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—stay the night cause we're runnin' out of time || Mr. Hitchcock || INS
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—stay the night cause we're runnin' out of time || Mr. Hitchcock || INS
Sala Bithaen || Gala || 00:40hrs.
Bajó la mirada y junto a ello el vaso ahora vacío adquirido hacía unos cuantos minutos atrás. No recordaba cuánto ya había bebido, pero esperaba —o más bien, deseaba— que no fuera mucho. Reposó su diestra sutilmente sobre su abdomen, acariciando a penas con la yema de sus dedos la suave tela que recubría su vestido, sólo para adoptar una posición cómoda mientras se mantenía de pie entre un de los cuantos mesones que hacían la función de reorganizar las copas y aperitivos que en constante movimiento eran traídos por los respectivos meseros. Mordió una de las paredes interiores de su boca y con lentitud batió sus pestañas para así regresar a tender un barrido de visualización hacia el público que había asistido al evento, el cuál se había dispersado un tanto luego de haber sido espectador de la galardonada de premios.
Frunció el ceño abrumada. Había tolerado prácticamente cinco horas dentro de la gala con nulas interacciones entre el público más que alguno que otro acordado comentario que le llevó a compartir un par de tragos y risas, pero nada más allá que pudiese catalogar como significativo. Ya sabía que Const no estaba invitada y que su presencia allí era imposible, pero Aaron, quien le había prometido arrebatarla de la soledad aunque fuese por unos minutos decidió de pronto no ir y, si bien podía tener razones que le avalen, ella las desconocía por completo. Allí estaba la rubia, introducida en un ambiente del cuál se sentía totalmente ajena y, para peor, ostentando un ridículo vestido, nada magnífico. Lo único que le hacía sentirse cómoda con la prenda era el hecho de haber gastado tanto dinero en ésta y poder al menos usarla, no dejarla tendida en el ropero llenándose de polvo y siendo destrozada por las polillas.
En su vista a los hechos, Déborah ya no tenía nada más que hacer allí. Si tenía piedad consigo misma, mejor era marcharse y dejar que el resto del champagne y whisky fuese bebido por alguien más en vez de ella, ya que no daba tregua a ningún ofrecimiento por parte de los que tan bien atendían a sus invitados. Con sutileza regresó su diestra hacia el mesón para retirar su pequeña cartera. Agradecía la invitación de Séverine, pero el ser una invitada de relleno iba a finalizar en los próximos minutos.
Déborah P. Faulkner• Miembro Nadmean • - × Edad : 37
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× Fecha de inscripción : 18/03/2013
Re: —stay the night cause we're runnin' out of time || Mr. Hitchcock || INS
Gaspard era uno más de los que se encontraba aplaudiendo entre la multitud por aquéllos que iban subiendo a recibir sus premios, otorgados por las bellas estudiantes de la fraternidad dueña de casa y que, sin duda, se los merecían. Ahora y por otro lado la noche en general estaba pasando muy fluidamente para todos, por desgracia, Gaspard tuvo una baja en su acompañante, ya que tras un rato de estar inmersos en la fiesta, la mujer recibió una llamada de un compromiso que había olvidado completamente su existencia, por culpa del decano, claro estaba. La mujer, temerosa de la reacción del británico, le explicó brevemente pero él ni siquiera se tomó la molestia de fingir un enojo, sólo le dejó un beso en la mejilla y le preguntó si quería que la llevara en lugar de esperar un taxi o no. ¿Qué? Estaba siendo caballero después de todo. Ya después de la entrega de premios, el realmente no tenía ninguna obligación que lo amarara a la velada.
Pero la mujer le explicó que ya había alguien en camino para trasladarla, así que decidieron despedirse desde ya y él acompañarla afuera de la fraternidad para esperar el auto. Después de todo, la hora hacía que la temperatura hubiese bajado y la mujer estaba usando como abrigo el saco de Gaspard. No hablaron mucho, más bien la mujer reía de las ocurrencias de Gaspard y de vez en cuando conversaban de temas más importantes hasta que llegó el auto que la mujer reconoció como el que la buscaría. Se subió en el auto escoltada por Hitchcock y le regresó el saco, agradeciéndole por la velada y luego marchando.
En solitario, el neurólogo vio la hora en su reloj de muñeca, no faltaba mucho para dar las una de la madrugada pero ni así se veía que la masa de gente disminuyera, sólo un sector estaba más vacío pero la presencia de gente seguía en potencia como para decir que ésto era "Lo que quedaba de la gala Bithaen". Se colocó de vuelta el saco y se lo acomodó mientras caminaba de vuelta al salón. En el camino pudo toparse con algunas alumnas y alumnos que lo saludaron y desearon una buena noche, mientras él hacía lo mismo y deseándole unas buenas vacaciones. Así era, el periodo escolar, con esta festividad, ya se daba por concluida, tenía que pensar qué haría con esos meses de libertad que le daban, aunque él por ser decano tenía menos vacaciones que los alumnos en general. Cuando regresó al salón principal y lo vio desde la entrada, pudo denotar a alguien que no había visto en toda la noche, y ahí mismo se cuestionó cómo había sido posible. Déborah caminaba hacia él con la mirada algo baja, probablemente pendiente de sus zapatos, y realmente no caminaba a por él sino que hacia la salida. Gaspard sonrió y se movió de su estado estático, justo en la dirección opuesta a ella para interpectarla. Por lo mismo, ella no lo vio y chocaron suavemente, cosa que era el plan de Hitchcock pero que fingió sorpresa por él.— Oh, mis disculpas, no... —pero cuando se vieron por fin al rostro, se detuvo y sonrió.— ¡Déborah! No esperé verte aquí, no me digas que ya te vas —aseveró con un suave tono de ironía, pues habían chocado muy cerca de la entrada como para no deducir por motivos obvios que así era.
Pero la mujer le explicó que ya había alguien en camino para trasladarla, así que decidieron despedirse desde ya y él acompañarla afuera de la fraternidad para esperar el auto. Después de todo, la hora hacía que la temperatura hubiese bajado y la mujer estaba usando como abrigo el saco de Gaspard. No hablaron mucho, más bien la mujer reía de las ocurrencias de Gaspard y de vez en cuando conversaban de temas más importantes hasta que llegó el auto que la mujer reconoció como el que la buscaría. Se subió en el auto escoltada por Hitchcock y le regresó el saco, agradeciéndole por la velada y luego marchando.
En solitario, el neurólogo vio la hora en su reloj de muñeca, no faltaba mucho para dar las una de la madrugada pero ni así se veía que la masa de gente disminuyera, sólo un sector estaba más vacío pero la presencia de gente seguía en potencia como para decir que ésto era "Lo que quedaba de la gala Bithaen". Se colocó de vuelta el saco y se lo acomodó mientras caminaba de vuelta al salón. En el camino pudo toparse con algunas alumnas y alumnos que lo saludaron y desearon una buena noche, mientras él hacía lo mismo y deseándole unas buenas vacaciones. Así era, el periodo escolar, con esta festividad, ya se daba por concluida, tenía que pensar qué haría con esos meses de libertad que le daban, aunque él por ser decano tenía menos vacaciones que los alumnos en general. Cuando regresó al salón principal y lo vio desde la entrada, pudo denotar a alguien que no había visto en toda la noche, y ahí mismo se cuestionó cómo había sido posible. Déborah caminaba hacia él con la mirada algo baja, probablemente pendiente de sus zapatos, y realmente no caminaba a por él sino que hacia la salida. Gaspard sonrió y se movió de su estado estático, justo en la dirección opuesta a ella para interpectarla. Por lo mismo, ella no lo vio y chocaron suavemente, cosa que era el plan de Hitchcock pero que fingió sorpresa por él.— Oh, mis disculpas, no... —pero cuando se vieron por fin al rostro, se detuvo y sonrió.— ¡Déborah! No esperé verte aquí, no me digas que ya te vas —aseveró con un suave tono de ironía, pues habían chocado muy cerca de la entrada como para no deducir por motivos obvios que así era.
Invitado- Invitado
Re: —stay the night cause we're runnin' out of time || Mr. Hitchcock || INS
Sus piernas parecían ser más torpes de lo normal, los tacones sin duda no ayudaban a que pudiera caminar aunque sea un poco cómoda, a pesar que ni siquiera resultaba ser un taco demasiado alto, era el calzado en sí lo que le incomodaba tanto que a penas y le daban más ganas de quedarse allí. Tontas y ridículas galas, ¿En dónde tenía la cabeza cuando había decidido aceptar la invitación? Era, en absoluto, una tontería y lo recordaría para eventos futuros donde claramente lo rechazaría sin dar cabida a dudas o segundas oportunidades. Agradecía que al menos no se encontraba dentro de un tubo que no le dejase respirar, ya que luego de una exhaustiva búsqueda había al menos encontrado un vestido que le acomodase perfectamente, y además debía admitir que el recorte en la pierna le facilitaba mucho las cosas. Más que mero decorativo llamativo ante la vista de cualquiera, ella lo veía de un modo más práctico.
Su vista no se elevó del suelo hasta que de pronto su caminar se vio interrumpido por un fuerte golpe que, de no haber sido que su reacción inmediata fue cerrar sus puños empuñando el saco del anónimo, se hubiese resbalado en todo lo que restaba el camino de cerámica desde ese punto hasta la salida. No es que la embestida hubiese sido demasiado fuerte, per Déborah estaba tan sumergida en preocuparse en cómo caminar que a penas y pudo estar estable frente a ello. —¡Fíjate, imbécil! —bufó molesta, acomodándose con suma rapidez. Y no fue hasta que levantó su mirada para gruñirle al atacante cuando se enteró de quién se trataba. Al parecer aun no conocía lo suficiente al hombre como para identificarle por su perfume. —Ah... eh, uhm. —balbuceó. No sabía qué resultaba más agravante, el haber insultado a un profesor o que ese profesor haya sido Hitchcock. —P-perdón. —alcanzó a decir cuando pudo más o menos reorganizar sus ideas y palabras en su cabeza. —No lo vi. —llevó su diestra a su cabello, ordenándolo en el caso que se hubiese disparatado demasiado con el movimiento.
—Sí, ya me iba. —respondió a la obvia pregunta, aunque tal vez luego de aquello —además de querer salir corriendo por semejante acto— tenía cierto interés en aguardar un poco más, no es que estuviese tan apurada en partir, ¿No es así? —¿Y qué hay de usted? A estas alturas, al parecer, no queda mucho por hacer aquí más que beberse lo que sobra. —articuló observando un poco a la masa de gente. Bueno, ella particularmente no tenía una idea de qué era lo que se hacía en ese tipo de eventos, pero asumía que a medida la hora avanzaba los cuerpos pedían más y más alcohol. Y era más o menos lo que ella estaba haciendo entre su abrumada soledad.
Su vista no se elevó del suelo hasta que de pronto su caminar se vio interrumpido por un fuerte golpe que, de no haber sido que su reacción inmediata fue cerrar sus puños empuñando el saco del anónimo, se hubiese resbalado en todo lo que restaba el camino de cerámica desde ese punto hasta la salida. No es que la embestida hubiese sido demasiado fuerte, per Déborah estaba tan sumergida en preocuparse en cómo caminar que a penas y pudo estar estable frente a ello. —¡Fíjate, imbécil! —bufó molesta, acomodándose con suma rapidez. Y no fue hasta que levantó su mirada para gruñirle al atacante cuando se enteró de quién se trataba. Al parecer aun no conocía lo suficiente al hombre como para identificarle por su perfume. —Ah... eh, uhm. —balbuceó. No sabía qué resultaba más agravante, el haber insultado a un profesor o que ese profesor haya sido Hitchcock. —P-perdón. —alcanzó a decir cuando pudo más o menos reorganizar sus ideas y palabras en su cabeza. —No lo vi. —llevó su diestra a su cabello, ordenándolo en el caso que se hubiese disparatado demasiado con el movimiento.
—Sí, ya me iba. —respondió a la obvia pregunta, aunque tal vez luego de aquello —además de querer salir corriendo por semejante acto— tenía cierto interés en aguardar un poco más, no es que estuviese tan apurada en partir, ¿No es así? —¿Y qué hay de usted? A estas alturas, al parecer, no queda mucho por hacer aquí más que beberse lo que sobra. —articuló observando un poco a la masa de gente. Bueno, ella particularmente no tenía una idea de qué era lo que se hacía en ese tipo de eventos, pero asumía que a medida la hora avanzaba los cuerpos pedían más y más alcohol. Y era más o menos lo que ella estaba haciendo entre su abrumada soledad.
Déborah P. Faulkner• Miembro Nadmean • - × Edad : 37
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× Fecha de inscripción : 18/03/2013
Re: —stay the night cause we're runnin' out of time || Mr. Hitchcock || INS
Casi fue necesario que Gaspard mordiese los lados internos de sus mejillas para que en sus labios no se formara una sonrisa donde se mezclaría la burla y la diversión, y algo de alegría, quizás. Resultaba inevitable sentir gracia por, primero, el apresurado actuar de insultarle en baja medida aun sin saber de quién se trata, y la expresión de desconcierto que Déborah gesticuló cunado sus miradas se conectaron... Para Gaspard, eso no tuvo precio, en gran parte por su gusto a explorar las diversas reaccionar que la joven estudiante podía ofrecerle a la gama de estímulos que él generaba. Buenos o malos, daba igual. Ante su instinto de sujetarse, él hizo lo mismo por su lado al afirmarle de la cintura, mano que sujetaba el premio que antes había subido a recibir, y del codo derecho con la otra respectivamente a cada lado, así la distancia se acortó y pudo ayudar al balance de la joven.
— No es como si estar más preocupada de tus pies que de tu entorno te deje muchas opciones para ver lo que hay frente a tus narices, querida. Descuida —dijo con una pequeña risa mezclándose y cortando sus palabras en pausas más largas de lo debido, pero de tal modo que no se fuera afectado el mensaje. Mientras hablaba, notó que Déborah todavía no percibía la postura en la que habían quedado, cerca y afirmados uno del otro. ¿Iba a cortarla? Ni que estuviera loco.
Desvió casi al mismo tiempo su mirada hacia el grupo de gente que aún permanecía en la gala, pero duró menos que la pasada de Déborah, pues él regresó a hablarle.— ¿Yo? Actualmente no es tan tarde como para pensar en irme, mi compañera tristemente me ha dejado pero he encontrado a alguien que lo supliría con creces —aseveró con una nueva sonrisa, amplia y cerrada, características suyas, y se la dedicó a Déborah. Oh, momento señores, ¿Estaba coqueteando con Faulkner... otra vez? Afirmativo.— Por cierto, ¿Ya lo viste? —dudó él al tiempo que soltaba la cintura de la chica para alzar el premio, la estatuilla de metal que había recibido a manos de Mithian al ser nombrado el mejor profesor de Nightove, un cargo muy importante sin duda alguna y que apreciaba una enormidad, agradeciendo la opinión del alumnado.— Me hubiese gustado al menos que me avisaran, digo no es que haya sido un buen discurso. O sea, fue bueno, pero no el mejor que pude haber dado, ¿Sí me entiendes, no? —durante su parloteo Gaspard miraba el premio, girándolo y dándole vueltas para poder admirarlo de diferentes ángulos. Se había dedicado a enseñárselo a los alumnos que se acercaron a felicitarlo, y más de una fotografía con ellos había accedido a tomarse.
Tomó una pausa y de nuevo vio a Déborah: Si antes creía que la chica era atractiva, en esa vestimenta y para esa ocasión le había dejado totalmente sin palabras. Quizás por eso aún no la elogiaba, no sabía bien como decirlo.— Déborah, ¿Debo tomar ésto como un indicio que quieras robarme una pieza de baile? —por fin se decidió a exponer la cercanía que ambos tenía y que la bibliotecaria no había caído en cuenta. La noche era joven aún, después de todo.
— No es como si estar más preocupada de tus pies que de tu entorno te deje muchas opciones para ver lo que hay frente a tus narices, querida. Descuida —dijo con una pequeña risa mezclándose y cortando sus palabras en pausas más largas de lo debido, pero de tal modo que no se fuera afectado el mensaje. Mientras hablaba, notó que Déborah todavía no percibía la postura en la que habían quedado, cerca y afirmados uno del otro. ¿Iba a cortarla? Ni que estuviera loco.
Desvió casi al mismo tiempo su mirada hacia el grupo de gente que aún permanecía en la gala, pero duró menos que la pasada de Déborah, pues él regresó a hablarle.— ¿Yo? Actualmente no es tan tarde como para pensar en irme, mi compañera tristemente me ha dejado pero he encontrado a alguien que lo supliría con creces —aseveró con una nueva sonrisa, amplia y cerrada, características suyas, y se la dedicó a Déborah. Oh, momento señores, ¿Estaba coqueteando con Faulkner... otra vez? Afirmativo.— Por cierto, ¿Ya lo viste? —dudó él al tiempo que soltaba la cintura de la chica para alzar el premio, la estatuilla de metal que había recibido a manos de Mithian al ser nombrado el mejor profesor de Nightove, un cargo muy importante sin duda alguna y que apreciaba una enormidad, agradeciendo la opinión del alumnado.— Me hubiese gustado al menos que me avisaran, digo no es que haya sido un buen discurso. O sea, fue bueno, pero no el mejor que pude haber dado, ¿Sí me entiendes, no? —durante su parloteo Gaspard miraba el premio, girándolo y dándole vueltas para poder admirarlo de diferentes ángulos. Se había dedicado a enseñárselo a los alumnos que se acercaron a felicitarlo, y más de una fotografía con ellos había accedido a tomarse.
Tomó una pausa y de nuevo vio a Déborah: Si antes creía que la chica era atractiva, en esa vestimenta y para esa ocasión le había dejado totalmente sin palabras. Quizás por eso aún no la elogiaba, no sabía bien como decirlo.— Déborah, ¿Debo tomar ésto como un indicio que quieras robarme una pieza de baile? —por fin se decidió a exponer la cercanía que ambos tenía y que la bibliotecaria no había caído en cuenta. La noche era joven aún, después de todo.
Invitado- Invitado
Re: —stay the night cause we're runnin' out of time || Mr. Hitchcock || INS
¿Perdió la noción del tiempo o fue adrede que sus palmas quedaron enganchadas en los brazos del hombre? Increíble le parecía no encontrarse del todo nerviosa ante semejante acto, la distancia que les separaba era mínima, seguramente la más corta que había tenido con él en todo este tiempo. Sus puños se tensaron, pero se negaron a abrirse al instante. No pudo saberlo hasta que su consciencia le dio la oportunidad de notarlo, habiendo desaparecido en, quizás, el momento más importante. Fugazmente, su mirada viajó por todo el recorrido del traje del profesor, admirándolo y finalizando en la suavidad con la que él le sujetó para no caer, proceso que a penas había notado hasta que pudo caer en cuenta también. Seguramente había bebido algo demás que le había traído tan despistada, o el subconsciente quería que quedase aferrada a él.
La rubia sin notarlo agradecía el no haberse encontrado con él y quien fuera que haya sido su acompañante. Las razones eran propias de sí misma, aunque tampoco era capaz de darse fundamentos suficientes para preocuparse de algo como eso. Quizás era el hecho que él haya ido acompañado y ella no. —Creo que he encontrado una razón para quedarme un poco más entonces. — Curvó una lenta sonrisa luego del comentario tras haber escuchado las palabras galantes, aunque aun le estremecía el coqueteo visible que brindaba el mayor, esta vez parecía haberlo tomado con un poco más de calma que la vez anterior en la feria de los verdes. Si hubiera sido ella quien veía desde afuera esa escena sin duda no hubiera creído las palabras que salían de su boca. Sí, todo lo que pudiera o no hacer aquella noche iba a tener un culpable, pero iba a negar tener que creérselo, no había bebido tanto, ¿Verdad? No era tan irresponsable como para...
—Lo felicito por su premio, en verdad se lo merece. —comentó. Suficiente era recordar su acción en la biblioteca con el alumnado impertinente como para hacerle partícipe de la galardonada con el premio mayor entre los profesores. Había sido capaz de oír el discurso del hombre y había logrado sacarle un par de carcajadas en el momento, había tenido la intención de buscarlo para haberlo felicitado allí mismo pero algo la detuvo. A estas alturas a penas podía recordarlo, pero seguramente era el hecho de no resultar incómoda o desconsiderada, no iba a interrumpir a un profesor en lo que sería su ambiente perfecto. Nunca se podía saber si su compañía era o no grata dependiendo el momento o la circunstancia. —Pero yo creo que son más divertidas las sorpresas, ¿No lo cree así? —Siguió con su mirada también el premio, se veía mucho mejor cerca, donde pudo distinguir inclusive el grabado con el nombre del profesor.
Lo siguiente le tomó tan desprevenida que por segundos se soltó rápidamente de él, como si fuese una alerta. Pero la canción que prosiguió justo en aquel momento le hizo guardar la compostura y actuar con soltura, teniendo la verdadera intención de aprovechar esa oportunidad. —Parece que me ha pillado. —declaró divertida, enganchando su brazo al del hombre y llevándolo a la cercanía de la pista de baile. —Si su pareja no le dejó cansado de tanto bailar, entonces no veo el inconveniente. —cuando llegó a un extremo y luego de tomar una gran bocanada de aire, se atrevió a llevar su diestra sobre el hombro del neurólogo, a la par viajó con suavidad su mano libre, casi con cierto temor hasta encontrarse con la ajena, tomándola. Su respiración se volvió pausada y lenta, con un limitado índice de temor de llenar sus pulmones con demasiado aire. Aquella cercanía le mataría los nervios.
La rubia sin notarlo agradecía el no haberse encontrado con él y quien fuera que haya sido su acompañante. Las razones eran propias de sí misma, aunque tampoco era capaz de darse fundamentos suficientes para preocuparse de algo como eso. Quizás era el hecho que él haya ido acompañado y ella no. —Creo que he encontrado una razón para quedarme un poco más entonces. — Curvó una lenta sonrisa luego del comentario tras haber escuchado las palabras galantes, aunque aun le estremecía el coqueteo visible que brindaba el mayor, esta vez parecía haberlo tomado con un poco más de calma que la vez anterior en la feria de los verdes. Si hubiera sido ella quien veía desde afuera esa escena sin duda no hubiera creído las palabras que salían de su boca. Sí, todo lo que pudiera o no hacer aquella noche iba a tener un culpable, pero iba a negar tener que creérselo, no había bebido tanto, ¿Verdad? No era tan irresponsable como para...
—Lo felicito por su premio, en verdad se lo merece. —comentó. Suficiente era recordar su acción en la biblioteca con el alumnado impertinente como para hacerle partícipe de la galardonada con el premio mayor entre los profesores. Había sido capaz de oír el discurso del hombre y había logrado sacarle un par de carcajadas en el momento, había tenido la intención de buscarlo para haberlo felicitado allí mismo pero algo la detuvo. A estas alturas a penas podía recordarlo, pero seguramente era el hecho de no resultar incómoda o desconsiderada, no iba a interrumpir a un profesor en lo que sería su ambiente perfecto. Nunca se podía saber si su compañía era o no grata dependiendo el momento o la circunstancia. —Pero yo creo que son más divertidas las sorpresas, ¿No lo cree así? —Siguió con su mirada también el premio, se veía mucho mejor cerca, donde pudo distinguir inclusive el grabado con el nombre del profesor.
Lo siguiente le tomó tan desprevenida que por segundos se soltó rápidamente de él, como si fuese una alerta. Pero la canción que prosiguió justo en aquel momento le hizo guardar la compostura y actuar con soltura, teniendo la verdadera intención de aprovechar esa oportunidad. —Parece que me ha pillado. —declaró divertida, enganchando su brazo al del hombre y llevándolo a la cercanía de la pista de baile. —Si su pareja no le dejó cansado de tanto bailar, entonces no veo el inconveniente. —cuando llegó a un extremo y luego de tomar una gran bocanada de aire, se atrevió a llevar su diestra sobre el hombro del neurólogo, a la par viajó con suavidad su mano libre, casi con cierto temor hasta encontrarse con la ajena, tomándola. Su respiración se volvió pausada y lenta, con un limitado índice de temor de llenar sus pulmones con demasiado aire. Aquella cercanía le mataría los nervios.
Déborah P. Faulkner• Miembro Nadmean • - × Edad : 37
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