darla vueltas por el escenario, pero era preciso tener un mínimo de sigilo; después de todo sabía que la cobriza era aun más adepta que él a ese tipo de situaciones formales, por mucho que le pese como un costal de arena sobre sus hombros que ella sea mejor en algo, debía admitirlo.
—Oh, dios. —lanzó una carcajada inevitable en medio del mismo baile, recordando el comentario anterior que había pasado sin pena ni gloria hasta ese momento —Hiciste que me imaginara a Jethro con encajes, eso no fue nada lindo.—discutió con gracia, habiendo interrumpido el espacio de baile sin siquiera reprimirse. No se disculpó, porque no lo vio necesario y a penas podía ocultar la risa que aun contenía debido a la situación. Respiró profundo, retomando la postura de baile que tenía con la mujer sujetándola con más fuerza desde su cintura, pero sin perder la suavidad, por su puesto, no es que se volviese brusco. Sintió fácilmente la respiración de la fémina caer sobre su cuello, no habían estado nunca tan cerca el uno del otro desde aquella vez que ambos recordaban perfectamente. La altura de la fémina para la fortuna de ambos había ascendido considerablemente gracias a la ayuda de sus tacones, milagro femenino. Aunque no es que le importase tener que combatir contra la diferencia de estatura en cualquier momento, de todos modos ya estaba acostumbrado.
La música acariciaba fácil para ser seguida por ambos individuos en uno de los extremos de la pista de baile. Porque por supuesto no se iban a dedicar a ser los protagonistas del acto. —No puedo decir lo mismo, creo que tú si has perdido la práctica. —alzó una ceja y la miró con desapruebo, para enseguida negar con la cabeza. Se guardó las risas, aunque se tratase de una obvia broma, Aimée bailaba como ninguna otra. Volvió a acercarse a ella y, en serio intentó controlarse, pero la instancia le obligaba totalmente. Le pisó el pie y se excusó con total sorpresa. —Oh, ¡Lo siento! —iba a intentar excusarse, pero eso ya le resultaba demasiado descarado. No tardó en borrar la expresión ingenua para reír.
—Oh, dios. —lanzó una carcajada inevitable en medio del mismo baile, recordando el comentario anterior que había pasado sin pena ni gloria hasta ese momento —Hiciste que me imaginara a Jethro con encajes, eso no fue nada lindo.—discutió con gracia, habiendo interrumpido el espacio de baile sin siquiera reprimirse. No se disculpó, porque no lo vio necesario y a penas podía ocultar la risa que aun contenía debido a la situación. Respiró profundo, retomando la postura de baile que tenía con la mujer sujetándola con más fuerza desde su cintura, pero sin perder la suavidad, por su puesto, no es que se volviese brusco. Sintió fácilmente la respiración de la fémina caer sobre su cuello, no habían estado nunca tan cerca el uno del otro desde aquella vez que ambos recordaban perfectamente. La altura de la fémina para la fortuna de ambos había ascendido considerablemente gracias a la ayuda de sus tacones, milagro femenino. Aunque no es que le importase tener que combatir contra la diferencia de estatura en cualquier momento, de todos modos ya estaba acostumbrado.
La música acariciaba fácil para ser seguida por ambos individuos en uno de los extremos de la pista de baile. Porque por supuesto no se iban a dedicar a ser los protagonistas del acto. —No puedo decir lo mismo, creo que tú si has perdido la práctica. —alzó una ceja y la miró con desapruebo, para enseguida negar con la cabeza. Se guardó las risas, aunque se tratase de una obvia broma, Aimée bailaba como ninguna otra. Volvió a acercarse a ella y, en serio intentó controlarse, pero la instancia le obligaba totalmente. Le pisó el pie y se excusó con total sorpresa. —Oh, ¡Lo siento! —iba a intentar excusarse, pero eso ya le resultaba demasiado descarado. No tardó en borrar la expresión ingenua para reír.
H. Nixon Redexmort• Sublíder Besten • - × Edad : 38
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Re: Slow dancing in a burning room » HNR. INS.
Bailar era una de las cosas más sencillas que existían en la vida. Era cuestión de moverse con tranquilidad en una cuadrícula y esperar a que el hombre se decidiera a hacerte girar de vez en cuando antes de regresar a sus brazos. Era una de las actividades que más disfrutaba y de la que había tenido una perfecta enseñanza gracias a su padre y el gusto que tenía por bailar con ella en las galas de la empresa cuando era una adolescente aún. Así que mientras Nixon batallaba por llevar el ritmo los primeros minutos, ella permaneció en su agarre con tranquilidad, moviéndose en los momentos necesarios al ritmo de la música.
Cerró los ojos por unos segundos con la barbilla recargada en su hombro, sintiendo el vaivén adormecerla poco a poco, pero cuando menos se lo esperó él soltó una sonora carcajada y no pudo más que sobresaltarse, separándose para mirarlo mientras hablaba. Cuando escuchó la razón de aquél gesto empezó a reír también, sólo que de manera más sosegada. Sonrió levemente y negó con la cabeza. —Lo que imagines o dejes de imaginar con Jethro ya no me involucra a mí, Nix —contestó entre risas, volviendo a la posición anterior después de dar una vuelta. Frunció levemente el ceño cuando escuchó la burla implícita en sus palabras y no pudo más que rodar los ojos. —Lo dice el chico que apenas sí puede moverse... —y como si hubieran estado sincronizados, en ese momento le sintió pisarla y se separó, golpeando su brazo con fuerza (o lo que para ella era fuerza, al menos). —¡Idiota! —susurró, riendo al ver su rostro esforzándose por no hacer lo mismo. Los temblores en su cuerpo a causa de lo mismo no tardaron en hacerse notar y entre risas volvió a unirse a él, cesando de inmediato cuando vio a la ex-pareja de su mejor amigo a la distancia, buscándolo. Parecía que su ronda de señorita popularidad había terminado (al igual que la canción).
Tragó en seco y se separó de él, sonriendo ampliamente antes de besar su mejilla. —Eres el peor bailarín que conozco, Nixon —susurró en su oído, dando una palmada en su pecho antes de reír, dando un paso atrás—. Creo que Emma te busco. Yo iré a ver dónde esta mi pareja, el chico de la corbata de encajes.
Cerró los ojos por unos segundos con la barbilla recargada en su hombro, sintiendo el vaivén adormecerla poco a poco, pero cuando menos se lo esperó él soltó una sonora carcajada y no pudo más que sobresaltarse, separándose para mirarlo mientras hablaba. Cuando escuchó la razón de aquél gesto empezó a reír también, sólo que de manera más sosegada. Sonrió levemente y negó con la cabeza. —Lo que imagines o dejes de imaginar con Jethro ya no me involucra a mí, Nix —contestó entre risas, volviendo a la posición anterior después de dar una vuelta. Frunció levemente el ceño cuando escuchó la burla implícita en sus palabras y no pudo más que rodar los ojos. —Lo dice el chico que apenas sí puede moverse... —y como si hubieran estado sincronizados, en ese momento le sintió pisarla y se separó, golpeando su brazo con fuerza (o lo que para ella era fuerza, al menos). —¡Idiota! —susurró, riendo al ver su rostro esforzándose por no hacer lo mismo. Los temblores en su cuerpo a causa de lo mismo no tardaron en hacerse notar y entre risas volvió a unirse a él, cesando de inmediato cuando vio a la ex-pareja de su mejor amigo a la distancia, buscándolo. Parecía que su ronda de señorita popularidad había terminado (al igual que la canción).
Tragó en seco y se separó de él, sonriendo ampliamente antes de besar su mejilla. —Eres el peor bailarín que conozco, Nixon —susurró en su oído, dando una palmada en su pecho antes de reír, dando un paso atrás—. Creo que Emma te busco. Yo iré a ver dónde esta mi pareja, el chico de la corbata de encajes.
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Re: Slow dancing in a burning room » HNR. INS.
La reacción de Aimée ante el golpe fue exactamente lo que esperaba y se sintió inclusive glorioso ante semejante acto. Rió, sin duda alguna, y se reincorporó luego de que ella haya decidido golpearle lanzando bufidos, los cuales inmediatamente se vieron oscilados a risas que ambos compartieron. Quizás lamentaba no ser tan sofisticado como la pelirroja —en realidad no lo hacía— pero siempre resultaría divertido tomar ciertos aspectos y voltearlos para darles una mirada diferente. Sus orbes viajaron al igual que los femeninos cuando ésta se encontró con la figura de Emma desocupada en algún rincón del salón. Nixon suspiró apesadumbrado y regresó su vista con una sonrisa amplia. Al parecer su encuentro en aquella noche quedaba hasta allí.
—El peor bailarín, pero te aseguro que con el que más te has divertido esta noche. —le guió el ojo con gracia, para enseguida, en un teatral acto de despedida, tomar su mano y besarla con suavidad. —Ha sido un placer bailar con la sublíder Swaney. —rió entre dientes. —Ah, qué va. —Se irguió para acercarse a la fémina, tras el paso atrás que ella había dado, y darle un largo abrazo. No, los actos exagerados —por más que le resultasen sumamente jocosos— no eran lo suyo y prefería en ese momento mostrarse tal cual era, que ese traje desaliñado que traía encima no le iba a perturbar, por supuesto. —Cuídate, pequeña gigante. —finalizó en un susurro y depositó un beso en su frente antes de marcharse, con un ademán de despedida alzando la diestra a la altura de su pecho y agitándola.
—El peor bailarín, pero te aseguro que con el que más te has divertido esta noche. —le guió el ojo con gracia, para enseguida, en un teatral acto de despedida, tomar su mano y besarla con suavidad. —Ha sido un placer bailar con la sublíder Swaney. —rió entre dientes. —Ah, qué va. —Se irguió para acercarse a la fémina, tras el paso atrás que ella había dado, y darle un largo abrazo. No, los actos exagerados —por más que le resultasen sumamente jocosos— no eran lo suyo y prefería en ese momento mostrarse tal cual era, que ese traje desaliñado que traía encima no le iba a perturbar, por supuesto. —Cuídate, pequeña gigante. —finalizó en un susurro y depositó un beso en su frente antes de marcharse, con un ademán de despedida alzando la diestra a la altura de su pecho y agitándola.
H. Nixon Redexmort• Sublíder Besten • - × Edad : 38
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Re: Slow dancing in a burning room » HNR. INS.
Notó como Nixon giraba para buscar a Emma, y Aimée bajó la mirada, separándose levemente para darle su espacio y que pudiera alejar; pero aun entre sus brazos pudo notar cierta tensión alojándose en su mejor amigo ante su expareja. Tal vez no quería que la chica notara el momento que estaba compartiendo con la pelirroja, tal vez sólo quería ahorrarse problemas, no sabía qué esperar viniendo de la relación entre esos dos. Las palabras comenzaron a estancarse en su garganta: «no vayas con ella, quédate aquí», «¿realmente tienes que ir si no quieres, Nix?» «un baile más... anda, ambos sabemos que quieres»; pero eso no era parte del trato y cuando aquella disfuncional amistad floreció entre ambos, los celos no venían incluidos. Así que escuchó sus palabras, asintió con una sonrisa fingida y lo miró por debajo de las pestañas cuando sus labios rozaron el dorso de su mano. Aprovechó para acariciar su mejilla con el pulgar, riendo ante aquella despedida tan formal.
—Ha sido todo un placer bailar con el icono Besten —rió también, envolviendo los brazos en su cuello cuando lo sintió acercarse para fundirse en un abrazo. Cerró los ojos, impregnándose de su aroma una última vez antes de verlo partir. —Tú también, cariño—. Sonrió ante sus palabras y el beso en su frente, finalmente abriendo los ojos para despedirse con la mano también, viendo como el chico se reunía con su cita de esa noche. Suspiró y salió de la pista de baile, interceptando a uno de los chicos que repartía copas de champagne para tomar una más y regresar a los costados del salón, esperando por Jethro.
—Ha sido todo un placer bailar con el icono Besten —rió también, envolviendo los brazos en su cuello cuando lo sintió acercarse para fundirse en un abrazo. Cerró los ojos, impregnándose de su aroma una última vez antes de verlo partir. —Tú también, cariño—. Sonrió ante sus palabras y el beso en su frente, finalmente abriendo los ojos para despedirse con la mano también, viendo como el chico se reunía con su cita de esa noche. Suspiró y salió de la pista de baile, interceptando a uno de los chicos que repartía copas de champagne para tomar una más y regresar a los costados del salón, esperando por Jethro.
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