III. Sinners & Saint's Party | Trama Global Rebeal

Vidrios desquebrajados, astillas desperdigadas por el fino suelo de mármol de la fraternidad de las rosas que hoy estaba mugriento de barro y cubierto por escombros. Richard y Anielka lograron servir los shots de vodka del par de botellas de reserva que cargaban con ellos. Los tragos fueron rápidamente repartidos entre la multitud de Rebeals y Nadmeans que entre la curiosa variedad de vestimentas eran irreconocibles los unos de los otros. Jaló a Kendall cerca a ella y le dió una mirada rápida antes de proceder, elevó el vaso rojo de plástico como señal de brindis— Bueno gente, ¡salud! por la mejor broma de April's Fool — chocó su brazo con el millar que le rodeaban mientras escuchaba el rugido de sus compañeros ante un exitoso destrozo. Las puertas estaban desplomadas en el suelo o a medio caer, las ventanas rotas, las paredes plagadas de graffitis de diferentes formas, colores y mensajes, el suelo… ugh no diría nada sobre los muebles destrozados y la suciedad. En resumidas cuentas, una verdadera porquería. — Bueno, bueno, ahora a organizar todo bitches que la gente no tarda en llegar— dijo la chica rompiendo el círculo que tenía. Sacó el móvil y tecleó con rapidez un mensaje que le envió a todos sus contactos de la universidad, y un par por fuera.

Sus compañeros no tardaron en hacer los muebles destrozados a un lado, limpiar un poco el suelo así no era un peligro inminente caminar, vio que varios instalaban los equipos de sonidos y otros traían el cargamento de alcohol que ya tenían encima. —¿Dónde está la música carajo? — volvió a encender el manos libres que tenía e hizo un par de llamadas rápidas verificando que los barriles de cerveza estuvieran en camino. Salió a la puerta principal y se dirigió al camión de alguno de su compañeros donde bajaban los baúles llenos de disfraces para los invitados. Les había costado a ella y Simon una semana de torturosos coqueteos con los espantosos dependientes de la tienda de disfraces para conseguirlos en descuento. — Colóquenlos en la entrada — ordenó señalando la entrada cuya puerta estaba derribada con la punta de la fusta que tenía en manos. Aquello de estar disfrazada de la versión femenina de Hitler le comenzaba a agradar. El par de fortachones asintieron y la música no tardó en retumbar nuevamente. La búlgara sonrió ampliamente al ver que un par de chicas desplegaban dos pendones gigantes desde el segundo piso, cada uno con los símbolos de las fraternidades responsables de semejante desastre. Le pasaron un botella de cerveza la cual se empinó con rapidez, en menos de lo que se imaginó la gente comenzó a llegar. Entre sorprendidos y divertidos ante el espectáculo que habían logrado elaborar los presentes. — Welcome motherfuckers, elijan un disfraz y pasen, el trago está adentro — anunció la chica a la pequeña multitud que se formaba en la entrada de la fraternidad ajena que ahora ocupaba.

Reglamento.___________________________________________________________________

• Este es un tema INS, sí me salió largo para ser súper instantáneo pero solo es por el post de apertura. La idea es que no se vayan de las 20-23 líneas así no se estanca y lo agilizamos.
  
• Todos pueden participar (:
  
• Sin disfraz no hay post. Obligatoriamente todos tienen que venir disfrazados como hemos acordado previamente, la temática es santos y pecadores, be creative. Como expliqué anteriormente habrán unos baúles a la entrada donde podrán elegir el disfraz que se les dé la gana y ponérselo encima.
  
• Nada de tablillas de rol, la idea es hacer el post ágil.
  
• No hay una secuencia exacta, va por orden de llegada. La frecuencia para que posteen es cada dos post ajenos
  
• Party like there’s no tomorrow

Ahí estaba él, como un reloj. Le habían enviado un mensaje al móvil para hacerle saber que todo lo de la fiesta rebeal estaba preparado y no se había pensado ni dos veces lo de salir de fraternidad para irse a perder el control por una noche. Había elegido un disfraz poco convencional, pero recientemente se había enganchado a ver el anime de Airbeder y de esa guisa se había presentado a la fiesta. No se había rapado el pelo porque le había dado pena, pero se había hecho la flecha en la frente y llevaba un palo. Por si alguno de los naranjitas querían rematar alguna faena.

— Whats up, dude?! — saludó a la Hitler que había montado semejante espectáculo en la casa de las rosadas. Si llega a saber que las pinkie iban a ser tan desatadas seguramente tendría más amigas de esa fraternidad, aunque lo cierto era que le daba un poco de pena por Moira y Audrey. — Que decoración más... ahora es cuando me cuentas qué os han hecho las niñas bonitas de Nightove y eso ¿no? — le dijo a Bonnie, observando todos los destrozos. Los graffitis eran la leche, pero lo que más le impresionó es que ni una ventana o mueble había salido victorioso del ataque. Luego tendría que oír a su hermana por haberse presentado a aquello -ya que le había dicho que ella no iría-, pero de todas formas esperaba que no les cayera mucha mierda encima a las Hammer porque eran unas tías legales. Se acercó a la zona de bebidas para que le pusieran un cubata, le daba igual que fuera cargado que no, el caso era que estaba hasta las narices de los apuntes, de la electrónica y de estudiar y esa noche iba a disfrutar como un enano. Si no encontraba el camino de vuelta a su cama, igual le daba dormir en un banco o en el jardín.

Ni siquiera se imaginaba cuan desastroso pudo resultar la invasión provocada por dos fraternidades contra las rositas; a pesar que quizás pudiese dimensionar lo sucedido, verlo sería absolutamente diferente. Había recibido un mensaje a su celular y aquello había sido suficiente para plantar el bicho de la curiosidad en Déborah, ¿Acaso se lo perdería? Por supuesto que no, quizás no se inmiscuiría en la agresividad, pero el alcohol era imposible negarlo, además una fiesta de disfraces de semejante temática no pintaba nada mal, ¿Tan mal era divertirse? Luego de una rápida ducha se dirigió a las dependencias de las Swaney, casi despreocupada de pensar quienes se encontrarían dentro; esperaba ver a algunas compañeras de habitación al menos.

—Oh, vaya... — pareció impactante —y gracioso— el resultado que obtuvo frente a sus coloridas orbes. Vidrios, figuras de loza y floreros destrozados sobre el suelo, los pétalos de rosa machacados por las pisadas del resto, un ápice de lodo recubría cada segmento de mármol. Avanzó directo a lo que asumía era el montón de disfraces y luego de pensarlo un tanto y revolver entre tanto trapo encontró uno que le acomodó perfectamente. Cruella de Vil sería el personaje que encarnaría esa noche. Un largo abrigo de piel era la característica más perceptible y, por supuesto, también la peluca de una linda cabellera duotono: blanco y negro. Ya lista se acercó hacia los licores, comenzando por el shot repartido por las respectivas Rebeals —ella asumía que lo eran—. Lo bebió en el instante, perfecto para iniciar. Optó por un cigarrilo de inmediato, no importaría ensuciar aun más el estrago que rodeaba cada centímetro, así que ni siquiera lo pensó demasiado. —Veamos que tal resulta esto. — articuló lanzando el humo del cigarrillo con lentitud.

Esa fiesta le habría pasado completamente desapercibida de no ser por tres razones: 1) La estruendosa música que muy seguramente se escuchaba por todo el campus. 2) Los Rebeals se habían encargado de correr la voz de igual manera por todo el lugar con ayuda de megáfonos o incluo a a gritos (al parecer se les olvidaba que pasaba de media noche y algunos estabana en temporada de exámenes, pero bueno). Y 3) Constance le había hecho una amable invitación el día anterior, mencionando muy despreocupadamente que entre los azules y los naranjas destrozarían el hogar de las rosadas. No va a mencionar lo mucho que se alteró cuando escuchó aquello porque sería vergonzoso, pero ajá. Después de que la rubia lo tranquilizó, su única preocupación pasó a ser Moira. ¿Dónde dormiría?, ¿donde viviría? La pobre debía estar aterrada. Pero Constance, de nuevo, se encargó de calmarlo, asegurándole que ella le daría asilo a Moira en su habitación.

Así que ya estaba ahí, observando lo que eran ahora las ruinas de la fraternidad Swaney siendo ocupadas por los Rebeal y muchos otros más como salón de eventos sociales. Suspiró. Ya nada podía hacer, así que lo de menos era atender la fiesta. Se acercó a la entrada e hizo una mueca al darse cuenta de que debía usar un disfraz para poder ser admitido. Rebuscó algo no tan extravagante dentro del baúl y sonrió satisfecho al encontrar lá máscara que caracterizaba perfectamente al Fantasma de la Ópera. Se la puso, cubriéndose la mitad del rostro, y posteriormente se amarró al cuello una sencilla capa negra. Una vez estando listo, se adentró entre la multitud de gente, buscando a quien lo había invitado a semejante evento.

Tardó más tiempo en leer el mensaje en su celular que en llegar al lugar de la fiesta; ella junto con otro chico eran los encargados de la música así que supuso que debía estar presente con anterioridad pero con todo el revoloteo de la destrucción de las instalaciones Swaney el campus estaba imposible. No estuvo en el momento exacto en el que estalló el ataque a las rosas pero cuando vio lo que quedó supo que realmente se habían dado gusto destruyendo el lugar. Aún no llegaban todos así que decidió tomarse su tiempo para escoger el disfraz.

Después de un rato de rebuscar pudo armar su disfraz de Freddy Krueger con un vestido ceñido de rayas horizontales rojas y negras, un sombrero, botas largas y un guante que simulaba una de las garras del personaje. Una vez estuvo lista entró.

Se dirigió hacia donde se organizaba todo el sonido, saludando en el camino a algunos compañeros que reconocía y a la lider de su fraternidad. —Hola todos, hola Führer —recibió una cerveza que le tendieron, dándole un trago antes de empezar a ser pequeñas pruebas de sonido.

Había destrozado media casa y junto con el sublíder se le había encomendado la tarea de colgar a la mascota de la velada. No iba a negar que se lo había pasado absurdamente bien destrozando cosas y infringiendo temor a toda pinkie winkie que se le cruzaba por delante. Se había manchado las manos de tinta de spray y pese haber intentado quitárselo en uno de los baños, había sido casi imposible. Al menos podía decir que la decoración de los espejos y azulejos le habían quedado jodidamente bien.

— Súcubos e Incubos del infierno. — saludó a todos con una sonrisa. Ella había encontrado el alijo secreto de una rosa y estaba bebiendo una botella de vodka completamente a pelo. Descansaba sobre su mano mientras caminaba sobre los altísimos tacones sin caerse entre tantos escombros y cosas indescifrables. — El fuego le da un toque tétrico, ¿no crees Hitler? — le dijo a la búlgara con su cerrado acento escocés, mientras observaba la obra de arte que habían creado y daba un buen trago a la botella.

Estaba tan acalorada que optó por quitarse la banda roja de la cabeza. Utilizarla para recogerse el cabello en una coleta improvisada. Como pudo logró verse en un espejo roto (Bonnie los putearía a todos por no haber obedecido lo de nada de vidrios rotos, lo presentía) y se dio cuenta de que tenía las mejillas manchadas con un poco de polvo. Se limpió el rostro con la manga de la camisa de su disfraz y sonrió, cargando el bate por encima de su hombro. Habían hecho mierda la fraternidad rosa, y lo único que quedaban eran escombros y el eco de los gritos de las swaney que habían saliendo huyendo del lugar. Se acercó al círculo del brindis, y cuando le pasaron una botella de Jack Daniel's para llenar los vasos rojos, se la quedó, bebiendo directamente de esta. No iba a compartir semejante cosa. Buscó con la mirada por todo el lugar a su pelinegra favorita. ¿Dónde carajo se había metido Scarlett? Bufó cuando logró divisarla. Se acercó hasta ella, saludando cordialmente.

—Te odio por no haber querido formar parte de la invasión. Te perdiste de lo más divertido —replicó, mostrándole un puchero.

El torrente de chicos Nadmean se dejó venir en cuanto terminó el rapto de la líder Swaney. Muchos de sus compañeros se habían quedado para culminar el trabajo, pero ella que ya había hecho lo que le correspondía no dudó en correr a las ruinas de la fraternidad, alzando los brazos en júbilo por lo divertido que había sido todo. En la entrada vio lo que parecía ser un baúl de disfraces, sonriendo ampliamente al ver unas alas que darían el toque perfecto a su disfraz. Después de haber usado pantalón, decidió cambiarse y ahora estaba usando uno de sus vestidos de ballet, todo de blanco. Entre la fiesta de pecadores, ella sería el ángel de la salvación... (es decir, no había encontrado algo lo suficientemente "malo" y acudir a la fiesta vestida de figura celestial era mucho más sencillo).

Se acercó a los amarillos y tomó un shot de bebida, riendo con otro grito al alzar los brazos, dedicándole una enorme sonrisa a la DJ que ya empezaba a prender el ambiente. Moviéndose entre la improvisada pista de baile, divisó a lo que parecía ser Garret con una máscara del fantasma de la ópera. Oh, eso era tan él. Rió suavemente e intentó avanzar hacia él, pero antes de alcanzarlo, se sintió chocar con una chica bastante familia, que estaba vestida de... ¿Cruella de Vil? Sin poder evitar reír, abrazó a su compañera de habitación, intentando ser escuchada por encima de la música. —¡Hey, Déb! ¡Pensé que no vendrías! ¿Te estás divirtiendo?

Estaba literalmente golpeándose la cabeza contra el último libro que tenía que leer cuando su móvil sonó. Le quito el sonido rápido, estaba en su habitación y Kiefer parecía haberse quedado dormido, el muy brillante ya había acabado con todos sus deberes desde hace horas. Era un mensaje del pitufo, avisándole de una fiesta en la fraternidad de las barbies. ¿Las chicas los habían dejado? No había entrado a esa fraternidad aun pero de lejos parecía demasiado estirada para una fiesta de esa clase. No se puede decir no a una fiesta, respondió el mensaje y salió con todo y chaqueta, dejando un mensaje a Kiefer por si se levantaba y quería ir.

Ya en la fiesta observo el nuevo decorado de la fraternidad. Se preocupó un poco por las rosadas pero lo olvido cuando lo llevaron a elegir su disfraz, escogió el de Sweeney Todd y se lo puso con todo y peluca, encontró pintura roja que se embarro en el cuello y parte del rostro. Paso a la fiesta, tomando una de las bebidas en camino, no estaba seguro de que era pero no le importaba, al igual que no conocer a la mitad de toda la gente de la fiesta. Una chica con un mechón blanco le llamo la atención, se acercó a ella pero estaba acompañada por una chica en tutu - Señoritas, me gusta lo que han hecho con el lugar. - Señalando a la muñeca de plastico,muy original.- ¿No serás pariente mío, queria Cruella? – le dijo a la chica con los ojos miel, ya que ambos tenían el mismo modelo de cabello.

Saludó a un par de conocidos que no dudaban en saludarla alegremente gastándole un par de bromas sobre su disfraz, pero nada ofensivo eran más amistosos que otra cosa. Terminó por empinarse la cerveza tomando su contenido con rapidez arrojando la botella al suelo, tenía unas ganas de terribles de beber como si no hubiera mañana. No supo que le pasaron después, pero igual lo bebió, tenía sabor a Ron mezclado con algún speed. Steven pasó a saludarla y la chica le dio una palmadita en la espalda — Nada, lo normal, destrozando fraternidades como siempre — dijo encogiéndose de hombros como si no fuese gran asunto, rió un poco. A lo lejos vió a James disfrazado del Al Capone y arqueó las cejas haciendo un gesto con la cabeza como saludo — Nada realmente, necesitaba alguien a quien joder — dijo con completa sinceridad, cuando el chico se marchó se despidió con la mano.

Cuando Scarlett apareció suspiró aliviada, el sonido que tenían hasta el momento era un cacharro improvisado, levantó el pulgar confirmándole que todo iba en orden. El cargamento de alcohol que faltaba no demoró en llegar al igual que sus dealers de confianza — Vamos, entren rápido, ya saben que hacer— dijo saludando a los distribuidores. Brooke no tardó en llegar y le dio un vistazo a la “mascota de la fiesta” atoró una risa y apoyó su brazo sobre uno de los hombros de la chica. —Realmente no quiero saber de dónde lo has sacado, pero le da un toque interesante — la muñeca inflable con el rostro de Drew no tenía precio.— Bueno no más, quiero tequila — dijo pasando su brazo alrededor del cuello de la chica caminando en dirección a la entrada, miró a un par de rubias voluptuosas de su fraternidad — Las dos, den la bienvenida, hagan que la silicona valga lo que pagaron — dijo señalándolas por encima de su hombro. Jaló a Brooke consigo a la entrada y arrebató la primera botella de tequila que vio dando vueltas. — Let’s get fucked Darling — dijo elevando la botella imitando el acento inglés que nunca poseería.

Bebió rápido el shot de vodka y sonrió complacida, de a poco el sitio se comenzaba a llenar de gente, cada uno con su propio disfraz y semblante perfecto. Rostros desconocidos, sí, pero no aguarían la fiesta por ningún motivo. Se adentró entre el sitio esquivando un par de cuerpos y trizando con sus tacones tanto la madera débil como los pequeños vidrios que en el suelo se encontraban dispersos. —Esto es un desastre. — murmuró para si con lo que costaba caminar, ¿por qué jodidos había elegido tacones? maldijo profundamente, pero antes que pudiese seguir en ello, un abrazo repentino la sorprendió. —Aw, Const, eres un angelito... — rió ante su presencia tan celestial. Elevó también su voz para ser escuchada, si seguía así, de seguro al otro día amanecería totalmente afónica. —¡Claro que vendría! ¡Las fiestas no se le niegan a nadie! — es solo que ella no participaba en situaciones que se caractericen como 'rebeldía' ya estaba algo vieja... y de cualquier modo, jamás había sido así.

De pronto, un Sweeney Todd se acercó y no pudo evitar lanzar una carcajada ante su comentario. —¡Oh! ¡Querido! — lo desconocía, pero no estaba nada de mal seguirle el juego. —Quizás si, en algún universo paralelo tenemos que ser hermanos. Me gusta tu cabello, se ve genial. — esbozó al final, alzando su diestra por una mesa cercana y rebuscando una botella de cerveza. Bajaría los grados, dios, esperaba que aquello no le pasara la cuenta.

Bien el asunto era el siguiente: Las fiestas no eran lo mío. Pero me había comprometido y como tal debía responder a ello. No me molestaba o que tenía que hacer, después de todo no era quién como para negar aquello que tan feliz podía hacer a algunos, por lo que cuando me dieron la encomienda ya dosificada, lo acepté sonriendo y con la intención de hacer un buen trabajo. La cosa es que tendría que andar sola. La odiosa de Mith se había escapado por una fidelidad nueva y olvidando el trato en el que habíamos quedado cuando la idea de la fiesta se había hecho pública y el comenzar a buscar disfraz nos había ocupado horas, mismas que ahora eran solo una pérdida, pero ya le había gritado lo suficiente como para crear más frases llenas de puteos que dedicarle. Me maquillé de forma exagerada del mismo modo en que la revista me lo mostraba y me vestí con el gran vestido blanco, dos en uno, ropa de ángel y rostro de salvaje criatura, quizás lo más acorde con lo que haría esa noche. Suspiré sabiendo que no alargaría más la noche y salí.

Cuando llegué al lugar sonreí abiertamente, sí se había echo un gran trabajo y Bonnie tendría de que agrandarse cuando todo esto acabara y la suspensión fuera cosa ya que no se pudiera evitar. Vi a varios conocidos, pero no me acerqué a ninguno, la idea de esa noche era tentar, vender, recibir y largarme. Y puesto que no tenía más que hacer comencé a recorrer la fiesta no sin antes abastecerme. Pedí un Ron cual pirata con ansias y con la copa en mano y un gran trago como si de fortaleza necesitara llenarme empecé la noche.

Después de causar uno que otro destrozo (Demasiado en realidad) venía lo mejor de la “super fiesta de la destrucción blonda” ¡La pachanga! Bailar hasta que las piernas no puedan sostener el peso del cuerpo o, aún peor, hasta perder la conciencia por beber tanto alcohol. Su traje de santa era un asco, todo destrozado y mal oliente, por suerte lo había previsto y traía otro traje consigo; Alex DeLarge. Si ese hombre no significaba destrucción, nada lo era. Se paseaba con su bate y cantaba “singing in the rain”, imitando a la perfección al personaje de aquella épica pelicula, quitándose el gorro solo cuando una dama hermosa se acerca a su persona. La fiesta era un paraíso, hombre vestidos sensualmente y mujeres con ropa que poco dejaba a la imaginación.- This's the best party, bitches!.- Gritó a todo pulmón, recibiendo de vuelta el beso de una chica que no conocía o era incapaz de reconocer, mas no le importó y correspondió. Podía ser culpa del alcohol o del ambiente que envolvía el lugar. Lo amaba todo.

Caminaba al ritmo de la música, tomando cualquier cerveza que encontrara en el camino y rechazando las cosas que se veían un tanto… prohibidas. Tenía sus límites. Apenas llevaba unos minutos en la fiesta pero ya estaba todo sudado, la máscara se resbalaba de su rostro hasta que se la quitó. Tropezó con unas personas más ebrias que él (Si eso era posible) y, por suerte, encontró a su amigo a un par de metros.- ¡Hey Mason! .- Le gritó desde lejos, ignorando que él estaba hablando con otras personas.

—¡Me alegra que estés aquí! —gritó de vuelta, riendo. Entonces un chico con un montón de cervezas pasó a su lado y una sonrisa fue suficiente para que le dejara tomar una antes de seguir con su camino. Cuando regresó la atención a su compañera de habitación ya estaba platicando con lo que parecía ser Sweeney Todd modernizado. Rió a carcajadas y alzó la recién adquirida botella hacia el chico por tan buen disfraz. Eso definitivamente merecía un brindis. ¿Por qué no había pensado ella en ir vestida como algún personaje clásico de las obras teatrales? Ahora un ángel le parecía demasiado simple.

Vio como los chicos se enfrascaban en una conversación sobre gente con mechones blancos y acarició suavemente la cintura de Déb, susurrando en su oído: —Creo que vi a un amigo cerca de aquí. Ya vuelvo —sonrió para la chica Nadmean y regresó a la multitud, intentando no perder de vista a Garret. Encontrarlo después sería todo un suplicio, porque entre toda la gente era más fácil que se perdiera ella. Cuando finalmente alcanzó a su francés favorito, no dudó en tomar impulso y rodear su cuello con ambos brazos, exclamando emocionada en su oído: —¡Viniste!

Estaba enterada de todo lo que las fraternidades aliadas estaban haciendo, tenía ganas de participar, pero por esta vez había dejado pasar la gran parte de la acción, di un paso al costado, quería ver como funcionada todo el asunto primero que nada, quizá en una próxima oportunidad de seguro lo haría. Se supone que la fiesta era con una temática, así que fui a una tienda de disfraces temprano encontrando el disfraz de cisne negro, iría a lo Portman, me había gustado esa película por que no utilizar ese atuendo, aun no sabía si me iba a quedar hasta que nos echaran o iría a ver más que nada por saber como había quedado la fraternidad rosa, la curiosidad me mataba..

Una vez con todo en orden me miré al espejo, no me sentaba mal, así que emprendí el camino, al llegar me quede sorprendida con lo que habían hecho, parecía una casa abandonada, vidrios rotos, muebles estropeados, etc... Entre y salude a algunos que conocía nada más de vista y me fui directo donde estaban las bebidas - un vodka negro - pedí mientras me sentaba en una especie de barra improvisada, en nada ya tenía mi vaso y estaba bebiendo mientras seguía mirando, ahora con más detalle en las condiciones que se encontraba el lugar y veía además como todos disfrutaban de la fiesta...

Le sonríe y peina la peluca exageradamente una vez – Lo único, parece que todo el horroroso encanto lo tienes tu- Hablando de su atuendo en general. Se termina todo el contenido de su trago, le cosquillea la lengua. Observa a la chica tomar una cerveza de la mesa, tira su vaso por la espalda (total para el desastre que había ¿Qué más daba un pobre vaso más?) Y se pone a buscar algo más que una cerveza. Curioso pero las cervezas no le pegaban a la cabeza para nada, era lo único que había en la mesa, busco en otra encontrando una botella de vodka, justo lo que necesitaba – Las cervezas me dan cosquillas – comento dándole un gran trago a la botella, sentía como si hace mucho tiempo no hubiera bebido como se debía, así que decidió que este día no se controlaría, la cuenta podían pasarla mañana cuando lidie con una buena resaca.

Entre la oxidada música escucho que lo llamaban, era Mijail que se dirigía hacia él y traía un bate. - ¡Mijail, bro! Los pitufos si saben cómo gastar el tiempo ¿eh? – Cuando llego, le cambio la botella por el bate – ¡Wow! Tengo que usar esto- giro el bate una vez, su arma favorita si se encontraba en un apocalipsis zombie o algo parecido.

Debido a mis "responsabilidades" para aquella noche sabía que no habría tiempo para andar revisando los disfraces que pondrían a la entrada, por lo que lo único que hacía sentido para mantener el ambiente que debíamos intentar lograr con aquella fiesta era justamente venir disfrazado desde antes.

Dado el tema elegido, había buscado por internet alguna tienda que alquilase o vendiese disfraces que pudiesen interesarme, pero finalmente todos los que había visto eran un bodrio. Por ello, me decanté por comprar una crema de color rojo de secado rápido (?) y, antes de ponerme unos pantalones de cuero y botas con terminaciones de metal, me la pasé por todo el torso, los brazos, el cuello y el rostro. Finalizando aquello, me ajusté unos cueros en la cabeza y así fue como hice mi ingreso a la fiesta, poniéndome de inmediato detrás de la barra y empezando a servir los tragos a quien me los pidiese.

Ya que la crema era justamente de secado rápido, al menos no estaría manchando los vasos, botellas ni nada con mi contacto, que de todas maneras era algo que convenía si no quería terminar decolorándome por completo y simplemente siendo un tipo sin camiseta, aunque no era que me fuera a avergonzar, como obviamente podía verse.

Por lo demás, solamente me faltaba hacer malabares con los tragos para ser todo un bartender profesional, así que estaba bastante satisfecho.

El sitio se había llenado en menos tiempo de lo que él había pensado, y no era como si antes de llegar él no hubiese estado lleno, pero simplemente ahora había demasiadas personas. Echó un vistazo circular a la habitación en donde se habían concentrado todos -donde estaban las bebidas y música- y sonrió con gracia al escuchar a la líder Rebeal. — Has soltado a las fieras y tanto reprimir... Buena destrucción.— la felicitó devolviéndola la palmada en la espalda. Ser la líder tenía sus ventajas y su desventajas, y es que cuando montaba algo así prefería estar lejos de su amiga que era el centro de atención.

Recogió su bebida, en cuanto se la tuvieron y de haber sido otra persona habría hecho una mueca con la boca de tanto alcohol que le habían echado, pero bebió sin quejas. Se apartó de aquella zona donde mucha gente se estaba recopilando y se movió hacia una zona más despejada donde vio a unos cuantos compañeros de fraternidad con los que se puso a charlar animadamente, sin prestar atención si conocía o no a alguien más por la fiesta. Los disfraces le desconcertaban y si la gente iba con máscaras más. Aunque ahora que lo pensaba debería haber ido como Jason y su motosierra.

Después de haber dado el "visto bueno" para que sus compañeros comenzaran la destrucción de la casa Swaney, éstos cumplieron su cometido a rajatabla, y al cabo de unos minutos, la música comenzó a sonar a más volumen aún, y comenzó el traslado de los barriles de cerveza, las botellas de alcohol, los vasos de plástico... incluso prepararon una especie de barra de bar en la que varios compañeros se encargaron de servir copas. Ella, por su parte, vestida de monje budista, prendió un pequeño manojo de hojas de marihuana para acto seguido soplarle, de modo que en lugar de comenzar a arder descontroladamente, únicamente se quemara poco a poco dejando tras el una cortina de humo con un fuerte olor. Comenzó a pasearse por la estancia así, meneando el manojo de yerba de aquí para allá, hasta que se encontró con Steve, al que saludó animadamente. - ¡Steven! ¡Has venido a la fiesta! - si, ya iba un poco colocada, y no podía evitar resaltar algo que era más que obvio. - Que conste en acta que yo fui buena y no he roto nada... - dijo, con un tono de lo más inocente y angelical.

Estaba bebiendo tranquilamente de mi vaso, moviendo el pie al ritmo de la música que sonaba, cuando me pongo atención en la barra, a los que estaban atendiendo allí, entonces es que me doy cuenta que uno de los barman es nada más ni nada menos que Richard, me había costado reconocerle en un principio debajo de tanta pintura roja, así que al chico le había tocado trabajar aquella noche, sabía que era barman, al igual que el sabia que también era bartender, esta noche les tocaba a los Reabel tener esa función, por ese motivo era que no estaba yo detrás de la barra, ese pensamiento me hizo recordar que necesito encontrar un trabajo pronto, iría a ver a los bares de por aquí si había algún cupo.


Me levante de mi silla con el vaso en la mano y camine hacia el lado donde se encontraba él - lindo atuendo - musite sentándome en el taburete improvisado -a que no te gusto ningún disfraz pre hecho y te hiciste uno con lo que tenías a tu alcance- reí un poco por el comentario, ya que suponía que a lo mucho el chico había buscado en internet alguna tienda de disfraces y que no le había llamado la atención nada. Mi disfraz no era muy elaborado, era fácil conseguir una malla y bueno con el maquillaje era experta, así que no tuve problemas. Di otro trago a mi vaso mientras le miraba atender a al gente.

La sonrisa inocente que había decorado su rostro durante un buen rato se ensanchó al escuchar a Hammerschmidt. Decir que no se quería saber una cosa era signo obvio de que, en el fondo, te morías de la curiosidad. Y Brooke no iba a dejar a su líder con el misterio. — Contraté a un experto en el tema. Tener un prostituto en la fraternidad siempre ayuda. — respondió mojándose los labios. El encargado de hacer el pedido había sido Sid, por supuesto no le iba a quitar mérito, pero la de la idea inicial de la mascota había sido Hardie. Ella había querido colgar de verdad a Drew, pero como nadie quería que sufriera verdadero daño -solo psicológico- se tuvo que conformar. Miró a las dos rubias de pelo en pecho que aparecieron y una absurda idea le cruzó por la cabeza, por lo que se echó a reír sin pretenderlo. Bebió de su vodka y como si nada se dejó llevar por su líder.

Mientras se iban haciendo hueco hacia la entrada vio aparecer a su mejor amiga, pero lejos de ir cual loca a saludarla, simplemente siguió adelante. Quería a Chiara como una hermana, pero no le gustaba meterla en los mismo líos que ella acababa enzarzada, además de momento su relación con Bonnie seguía siendo inestable y no iba a forzar una situación incómoda. Si fuera otra persona ya la habría arrastrado con ella, pero no a D'Ascolli. — Si vamos a ser fuckeadas, por favor, que estén buenos y la tengan... grande. Sí, puestas a pedir. — volvió el rostro para ver a un par de muchachos que se quedaron mirándola cuando habló de básicamente penes y les sonrió. — Pervertidos. — bajó la mirada hacia la entrepierna de uno, puso cara de decepción y bebió de su botella mientras continuaba caminando con la morena. — Creo que me voy a hacer lesbiana, los tíos cada día vienen con el armamento más pequeño. — resoplo.

Le ofreció una media sonrisa a Steven, y continuó a reírse con Brooke. La música se intensificó explayándose por el considerable equipo de sonido y la morena movió la cabeza al compás de la música sintiendo el ritmo hacerle cosquillas en las puntas de los pies. Las personas a su alrededor comenzaron a amontonarse en el centro del salón bailando con bastante ánimo, el resto se esparcían contra las paredes, la mitad platicando amablemente y la otra mitad intercambiaban mercancía para aquella noche. Se empinó la botella dispuesta a arrasar con su hígado aquella noche, una cortina de humo pasó por encima de sus cabezas y un fuerte olor a hierva inundó sus fosas nasales. — Yo tengo mi parte asegurada — le dijo a la castaña con una mirada pícara y una sonrisa de par en par — Yo no tengo ninguna objeción, el mío está bien equipado— dijo sin poder evitar reír al final y los chicos aparentemente interesados no ayudaron para nada, les dió una palmadita en el hombros a los dos — Otro día será — dijo pasando por ellos.

— Ya, yo conozco un par que follan de maravilla, te conseguiré algo — No supo si era el fuerte olor a marihuana o que llevaba media botella de tequila en menos de quince minutos pero todo le parecía extremadamente divertido. — Demonios, ¿vienes a decirme eso ahora que estoy fuera del mercado Hardie? — dijo fingiendo molestia — Bueno, ¿tienes algo encima? Porque hierva no me cae — le pregunto a la italoescocesa con tranquilidad.

Desde el momento en que había llegado a ejercer mi responsabilidad en todo aquel asunto, no podría decirse que hubiese tenido algún momento de descanso, ya que después de todo era una fiesta, y en el ambiente universitario en el que me desenvolvía lo normal era que eso se traduciese en un consumo ingente de bebidas alcohólicas. De ahí que tuviera una responsabilidad, para empezar. Los pedidos iban y venían, y apenas daba abasto, tanto que seguro que si no hubiésemos sido dos detrás de la barra lo más probable era que hubiese terminado colapsando.

Las cosas por fin se empezaban a calmar, sin embargo, una vez que la mayor fracción del grupo estuvo servida y los pedidos se hicieron menos frecuentes, al menos por el momento. Fue entonces cuando escuché una voz conocida dirigiéndose a mí, reconociéndola de inmediato. -Algo así- respondí, volviéndome hacia ella. -¿Y tú te has disfrazado de bailarina de ballet emo?- le pregunté, echándome a reír una vez que hube visto su atuendo.

Y el momento había llegado. Las fiestas de las Fraternidades de Nightove eran bastante aclamadas por el lugar y las Rebeal encabezaban el ranking por excelencia. La temática: santos y pecadores. A Anie no le hacía gracia ir con lo típico, disfrazada de diablesa sexy o cosas por el estilo; se había medio fabricado su disfraz con la ayuda de una señora mayor de Evesham a la que iba a visitar muchas tardes como parte de su voluntariado. Había comprado unas telas en una tienda local y la señora había puesto en marcha su maquina de coser y sus dotes para confeccionarle el disfraz. La Virgen María. Ese era el atuendo de Ani, unas telas en color blanco y celeste, que simbolizaban la pureza, que formaban el vestido típico de las hebreas de aquella época y otra tela que rodeaba su cabeza y llegaba casi a su cintura. ¿Alguien más santa que María? Nadie.

Su papel en la fiesta tenía leña, le tocaba hacer de barman y servir las copas detrás de la barra. Una vez se colocaron los altavoces, bebidas y demás, la polaca se colocó detrás de la barra y cuando la gente había llenado por completo el espacio empezó el agobio, la barra se llenó de universitarios deseosos de empezar a consumir - Ricki, ¡mueve el culo! - la rubia le dio un leve toque con su cadera a su compañero de barra. Vodka por aquí, Ron-cola por allá, tequila por aquí, tequila por allá. En cuanto la barra se había despejado un poco, Ani se apoyó sobre una especie de neverita detrás de la barra y se sirvió un Vodka-lima para ella, colocó un limón cortado en el borde del vaso y bebió haciendo un rodeo con su mirada por la zona, a ver qué se cocía...