Karsten A. von Kählern

Karsten es, sin duda, un tipo inteligente. Sabe jugar sus cartas a base de bien, y es capaz de desenvolverse ante cualquier material de estudio, al igual que es capaz de mantener una conversación profunda sobre cualquier tema en particular. Sus ojos captan cualquier cosa y lo registra en su mente, sabedor de que cualquier información es buena en un futuro. Es, quizá, demasiado observador y curioso, y nunca descansa hasta que algo sea evidente y lógico. Es alguien demasiado cabezón, pues pocas veces da su brazo a torcer, ya que casi siempre él lleva la razón, puesto que no habla sin saber. Esto le hace parecer arrogante. Siempre le buscará una razón a cualquier cosa; detesta no saber algo.

Nunca se corta a la hora de decir las cosas. No le gusta andarse por las ramas, así que dará una contestación directa, sin tener en cuenta cómo vaya a afectar a su interlocutor. No le preocupa si se molestan con él por decir lo que piensa, ya que está en su derecho de hacer uso de la libertad de expresión. Debido a esto, la mayoría de las veces utiliza el sarcasmo y la ironía como medio de comunicación. En cierta forma, se le puede considerar como alguien cruel y sin escrúpulos, pues jamás le oirás decir aquello que tú deseas escuchar. No le importa hacer daño a los demás, al igual que no le gusta mentir.

Es bastante decidido, riguroso y perfeccionista en todo lo que dice y hace, nunca cometerá un error que pueda evitar desde un principio, y cuando vea algo erróneo, hará lo posible por corregirlo, sin descansar hasta alcanzar su objetivo. Así pues, se puede decir que es perseverante y obstinado.

Nunca lo verás de brazos cruzados, esperando que un segundo dé el primer paso por él. Dado el caso, será quien actúe para desatar lo que deba. Sopesará todo antes que nada, por supuesto: pensará sobre los pros y los contras, decantándose finalmente por la mejor opción. Aunque si es atacado, no esperes que reciba el golpe majestuosamente, porque será capaz de ponerlo en tu contra.

Es desconfiado por naturaleza, pues ya ha perdido la fe en la humanidad. Puede que ese sea uno de los pilares fundamentales por lo que decidió estudiar Criminología: los muertos no decepcionan ni engañan.

Muchas veces, pierde el control sobre sí mismo, pudiendo llegar a ser demasiado cortante e incluso agresivo. Su intolerable ira es algo que a duras penas puede controlar, y cuando pierde la cabeza con facilidad en una discusión, mejor es alejarse de él y mantenerse a cubierto. Su, a veces, tendencia agresiva en situaciones en las que pierde el control le ha llevado a que sea tratado de vez en cuando con medicamentos antidepresivos y ansiolíticos, además de visitar el psicólogo, donde le han diagnosticado el inicio del trastorno explosivo intermitente.

A pesar de todo ello, su personalidad ha sido moldeada a base de la vida que ha llevado. Quizá todavía quede algo de bondad en él, aunque el propio Karsten la destierre.

▲ Gustos: El tabaco y la marihuana, el silencio, la naturaleza, la música.
▲ Disgustos: La muchedumbre, los gritos y ruidos, la prepotencia, las mentiras y la hipocresía.
▲ Debilidades: Su hermanastra.
▲ Fortalezas: Su rigurosidad y perseverancia.
▲ Manías: La limpieza y el orden. Hacerse crujir los huesos de las manos y el cuello con frecuencia. Apretar las mandíbulas sin darse cuenta.
▲ Fobias: Emetofóbico.

Karsten Aksel von Kählern nació una fría noche de invierno hace veintidós años, fruto de un matrimonio que nunca debió decantarse por la apresurada idea de formar una familia.

Alice Brighton, una escocesa proveniente de familia inglesa y abogada de vocación, conoció al renombrado empresario alemán Aksel von Kählern cuando su bufet de abogados fue contratado para defender a la empresa de innovación y desarrollo del susodicho en un juicio por tráfico de influencias con el gobierno entonces regente. Su noviazgo apenas duró un año y, entonces, vino la gran boda.

Parecían la pareja perfecta a ojos de los demás. Pero jamás fueron compatibles. Tras la alianza matrimonial, las peleas eran continuas y cada vez peores. Los insultos  y las aberraciones retumbaban entre las paredes de su casa en Berlín con demasiada asiduidad. La única salida que consideraron viable para solventar sus problemas fue, nada más ni nada menos, que traer al mundo a un hijo. Creían que tenerlo solucionaría todo, pero no fue así.

La infancia de Karsten fue fría y solitaria. Apenas le consentían relacionarse con el mundo exterior, dada la obsesión de su padre por ocultarlo. La prensa amarilla se dedicaba a captar con sus cámaras la vida del empresario y la abogada, más cuando los rumores de ruptura eran sonados y parecían inminentes. De niño no fue a la escuela, sino que recibía clases a domicilio, siendo preparado desde pequeño para que heredase la fortuna y empresa de su padre. Además, sus progenitores estaban demasiado ocupados con sus trabajos como para prestarle la suficiente atención al retoño, quien quedaba al cargo de niñeras continuamente. Cuando sus padres le dirigían la palabra, era para pagar con él, mediante gritos y bofetadas, todo aquello que no podían echarse en cara entre ellos.

Una noche, con siete años, estaba desvelado en su habitación, tratando de conciliar el sueño. Puesto que no lo consiguió, se levantó a medianoche para tratar de beber un poco de agua, cuando escuchó sonidos en el salón. Atemorizado, se acercó  hasta el lugar para encontrarse a su padre con dos fulanas en el sofá en plena faena. Aksel, borracho y con el juicio trastocado por el alcohol, encerró a su hijo en el cuarto de estar para que contemplase toda la escena. Cuando finalizó y las putas se marcharon, golpeó a Karsten como castigo por estar despierto y le amenazó por si contaba algo a su madre Alice.

El siguiente año fue una tortura. Pese a que su madre jamás le profesó una muestra de cariño, Karsten estaba de su parte. Alice no tardó en presenciar aquello que su hijo había visto tiempo atrás y en repetidas ocasiones. Aunque a Karsten siempre le quedó la duda de si su madre hacía lo mismo, puesto que alguna vez había visto entrar a algún hombre que no era su padre en casa. Los trámites del divorcio fueron arduos y cansados. Por mero orgullo, los padres utilizaron al pequeño como quisieron, malmetiéndole ideas en la cabeza en contra del otro e intentando ganárselo, por el simple hecho de ver quién de los dos tenía más poder.

Finalmente, la custodia fue entregada a la madre y la repartición de bienes fue equitativa, pese a que Aksel se mostró furibundo con ambas decisiones. Alice quiso cambiar el apellido de su hijo para no recordar más a aquel que le arruinó la vida, pero no se lo permitieron puesto que Karsten se negó, aunque él no sabía por qué así lo quería.

Con nueve años, él y Alice se mudaron a Londres. Karsten vio cómo su madre se enamoraba de otro hombre quien tenía una niña de su edad. Desde entonces, Alice sufrió alguna especie de transformación, pues comenzó a prestarle más atención a Karsten, aunque ya era demasiado tarde para ganarse la confianza del pequeño. Cuando conoció a Caroline, era la primera vez que podía entablar una conversación con alguien de su edad. Desde entonces, se juró que la protegería de cualquier persona para que no sufriera tanto como él y su madre, protegerle de la gente como su padre.

Con el tiempo, la sobreprotección que le profesaba era demasiada. Él lo sabía, pero lo hacía por el bien de ella aunque no de la mejor manera, a pesar de que las intenciones de Karsten con los demás nunca fueron buenas. Se convirtió en una persona arisca, tanto que su madre podía ver en él a su padre. Al fin y al cabo, la sangre es la sangre.

Pese a sus intentos, su hermana pronto se marchó de casa, huyendo de él, hecho que enfadó a Karsten… ¿Intentaba protegerla y así se lo pagaba? Era una desagradecida. Los continuos enfrentamientos con su padrastro le obligaron a ser ingresado en un internado con dieciséis años, con la esperanza de que un poco de disciplina le hiciese cambiar. No fue así, sino que su fuerte personalidad fue degenerando todavía más. Con dieciocho años, decidió matricularse en la Universidad de Oxford para estudiar Criminología, independizándose también gracias a la herencia de su padre, recién difunto entonces.

Ahora, dado que su madre ha enfermado, ha decidido trasladar su expediente a la Universidad de Nightove para estar cerca de su hermanastra y poder vigilarla, quizá no con las intenciones tan limpias y nobles como hace años.


▲ Familia:

• Padre: Aksel von Kählern (fallecido).
  
• Madre: Alice Brighton.
  
• Padrastro: Donovan Hughes.
  
• Hermanastra: Caroline E. Hughes.
  

▲ Está comenzando a desarrollar TEI (Trastorno Explosivo Intermitente), por lo que, de vez en cuando, debe tratarse con medicación para calmarse.