Éve F. Coupe.

Podrá parecer un ángel, pero, claro, tú no la conoces bien. En realidad, casi nadie lo hace. Ève es una persona bastante simple y común dentro de lo que cabe, pero tiene un toque especial. Algunos pueden considerarla  buena niña y otros creérla un demonio. es algo de ambos. Tiene una sonrisa dulce, que, de vez en cuando, se torna en una mueca sarcástica que desentona con su aparente dulzura. Unas veces parecerá miel y otras amarga como la híel. Con el tiempo la gente termina por aceptar que Ève es impredecible, como una montaña rusa que no para de dar vueltas. Tiene sus altos y sus bajos - algunas veces más bajos que altos - pero siempre logra sobresalir con una sonrisa y un venga, vamos a divertirnos. A Ève jamás la verás decaída o triste, y casi siempre es esa chiquilla traviesa y saltarina; hasta que estalla la bomba. El mayor problema de la rubia es su inestabilidad, es sumamente volátil y nunca sabes cuándo va a suceder. Con Ève hay que andarse con cuidado, con pasitos de bebé y caminando sobre cáscaras de huevo. Sólo es cuestión de tiempo para verla quebrarse, porque como bien dicen: lo bueno no dura para siempre.

Ève es como esa ecuación simple a la que, por algún extraño motivo, no le encuentras una solución. Intentas todo lo posible, la estudias desde todos los ángulos y... nada. Así es ella. Ese problema que nadie nunca ha podido arreglar, ni siquiera ella misma. Pocos saben hasta qué punto  está dañada, y prefiere que siga siendo así. Es una persona agradable con la que puedes hablar por horas sobre cualquier cosa, a menos de que sea sobre ella, ya que se vuelve tímida y recelosa al respecto. Es una chica ocurrente que sale con las ideas más locas y descabelladas que, para asombro de todos, suelen funcionar. Es inteligente y sabe cómo mover las cartas, aunque eso incluya decir una mentira aquí y otra allá. A simple vista se muestra como alguien fácil de querer, ya que es descomplicada y sin tapujos. Ève no se calla nada, todo sale de esa boquita suya como vómito verbal incontrolable. Tiene que morderse la lengua mujer veces para no decir algo de lo que se arrepentirá después. Ève es consciente de que a veces actúa como una maldita, pero simplemente no puede remediarlo.

Una exquisitez francesa. Delicada y mortal. No sabes si son sus ojo de azul infinito o su sonrisa. Tal vez sea su acento, ése que siempre está ahí sin que se de cuenta o el simple hecho de que a veces, parece un ángel caído del cielo. Sea como sea, Ève es una ilusión color de rosa que, cuando menos piensas, se rompe. Pero qué bueno es pretender estar en el cielo, aunque la caída, al final, siempre duela.
   ▲ Gustos:
- Como toda buena francesa, Ève es una enamorada del amor, o de lo que ella entiende por amor. Aunque muchas veces lo niegue, ella sigue prefiriendo un ramo de rosas antes que cualquier otra cosa.

- Amante del café, o debería decir, ¿adicta?, lo cierto es que Ève se ha vuelto algo dependiente del mismo, sobre todo en épocas de exámenes.

- Las mariposas, está fascinada con ellas. De hecho, tiene tatúada una.

- Romeo y Julieta que es, sin duda, su libro favorito en todo el mundo.

- Levantarse temprano, leer un libro envuelta en su manta y simplemente olvidarse de todo.
   ▲ Disgustos:
- Aunque lo quiera negar, no le gusta para nada que alguien quiera llevarle la contraria, aunque tenga la razón. Al final simple termina recapacitando y dandose cuenta de su error, pero eso no impide que se enfurruñe como una cría.

- La impuntualidad ocupa uno de sus primeros lugares en su lista de las cosas que no soporta. Así que no, preferiría arrancarse las uñas con un alicate que llegar tarde a algún sitio.

- Las mentiras, y eso es bastante irónico ya que ella misma las dice a veces, pero considera que son mentiras piadosas y por ello son válidas.
   ▲ Debilidades:
- Digamos que los hombres siempre han sido su mayor debilidad, y cuánto más imbéciles, mejor.

- No se puede resistir ante una caja de trufas.

- Si existiera un récord para la persona menos deportiva, sería para Éve. Da gracias al cielo por su genética.
   ▲ Fortalezas:
- Persuasiva, sus argumentos y su capacidad de convicción son admirables, puede convencerte de casi cualquier cosa si se lo propone.

- Tiene una memoria prodigiosa, o eso dicen. Nunca olvida un rostro.

- Cabeza fría para muchas cosas, aunque le falle justo en los peores momentos.
   ▲ Manias:
- Se come - comía - las uñas, aunque está intentando dejarlo.

- Suele maldecir en voz baja aunque dice que no es de señoritas.
   ▲ Fobias:
- Teme ser rechazada, ignorada, odiada o cualquiera de sus derivados. No soporta pensarlo siquiera.

- Las alturas.
   

Nació en la ciudad del amor, bueno, no exactamente en ésa ciudad, pero sí muy cerca de allí. Geneviève - cuánto odia que le llamen por su nombre completo - fue la primera y la única hija de Auguste y Tea Coupe, una pareja completamente opuesta. Auguste era pintor y Tea, por su parte, era biológa. Polos opuestos que estaban destinados a encontrarse, y por ende, a chocar. Pero es demasiado pronto para hablar de ello, porque los primeros años de Ève estuvieron llenos de alegría, los tiempos en que todo eran risas y felicidad, pero luego llegaría la realidad a golpearlos, y la realidad era que Auguste y Tea eran incompatibles al cien por ciento. Ya había pasado la fantasía inicial, la luna de miel, el nacimiento de la pequeña y ahora, estaban atascados en la monotonía. Tea quería que su esposo sentara cabeza y dejara de comportarse como lo hacía en la universidad y Auguste pensada que Tea era una mujer frígida y amargada. Sea como sea, la situación sólo empeoró y no fue hasta que Tea descubrió que su marido no sólo hacía pinturas al desnudo, si no que también se acostaba con sus modelos que la relación no dió para más.

Así que, para su quinto cumpleaños, sus padres estaban divorciándose. La cosa no fue bonita y se sacaron los trapos sucios el uno al otro, hasta que, finalmente, se decidió: Ève viviría con su madre en París y su padre la visitaría en las fechas especiales. Se fue, pues, de la casa en la que siempre vivió para pasar a un departamento en el centro de la ciudad. Aunque su padre cumplió con la promesa de irla a visitar al principio, lentamente fueron escaseando sus encuentros hasta que todo se redució a una simple llamada el día de su cumpleaños y un regalo que llegaba por correo. Comenzó a acumular lindos vestidos, peluches y collares, pero pronto se dió cuenta de que lo único que quería era a su padre con ella, pero no era así. La pequeña rubia creció, maduró y, como todas las señoritas a cierta edad, captó la atención de los muchachos, pero había uno en particular que le gustaba y que, al final, terminó hiriéndola. Lamentablemente para ella, ése no sería el único canalla en su vida.

Llegó un punto en que no pudo soportarlo más y explotó, lloró y gritó hasta que no pudo más haciendo que su madre se asustara de verdad. Pero así como vino, se fue. Ève parecía volver a ser la chica de siempre, alegre y risueña. Por su cumpleaños número dieciocho pidió ir a Nightove y su padre, queriéndo llenar ese vacío de los últimos años, se lo dió.
   ▲ Familia:

   

   

• Padre: Auguste Coupe. Siempre ha sabido qué decirle a las mujeres y quizá fue así como conquistó a su padre. Su madre, por su parte, se empecinó en hacerle creer que éste era la peor basura del mundo y, susceptible como era, terminó creyéndoselo. No sabe por qué lo odia más, si por lo que le hizo a su madre o por lo que le hizo a ella.
     
  
• Madre: Tea Fairchild. Su mayor error fue creer en un hombre, y bien que aprendió la lección, porque luego de eso no ha vuelto a tener nada serio con alguien. Es una mujer fuerte y decidida que se vale por sí misma pero que, en medio de su manía de controlarlo todo, quiso hacer de su hija algo que no es.
     
  
• Hermano/as: Ninguno.
     
  
• Otros: Tiene un hermanastro de seis años, hijo de su madre y otra mujer. Nunca lo ha visto, y la verdad, no le interesa conocerlo.
  
     
  

   

- Odia, detesta, no soporta que le digan Geneviève. Así le llamaba su padre y lo odia.

- Tiene varios tatuajes a los largo del cuerpo que, obviamente, su madre no aprobó.

- Siempre quiso tener un gato y su madre jamás se lo permitió, ahora tiene uno de peluche para compensarlo. Duerme con él todas las noches.