chasing pavements — kiefer; {gala, INS}.

Cuando Raina lo había invitado a la gala, había aceptado sin detenerse a pensarlo mucho. Claro que fue hasta después que recordó su claustrofobia y que no podía estar durante mucho tiempo en lugares cerrados o atestados de gente. Así que en ese momento, cuando a la fraternidad morada seguía llegando más y más personas, se vio en la estricta necesidad de excusarse con Raina durante un momento, prometiéndole que volvería pronto. No se sentía tan mal, pero lo haría si no salía de ahí rápido. Atravesó el oceano de gente con trabajos, respirando un poco más aliviado al divisar la puerta corrediza que daba al jardín trasero. Tomó una bocanada de aire una vez que estuvo afuera, aflojando sólo un poco el cuello de su camisa. Ahí también había bastante gente, pero era más espacioso que la sala principal y el aire nocturnal, a pesar de que hacía un poco de calor, era fresco.

Sonrió aliviado, acercándose hasta otro mesero para pedirle una copa de Moët. Había olvidado si inhalador y para colmo la boca se le había resecado. Para su vergüenza, se tomó toda la copa sin descansar, esperando un mareo que por suerte nunca llegó. Siguió observando el lugar hasta que distinguió algo que se movía detrás de un árbol. Lo dejó pasar, probablemente sólo se trataba de una pareja. Pero cuando volvió a mirar, distinguió sin duda alguna el cabello de uno de sus compañeros de habitación. Se encaminó hasta ahí y sí, en efecto, ahí estaba Kiefer. Garret frunció ligeramente el ceño, hablando en voz tranquila para no sobre saltarlo. —¿Kief?, ¿qué haces aquí? —inquirió. Miró a los lados, regresando a él después de unos segundos—. ¿Dónde está Elizabeth? —preguntó, refiriéndose a la chica a la que su amigo estaba escoltando esa noche.

Levantó al vista para poder ver el oscuro cielo, mientras que su espalda era afirmada por el tronco de árbol a sus espaldas. Fue el primer lugar cómodo y tranquilo que encontró cuando salió del salón principal hacia el jardín, ya que todos los privados estaban siendo usados y no podía ocupar espacio y estorbar en el umbral de la entrada. Desde que se había separado de Elizabeth cuando ella fue llamada por una de sus compañeras de fraternidad, Kiefer se había quedado solo en la fiesta. Cuando se presentó el grupo de amigas de la Bithaen, el chico no hizo ningún ademán para retenerla, sabía que debía disfrutar de la noche con todo el mundo posible y no podía acapararla a pesar de que él quedase en solitario por culpa de ello. Así que distrajo y en una de sus tonterías para disminuir su nerviosismo, había bebido una copa de vino que peor no le pudo haber sentado. Se entiende, se entiende el nulo aguante que Kiefer tiene por el alcohol, pero eso no justificaba que con sólo una copa ya estuviese más o menos mareado, debía ser un vino por fuerte y de esos añejos que a su padre le encantaba beber y que, según recordaba decía, tenían un efecto más concentrado que incluso el vino blanco.

Suspiró con pesadez, sus piernas ya no vacilaban al caminar al menos, pero el efecto en su cabeza no terminaba por desaparecerse del todo, hasta tenía la cara ligeramente roja. Cerró los ojos pero no le duraron mucho así, pues una voz a su lado le hizo voltearse con sorpresa, especialmente por reconocer la voz.— ¿Garret? —dudó igual que él, aunque no sabría decir cuál de los dos estaba más sorprendiendo de encontrarse con el otro luego de ver el rostro de su compañero Reaben.— Oh, bueno yo... —bajó un poco la vista y se frotó la mejilla.— Elizabeth se encontró con un grupo de amigas y querían hablar de ciertos temas que... Preferí dejarla sola. Y ya sabes, estar solo allí dentro n-no es muy fácil —comentó riéndose ligeramente y se aflojaba la corbata sin pensarlo, pues él lo que quería era acomodarlo.— ¿Qué... Qué haces tú aquí? —preguntó al chico menor, pero no se separaba del árbol por miedo a que el mareo que sufría se intensificara al perder el punto de apoyo. Y tenía que aparecer Garret justo ahora...

Frunció ligeramente el ceño mientras se dedicaba a observar a Kiefer con atención. Lucía como de costumbre: pulcro y algo nervioso, pero había algo diferente y Garret aún no sabía decir qué era. Se acercó un poco más a él para escucharlo, porque el barullo detrás de ellos era mucho y en ese momento el francés apenas y podía entender lo que su amigo le decía. La lengua del otro reaben arrastraba un poco las palabras y su aliento olía al vino que Raina le había insistido en probar y que Garret se negó rotundamente a tomar. Su umbral de resistencia al alcohol era mucho más alto que el de una persona promedio, pero no tenía la necesidad de ir por ahí demostrándolo, mucho menos durante un evento como aquel. Y estaba seguro en un cien por ciento de que si Kiefer había probado aquello, no había sido considerando lo que se avecinaría después.

Asintió ante lo que le decía, aflojándose también la corbata de moño sin darse cuenta de que lo hizo al mismo tiempo que Kiefer. —Ya veo —murmuró, quitándose el saco. Tenía calor y estaba seguro de que pronto necesitaría su inhalador. Lo extrajo de uno de sus bolsillos y se lo mostró a chico, sonriendo de lado. —Digamos que a mí tampoco se me hizo fácil estar ahí dentro. Se supone que un claustrofóbico debe evitar este tipo de cosas, pero un compromiso es un compromiso —dijo, antes de llevarse el inhalador a los labios. Hizo lo correspondiente y entonces lo devolvió a su bolsillo. Se quedó observando al joven Vorgrimler, decidiendo que no, no se veía muy bien que digamos. Se acercó y sin siquiera pensarlo extendió una mano, despejando el cabello de la frente del chico. El rojo intenso en sus mejillas preocupaba a Garret. —Kief, ¿te sientes bien? —preguntó suavemente. Después señaló una banca de madera que estaba unos cuantos pasos más atrás—. ¿Quieres sentarte?

Se quedó observando fijamente a Garret, tenía muchos deseos de preguntarle dónde estaba su compañera, pero ahora sus ideas no estaban ordenadas muy claramente y lo más probable es que esa pregunta saliera después, sin correlación al tópico que se esté tratando. Sentía cierta vergüenza por haber tenido que recurrir a algo de vino para calmar los nervios de estar en ese evento, cosa que además de salirme mucho peor a lo esperado, no debería ser necesario para la edad que Kiefer tenía. Sabía que muchos de los asistentes que gozaban con una copa en su mano y más de alguna ya ingerida eran menor que él, y ellos no lucían para nada afectados ni en la menor medida. Un poco denigrante, sí. Hasta ahí le quedaba lo buen bebedor que un alemán por costumbre debía de ser. Se quedó observando en inhalador que Garret le enseñaba y dijo: — ¿Eres claustrofóbico? Eso es.. interesante. ¿Asistes a psicoterapia o algo parecido? Debe ser horrible encontrar un buen hotel con esas restricciones, hay una gran cantidad que no dejan el ingreso a claustrofóbicos especialmente por el noroeste de Estados Unidos, aunque no creo que vayas muy seguido para... —sin darse cuenta, Kiefer comenzó a hablar de más e irse por las ramas a gran velocidad. A pesar de que arrastraba las palabras, eran entendibles y no se podía limitar a callarse. Él solía hacer eso lúcido, pero con el alcohol corriendo la maratón por su sangre lo podía hacer más abiertamente. Pero tarde o temprano cayó en cuenta de ello y miró a Garret, pero después bajo la mirada.— L-lo siento —balbuceó, apenado.

La pregunta del contrario le hizo tensar, sabía que su estado etílico no lo estaba encubriendo de la mejor manera y que muchos de sus gestos, acciones o su mismo modo de habla eran pruebas claras que serían interpretadas hasta por el más despistado, y tampoco es que estuviese haciendo el gran esfuerzo para encubrirlo. Cuando Garret alzó la mano, Kiefer no alcanzó a reaccionar de ningún modo y sólo cerró los ojos por el contacto, nervioso, sin saber si el sonrojo que permanecía en sus mejillas ahora era por el alcohol o por culpa de Garret.— S-sí, estoy bien, sólo un poco... Un poco mareado, es todo —se defendió con una media verdad, pues decir que estaba mareado era totalmente real, pero no contarle que estaba mareado por alcohol, era otra cosa muy diferente. Miró hacia las bancas que indicaba y se mordió el labio inferior, indeciso.— Garret, n-no sé, estoy bien aquí y... —le miró pero se calló de inmediato, no podía mentirle si le estaba viendo directamente al rostro.— ... Y tengo miedo que si suelto este árbol vaya a caerme de bruces inevitablemente —aseveró finalmente con mucha vergüenza en su rostro, incluso haciendo una especie de mohín.— Si quieres ve tú, n-no quiero molestarte —.

Había algo que le gustaba mucho de Kiefer, sin embargo nunca se lo había dicho porque temía cómo pudiera tomarlo: a Garret le parecía fascinante lo mucho que el alemán podía llegar a hablar cuando se ponía nervioso. Y es que en serio, jamás había conocido a alguien que pudiera conectar ideas de manera tan fluida como su amigo lo hacía, sobre todo sintiéndose incómodo o avergonzado. Cuando Garret se sentía así, lo único que atinaba a hacer era sonrojarse y quedarse mudo, por eso esa extraña hailidad en Kief le gustaba tanto. Sonrió de lado, esperando pacientemente a que él mismo se diera cuenta de que una vez más había establecido una conversación por su cuenta, aunque se dedicó a escucharlo con atención, sin perderse una sola de sus palabras. —Sí existen un par de complicaciones, pero intento mantenerlas a raya. No me gusta que mi claustrofobia me controle, no dejo que eso me impida hacer muchas cosas. Como el teatro, por ejemplo —señaló, encogiéndose de hombros—. Es un lugar cerrado y aún así pasó la mayor parte de día ahí dentro. No podría hacer lo que más me gusta si viviera a la sombra de mi claustrofobia, ¿no crees? —volvió a sonreírle para tranquilizarlo, palmeando suavemente su hombro, riendo con suavidad—. No me molesta, Kief. Me gusta cuando haces eso —admitió como si nada, pues honestamente no veía nada de malo en decirlo.

Mantuvo la vista fija en Kief, estudiándolo mientras mantenía una distancia prudente. Por un momento el chico frente a él se tambaleó sólo un poco y Garret estuvo a punto de estirar los brazos para evitar que cayera de bruces como precisamente temía el otro reaben. Suspiró, negando con la cabeza antes de acercarse de una buena vez y obligar a Kiefer a pasar uno de sus brazos por encima de los hombros del francés. —Tonterías —repuso, incitándolo a caminar—. ¿Qué clase de amigo sería si te dejara solo y aferrado a un árbol? Además, te lo he dicho miles de veces, Kief: no eres ninguna molestía para mí —le recordó. Cuando por fin llegaron a la banca, lo ayudó a sentarse, y una vez que ambos estuvieron ahí, le sonrió una vez más—. ¿Lo ves? Sanos y salvos.

Ya eran cuatro o cinco los golpes que mentalmente Kiefer se había dado con la intención de que sirvieran para poner los pies en la tierra y dejar de actuar tan estúpido; su vergüenza se había acrecentado gracias a lo bien que Garret tomaba su pequeño monólogo que iniciaba cada vez con más frecuencia cuando se hallaba nerviosa, cosa que estaba pasando con más frecuencia aún gracias a las interacciones con el menor. Ya al menos había aprendido que el Reaben no iba a juzgarlo por eso, muchas veces él mismo se había encargado de hacérselo saber -o como ahora por ejemplo que perfectamente seguía el hilo de su tema- cosa que no mucha gente se detenía a hacer. Asintió vagamente a sus palabras, no porque no las escuchara, sino porque no quería interurmpirle por muy de acuerdo que estuviera.— Es verdad, tú realmente le haces frente a tus dificultades y las superas como para actuar.. Eso me gusta mucho de ti —balbuceó al final y sus mejillas al instantes parecían que podían opacar a cualquier luz roja que estuviese a su lado.— D-digo... ¡T-tu actuación! Me gusta mucho ccomo actuar, no es... No es que te haya visto así.. Muchas veces pero... —*ich besser den mund, susurró al final al no tener ninguna idea clara que pudiera salvarle de sus nervios en sus máxima expresión. Terminó por cubrirse la boca en un ademán algo infantil de obligarse a callar.— Gracias —comentó con la voz algo apagada por haber sido amortiguado el sonido con su palma.

Pero el francés fue más rápido que él al obligarle a cambiar su punto de apoyo de ese tronco a ahora su cuerpo.— Garret, espera, no.. —pero no dijo absolutamente nada más cuando ambos comenzaron a caminar, él siento guiado por Jussieu, y lo que terminó por privarle de cualquier otra negativa fueron sin dudas sus palabras. No podía contra Garret, era así de simple, no era rival para su amigo en ese ámbito. Sólo se afirmó con las manos algo vacilantes de la camisa del contrario, de su hombro y la otra cerca de su pecho, para caminar más cómodamente hasta las bancas y sentarse en ellas. Kiefer sólo rió y asintió.— Sí, sanos y salvos. Gracias —le agradeció sinceramente, ahora que lo veía desde esa perspectiva, no se veía nada bien allí aferrado a un pobre árbol. Miró a su compañero con la cabeza algo gacha y de lado, aún manteniendo su sonrisa.— Te diré la verdad, fue culpa del vino —comenzó diciendo pero desvió la mirada a sus manos, cada una sobre una de sus piernas y encogido de hombros.— Mi... Mi aguante es muy malo, pero al principio creía que una sola copa no iba a hacerme efecto, estaba muy nervioso allí dentro pero no quería molestar a Elizabeth para que me hiciera compañía ya que no es justo para ella, y lo que estaba más a la mano era eso —suspiró con algo de pesar, se había olvidado un poco de lo sincero que era cuando tenía alcohol en la sangre. Varias veces en el transcurso de la noche se había detenido a pensar que haber asistido no había sido tan buena idea como pintaba.— No sé qué sería de mí ahora si no me hubieras encontrado.. A-aunque suena exagerado —le apresuró a decir con el ceño ligeramente fruncido, se conocía muy bien para saber que de no tener compañía sentiría bebiendo gracias a su personalidad adictiva y su descuido.— Espero no te moleste —y otra vez con lo mismo, Kiefer.

* Ich besser den mund — Mejor me callo.