III. Sinners & Saint's Party | Trama Global Rebeal

Recuerdo del primer mensaje :

Vidrios desquebrajados, astillas desperdigadas por el fino suelo de mármol de la fraternidad de las rosas que hoy estaba mugriento de barro y cubierto por escombros. Richard y Anielka lograron servir los shots de vodka del par de botellas de reserva que cargaban con ellos. Los tragos fueron rápidamente repartidos entre la multitud de Rebeals y Nadmeans que entre la curiosa variedad de vestimentas eran irreconocibles los unos de los otros. Jaló a Kendall cerca a ella y le dió una mirada rápida antes de proceder, elevó el vaso rojo de plástico como señal de brindis— Bueno gente, ¡salud! por la mejor broma de April's Fool — chocó su brazo con el millar que le rodeaban mientras escuchaba el rugido de sus compañeros ante un exitoso destrozo. Las puertas estaban desplomadas en el suelo o a medio caer, las ventanas rotas, las paredes plagadas de graffitis de diferentes formas, colores y mensajes, el suelo… ugh no diría nada sobre los muebles destrozados y la suciedad. En resumidas cuentas, una verdadera porquería. — Bueno, bueno, ahora a organizar todo bitches que la gente no tarda en llegar— dijo la chica rompiendo el círculo que tenía. Sacó el móvil y tecleó con rapidez un mensaje que le envió a todos sus contactos de la universidad, y un par por fuera.

Sus compañeros no tardaron en hacer los muebles destrozados a un lado, limpiar un poco el suelo así no era un peligro inminente caminar, vio que varios instalaban los equipos de sonidos y otros traían el cargamento de alcohol que ya tenían encima. —¿Dónde está la música carajo? — volvió a encender el manos libres que tenía e hizo un par de llamadas rápidas verificando que los barriles de cerveza estuvieran en camino. Salió a la puerta principal y se dirigió al camión de alguno de su compañeros donde bajaban los baúles llenos de disfraces para los invitados. Les había costado a ella y Simon una semana de torturosos coqueteos con los espantosos dependientes de la tienda de disfraces para conseguirlos en descuento. — Colóquenlos en la entrada — ordenó señalando la entrada cuya puerta estaba derribada con la punta de la fusta que tenía en manos. Aquello de estar disfrazada de la versión femenina de Hitler le comenzaba a agradar. El par de fortachones asintieron y la música no tardó en retumbar nuevamente. La búlgara sonrió ampliamente al ver que un par de chicas desplegaban dos pendones gigantes desde el segundo piso, cada uno con los símbolos de las fraternidades responsables de semejante desastre. Le pasaron un botella de cerveza la cual se empinó con rapidez, en menos de lo que se imaginó la gente comenzó a llegar. Entre sorprendidos y divertidos ante el espectáculo que habían logrado elaborar los presentes. — Welcome motherfuckers, elijan un disfraz y pasen, el trago está adentro — anunció la chica a la pequeña multitud que se formaba en la entrada de la fraternidad ajena que ahora ocupaba.

Reglamento.___________________________________________________________________

• Este es un tema INS, sí me salió largo para ser súper instantáneo pero solo es por el post de apertura. La idea es que no se vayan de las 20-23 líneas así no se estanca y lo agilizamos.
  
• Todos pueden participar (:
  
• Sin disfraz no hay post. Obligatoriamente todos tienen que venir disfrazados como hemos acordado previamente, la temática es santos y pecadores, be creative. Como expliqué anteriormente habrán unos baúles a la entrada donde podrán elegir el disfraz que se les dé la gana y ponérselo encima.
  
• Nada de tablillas de rol, la idea es hacer el post ágil.
  
• No hay una secuencia exacta, va por orden de llegada. La frecuencia para que posteen es cada dos post ajenos
  
• Party like there’s no tomorrow

La destrucción daba paso a la fiesta y ya cuando no quedaba nada más por hacer mierda, comenzaron a llegar los miembros de otras fraternidades a "disfrutar" de la fiesta de los Rebeal. Ulrik había lanzado hacia un lado el bate con el que habían estado junto a John lanzando los adornos de la fraternidad rosa al demonio. Cuando los adornos no volvieron a llegar hasta su bate, supuso que el otro Rebeal se había cansado. Y se habría enfadado de saber que John lo había drogado para luego dejarlo a su suerte.
Rápidamente se pasó por la ventana rota y comenzó a buscarlo... ¿Dónde demonios estaba? intentaba hacerse paso entre la gente y no muy lejos lo divisó: Estaba acercándose a una cara bastante familiar para él a pesar del maquillaje. ¿Estaba hablando con la amiga de Mithian? Arrugó el ceño confuso, y levantó la máscara que llevaba, para que su rostro quedara al descubierto y comenzó a caminar con cuidado.

Curioso, -sin contar lo borracho y drogado que estaba- se acercó a ambos rebeals para ver qué hacían. John nunca hablaba con otros y si lo hacía era sólo por interés. Tambaleante, se acercó hasta ellos -¿Qué mierda haces Schuster?- preguntó aguzando su vista, intentando fijarse en ambos con cuidado. Apoyó una de sus manos en el hombro de John y miró a Isabel. Extrañamente, le sonrió quitó su mano del chico para acercarse a la chica, pasándole un brazo por los hombros -Ey Bauhernn...- le dijo, apoyándose en ella porque no podía estar derecho por sí solo -¿Quieres ser la madre de mi hija?- preguntó alzando una ceja; haciendo alusión a cómo ella lo había llamado cuando lo encontró con Heldig aquella vez en la calle.

Ahora comprendía porque las personas solían dejarse el atrezzo siempre en casa, porque molestaba lo indecible. Llevar un palo con él toda la noche iba a ser una tortura, pero sabía que iba a acabar olvidándolo por algún punto de la casa o sus alrededores. Se apoyó en el susodicho mientras charlaba con los chavales para justo oír una voz conocida acercándose a él con mucha animosidad. — ¡Spaghettini! — exclamó y la rodeó con el brazo que tenía la bebida para darla un abrazo amistoso. — ¿Estás segura? — le miró suspicaz, aunque en sus labios se podía ver una bonita sonrisa de complicidad. La creía, después de todo a Chiara no le pegaba nada ser una destructora nata, ni ir armando escándalo, pero tenía que ayudar a su fraternidad y lo respetaba. — Va, sí, te creo. Eres una inocentona. — le dijo con una sonrisa burlona. Dio un trago a su bebida, que ya ni recordaba de qué era y echó un vistazo circular. — No te veía en este tipo de fiestas, la verdad, Chiara. ¿Te han amenazado? — murmuró burlón, apartando el brazo con velocidad cuando una chica ya borracha intentó quitarle su hermoso cayado. Cuando se apartó tambaleando la dio en el trasero con una de las puntas. — Que maleducada... —

Definitivamente estaba perdido. Y que toda habitación en el edificio de hubiese hubiese sido masacrada no lo ayudaba a terminar de identificar si se encontraba dentro de una recámara, la sala común o incluso algún baño. Frunció ligeramente el ceño, parándose sobre un escalón a punto de ceder ante cualquier peso, barriendo con la mirada el lugar en busca de Constance. ¿Dónde se suponía que estaba? Bajó de ahí cuando la madera empezó a crujir. Suspiró, decidiendo darse por vencido cuando sintió unos brazos alrededor de su cuello, sonriendo al escuchar su voz por encima de la música. Besó su sien, rodeándola también, pero procurando no estropear sus alas. —Al fin, mi ángel de la guarda —bromeó, separándose después—. Estaba por comenzar a buscarte debajo de los escombros. A ver si les dieron rienda suelta —la miró—. Espero que no te metas en muchos problemas por esto.

Había olvidado completamente que la líder se había echado novio, pero fuera como fuese a Brooke poco le importaba. Ella seguía gozando de su libertad y era suficiente, nunca había tenido problemas para encontrar a alguno que le calentara la cama y aquella noche dudaba que fuera diferente. Dio un largo trago al vodka robado -que siempre sabía mejor- y se puso a bailar al escuchar la música que comenzó a salir de los altavoces con fuerte. Sinuosamente, claro, como no podía ser de otra manera. — A ver cuando me lo prestas. — la guiñó un ojo cómplice, pero no lo había dicho en serio. Al menos no del todo. Bonnie le caía lo suficientemente bien como para respetar a su novio y a ella; así que no haría nada. Además el nadmean no era precisamente su tipo, salvo quizás por el tamaño reconocido de su armamento. No dudaba de la palabra de Hitler.

— ¿Cómo de bien? — alzó las cejas sinuosamente, interesada en la jugosa información que le brindaba su compañera. Bebió de nuevo y se bajó la capucha de su disfraz, encontrándolo particularmente molesto debido al calor que sentía. Era inmune al frío desde que tenía memoria, así que con la destrucción, el alcohol y que no paraba quieta no tardaba mucho en sentirse sofocada. — ¿Qué quieres que te diga Hammerschmidt? Una no puede controlar las nuevas motivaciones o, quizás debería decir desmotivaciones genéticas de los chicos del campus. — claro que como había estado con tantos tíos -normalmente fuera de la universidad- ahora que expandía horizontes dentro, se estaba llevando una decepción. — Te haré un hueco en mi apretada agenda de probar cosas nuevas. — la guiñó un ojo cómplice. Los orbes azules de la italoescocesa chispearon de excitación y se rió. Echó una mirada alrededor e hundió la mano en su escote, sacando una pequeña bolsita de plástico con cuatro o cinco pastillas. — Es tu día de suerte. La droga favorita de los estudiantes y deportistas. — ronroneó moviendo la bolsita de anfetaminas delante de la cara de la líder. — Con moderación...— añadió con una sonrisa maliciosa, no diciéndolo en serio mientras entregaba el paquete. Ella ya se había tomado una antes.

Hasta el momento no me había ido nada mal. La mayor parte de los asistentes a la fiesta habían llegado lúcidos o al menos parcialmente porque se sabía que allí conseguirían lo que buscaban, por lo que en poco tiempo aquello que llevaba ya estaba a punto de terminarse, lo que era una buena señal para acabar con mi presencia en esa fiesta y simplemente irme a dormir que era lo que más deseaba. El trago con el que había empezado aquella fiesta ya se había terminado hacia un tiempo y el segundo y esperaba que también el último, se acomodaba en mi mano a la espera del fin de aquello. Sonreí abiertamente cuando un nuevo chico se acercó a mí, quién si la suerte estaba de mi parte sería quién me liberara al fin. Pero en eso estaba cuando se apareció. De no ser porque lo había visto ya en dos ocasiones antes segura ya de cómo era su rostro, ahora simplemente no lo habría reconocido al compararlo con aquel chico que conocí en la fiesta familiar de Mithian y por supuesto, menos de ver en la actitud y estado en el que había llegado.

Mis ojos se abrieron al instante cuando apoyado en mí, porque lo más seguro es que de no hacerlo iría a dar contra el piso, se desarrollaba un chico completamente desconocido- Hey Sorensen, parece que drogado reconoces mejor a las personas –jamás se había dirigido a mi ni por mi apellido ni nombre, lo que claramente evidenciaba su estado. Sonreí divertida y alzando la ceja del mismo modo en que él lo había hecho, tomé su brazo y lo alejé de mi- Ten cuidado que sigo siendo una chica y la urticaria que te provocamos no desaparecerá aún con todo el alcohol que llevas encima -di un nuevo sorbo a mi trago mientras negaba- Y lamento rechazar tu propuesta, pero dado que el padre sigues siendo tu -me alcé de hombros y callé. No me iría de allí pues mi trabajo aún no terminaba y en ese instante ver lo que el alcohol y la droga podían hacer en aquellos dos era algo que me dejaba bastante curiosa y sin la posibilidad de alejarme.

Le rodeó ella también con la mano libre, para evitar quemarle el pelo o algo con el manojo de yerba que aún seguía humeando - Que sí, que yo sólo me encargué de vigilar con Jude para que nadie nos pillaran... no será difícil reconocerle, va disfrazado de conejito de Pascua... - dijo, con una risita. El disfraz de su mejor amigo le había parecido de lo más chistoso. Y justo en ese momento se fijó en su disfraz, que le encantó. - ¡Eh, tú también vas de monje budista...? Ah, no, que tú tienes un palo... ¿para qué es?- la curiosidad la mataba, aunque sabía que poco importaba, y seguramente el chico ni iría de monje sino de una especie de guerrero oriental. - Sí, he venido bajo amenaza de muerte de la Führer. Ya sabes, teníamos que venir todos y eso, y yo tampoco es que me pierda una fiesta, así que... - aunque destrozar muebles no era lo suyo, la diversión fascinaba a la italiana. Se rió cuando le vio darle en el culo a la que había intentado quitarle el palo - Es que el palo mola un montón... - buscó con la mirada algo que beber, pero nada. - Me apetece una cervecita... me acompañas a la barra? ¡Así te presento a Anielka!- y sin esperar respuesta, se acercó hasta donde la rubia estaba repartiendo copas arrastrando tras ella a su amigo - ¡Anie, cervecita aquí para mí! - pidió, inclinándose sobre la superficie de la barra. - Mira, este es Steven. Steven, Anie cascarrabias, Anie cascarrabias, Steven... - sí, la italiana se ponía realmente eufórica en cuanto estaba en una fiesta. Más de lo normal.

Jugueteaba con el vaso en mis manos mientras miraba como Richard atendía gente, la habilidad se notaba, cualquier inexperto en el tema ya hubiese derramado bastante licor o quebrado más de un vaso, por lo que respectaba al mio aún le quedaba un poco. Al escuchar lo que mi amigo decía no pude más que mirarle con el ceño levemente fruncido - Si claro, de bailarina emo - bufe y le daba fondo a lo que quedaba de alcohol - Cisne negro, y sirve otro - le lance el vaso deslizándolo por la "barra" ya que sabía que él lo iba a atrapar - No me hace gracia Adams - relaje mis hombros y luego le sonreí, solo estaba bromeando, tampoco era como que mi disfraz fuese la gran cosa.

llego más gente a la barra entonces me puse a mirar de nuevo el lugar y como los demás presentes disfrutaban de lo que habían hecho, de esperarse era que ninguna rosita estuviera en la fiesta, quizá donde se fueron a esconder, entonces recordé a Nina, pero conociéndola seguro que huyo al primer ruido - Fuiste parte de todo esto - señale el lugar mientras le preguntaba a Richard cuando de nuevo se había desocupado y ya estaba cerca mio - Un momento, mi pedido... que mal bartender eres - dije negando con la cabeza para luego reír.

-¿Drogd... Drogado?- preguntó incrédulo ante las palabras de la amiga de Mithian y negó con la cabeza. -Yo no estoy drogado. No le hago a esa mierda- respondió al comentario de ella y miró a John. -Tú sí, ¿no?- le dijo al único chico que podía considerar "amigo". -¿Crees que soy gay?- le preguntó poniéndose serio, como si le importara lo que una chica pudiese pensar de su virilidad. Tal vez, a fin de cuentas si le importaba, porque en el estado en el que se encontraba no podía decirse que escondiera todo de él.

Se tambaleó un poco para terminar apoyado en Schuster -Tanto ustedes como éstos- señaló al chico del que se apoyaba -Son lo mismo para mí. No me provocan nada- añadió encogiéndose de un hombro. -¿No quieres? Tú te lo pierdes. Habría sido un esposo perfecto- se llevó una mano a la nariz y frotó la punta de esta -Habrías entrado a la familia de tu queridísima Mithian- añadió rodando los ojos para luego quitarle la bebida que ella tenía en sus manos para tragársela. Su personalidad no era aquella, pero en cierto modo las características más ocultas de él afloraban estando alcoholizado y drogado, esto último, sin siquiera saberlo.

Dios, ¿en qué momento se había llenado tanto el lugar? Sentía que la temperatura de su cuerpo se alzaba unos grados más mientras la barra estaba cada vez más pedida. Sonrió abiertamente enseñándole el dedo del medio a Blake. —A diferencia de ti, conozco mis prioridades; y aunque destruir habitaciones llenas de Hello Kitty habría sido divertido, los días sin dormir por el montón de copias que debo leer para la otra semana no —se encogió de hombros y tomándola de la mano la arrastró hacia el puesto del DJ, poniéndose los audífonos y mordiendo su labio inferior mientras se hacía cargo de la música, se volvió hacia Blake arqueando ambas cejas porque no pensaba hacerlo sola—. Tú me ayudarás con esto.

Hizo algunas mezclas con lo que sabía del uso de los equipos moviendo su cuerpo al son de la música y haciéndole un gesto a la castaña para que sacara lo que sea que hubiese traído. Porque Blake nunca iba a una fiesta sin drogas. Nunca. Golpeó una vez el micrófono alzando la mirada hacia las personas que allí se encontraban, podía distinguir a algunas pero todo estaba demasiado oscuro, y antes de reanudar la fiesta con el estruendo exclamó a través del altavoz: —No hay porqué preocuparse porque lo que pasa en Sinners and Saint's Party, ¡se queda en Sinners and Saint's Party!

No podía hacer más que reír con la manera en que parecía ofenderse Nerea por el comentario que le había hecho sobre su disfraz, particularmente porque tenía una idea bastante clara de que era porque se lo estaba tomando en un buen humor y no tomárselo a mal, que al final de cuentas era el punto. Atrapé el vaso que se deslizaba por la barra antes de que se cayese al suelo que era el riesgo que corría. -Hasta donde yo sabía, los cisnes tenían plumas y eso. Creo que las patas las tienen coloradas, aunque de eso no estoy seguro...- comenté, sacándole la lengua.

Antes de que pudiera hacerle caso y servirle su vaso, una nueva horneada de gente se acercó para hacer sus pedidos, que nos pusimos a atender entre los dos que estábamos tras la barra de la mejor manera posible. -Pues básicamente estoy a cargo de la barra, así que cuando llegué esto ya estaba así, pero fue cosa de la fraternidad- le respondí, alzándome de hombros cuando me hube desocupado. -Por lo demás, no tengo idea de qué era lo que bebías, así que tampoco te podía servir. No seas mala cliente, Nerea- le dije, guiñándole un ojo.

Ejerció presión en las aletas de sus fosas nasales, agitando la mano para aspirar hasta el más minúsculo gramo de polvillo blancuzco. Entornó los ojos ante el escozor de las últimas líneas de aquella dosis cocaína, restregó el dorso de su mano contra la nariz limpiando los restos que se le hayan impregnado a la piel y sacudió la cabeza apartándose las mechas castañas de rostro. Le dio una palmada a Matt en el hombro para ponerse en marcha a la bendita fiesta organizada por los bastardos de su fraternidad, sí, esos niños de papi que se las daban de hardcore por romper una ventana y beber coctel de vodka enlatado. El equilibrio era algo que lo había abandonado hacía tres paquetes y un par de botellas, maniobraba entre balancearse sobre sus pasos y usar a su mellizo como bastón para no caer de bruces al piso. Apoyándose torpemente sobre su hermano logró hacerse paso hasta la entrada de la fraternidad de su mejor amiga, de estar sobrio y en sus cincos sentidos se habría preocupado de lo que fuera que le hubieran hecho a Drew pero ahora le importaba un comino si le hicieron comerse los dedos de los pies.

Se apoyó en una pared frente a los baúles para manejar su propia pesadez, rebuscó en el cajón arrojando las prendas a su alrededor hasta que encontró algo lo suficientemente llamativo para los dos. —El tuyo Smithie— dijo pasándole la tela recubierta de lentejuelas aguamarina y la peluca roja a su compañero, él por su parte se enfundó uno vestido de brillantes plateados dos tallas menores a lo suyo, dejando la pálidas y peludas piernas del inglés al descubierto. Se tiró una peluca rubia a la cabeza y una tiara e ingresó buscando a alguien familiar, tiró a Matt del cuello al localizar a dos de sus compañeras de piso. — Quiero que sepas, que no recordaré nada de esto mañana — dijo rodeando la cintura de Blake con un brazo, susurrándole cerca al rostro. En acto seguido le zampó un beso a la morocha empujándole la lengua hasta el fondo de la garganta.

Seguía en la barra mirando con la agilidad con que aquellos dos chicos a penas y daban a basto con tanta gente que al parecer y se las arreglaban para llegar en masa, y no viniendo de a uno o de a pocos como era lo normal - Pues se nota que no has visto la película donde sale Portman y kunis, eso explica porque no la puedes ver, esta aquí al lado mio - rió tontamente ante el comentario de como es un cisne - tendrás que verla, y lo que bebía es Vodka black - asentí ante lo que había dicho el chico - Claro, por eso no te había visto al haber llegado - digo pensativa, de seguro llego más tarde, por eso no lo había visto desde un principio, había pensado que había sido de despistada, pero no así que sonreí al muchacho que estaba parado al frente de mi, no fue necesaria una pregunta que me dejara mal para aclara eso - ¿tu no bebes nada? - comento enarcando una ceja al darme cuenta que no veo al chico con ningún vaso para él.

El otro chico, que quien sepa Dios quien era, a veces pasaba por el lado de Richard y se quedaba mirando pero cuando pensaba que iba a decir algo, se marchaba, quien sabe que era lo que se traía entre mano, a lo mejor reclamar por robarle a su colega, pero luego cuando no tenía que atender a nadie se escabullía con el móvil, definitivamente había gente que no podía abandonar la bendita/maldita tecnología - Creo que en cualquier momento me dirá algo por estar distrayéndote - reí un poco

Aspiró el aire un par de veces y con fuerza, antes de frotarse la nariz con el dorso de la mano. No dejaba de dar vueltas por la habitación, tambaleándose y fisgoneando en los cajones de sus compañeras, esperando que su hermano terminara el procedimiento que él acababa de completar. No sabía específicamente que buscaba, quizá solo era una excusa para no quedarse quieto a pesar de que a penas podía sostenerse en pie. Abandonaron la estancia tan pronto como Dave le palmeó el hombro, sujetándose de todo aquello que parecía lo suficientemente fuerte para sostenerle, cargaba además con el peso de su hermano quien parecía tener mayores dificultades que él para mantener la marcha. Había tomado un pequeño souvenir de uno de los cajones antes de marcharse, no sabía a cual de todas sus compañeras le pertenecía, pero no tenía problemas en averiguar quien era la dueña de aquella braga de encaje negro que mecía entre sus dedos.

Casi se cae al intentar pasar las piernas por la ceñida pollera verde que su hermano le tendió y tuvo que terminar sentándose en el suelo para calzársela hasta la cintura. Se quitó la gorra que llevaba para ponerse la peluca roja, que se le entremezcló con los propios mechones de su cabello y luego volvió a ponérsela con la visera hacia atrás. La barba y la camiseta de los Sex Pistols que llevaba puesta hacía que su look de La Sirenita se viera asqueroso. Para volver a levantarse tuvo que aferrarse a la falda del vestido de su hermano y arrastrarse un poco por el suelo. El desastre ocasionado a su alrededor era digno de no merecer ninguna de sus ácidas críticas, muebles amontonados en las paredes, letras escritas con tinta en el suelo, vidrios, ventanas rotas. —Aún si tuvieras tetas serías la mujer más fea que he visto en mi vida— le murmuró a su hermano, con la lengua enredada por el alcohol y un acento que sólo podía entenderlo él. Un tirón cambió el rumbo de sus pasos y antes de darse cuenta se encontraba junto a Blake y Scarlett. —¿Ésta belleza es tuya?— le dijo a Scarlett, estirando cuanto pudo la ropa interior con sus dedos.

Si no creyera en que los borrachos y drogados en ciertas ocasiones no mentían. Isabel habría apostado su vida a que aquel chico de los encuentros extraños en su vida no tenía ni la más mínima idea que estaba ya casi tocando el techo de lo volado que se encontraba. Y no es que ella fuera una experta, pero los años le habían enseñado muy bien como diferenciarlos. Miró con los labios y el ceño fruncido a aquel que parecía ser amigo de Ulrik y luego negó moviendo la cabeza para eliminar las ideas que acababan de alojarse en su cabeza- Gay o no sigues siendo de lo más imbécil con el resto de las personas.

Lo miró suspirando con cansancio, si tan solo no se hubiera acercado ella ya estaría de vuelta en su habitación- Pffff –no pudo evitar que la burla acudiera a su rostro y sonriera por primera vez esa noche, de verdad que en ese estado podía salir alguien de lo más idiota y divertido- Me golpearías a la primera oportunidad que tuvieras –le dijo la chica frunciendo el ceño y acercándose a él un tanto o quizás bastante molesta- Y es mejor perder ese parentesco que crear uno contigo –error. La cercanía con él le había hecho aprender varas cosas y ninguna de ellas había sido bueno- Pero que jodido –su copa se vio vacío en solo unos segundos y su ira aumentó aun en menos- ¿Quién te crees que eres maldito engreído hijo de… -aún seguía odiándolo, aún después de lo que había pasado el día de las compras seguía odiándolo con todas su fuerza y tenía más que claro que eso no cambiaría con nada- Ve por mi trago a ver si eres capaz de llegar allí con vida.

Fumado era quedarse corto, estaba tan colocado y borracho que ya no tenía noción de lo que hacía, a duras penas y podía identificar dónde estaba, tenía conocimiento de que se trataba de una fiesta porque allí es donde se había dirigido, además de que la música y el olor a alcohol mezclado con humo lo evidenciaban. Con su visión borrosa y su sentido de diversión bailoteó por todas partes gritando y haciendo cada payasada que se le ocurría. En una de esas se subió en una de las mesas y empezó a bailar con una chica que jamás en su vida había visto y luego casi tiene sexo en esa mesa, hasta que de repente quiso cerveza y dejó la chica allí y fue detrás de uno de los barriles que habían traído.

-Eso es porque no me has visto a mi chico- contestó inmiscuyéndose en la conversación que tenía una chica al lado de Bonnie, para luego abrazar a la morena -Bonnie Bonita, Pero mira que no has santificado la fiesta, menos mal que ya te llegó to camarlengo personal para no cometer pecado mortal- le dijo a la morena para luego y con dificultad subirse a una mesa, nuevamente, y comenzar a decir en voz alta – Santo Dionisio, dios del vino la locura y la joda, se tu hoy regalándonos de tu sabiduría en las fiestas y bendice la hierba, la coca y el alcohol, que traiga a nosotros... ¡Ay mierda, ya tu sabes cómo es la cosa! ¡Amén ! - terminó su especie de oración para luego jalar a Bonnie del brazo -¡El baile del caño!- gritó cuando se dio cuenta que al lado de él había un tubo

Rodó los ojos ante las palabras de Scarlett, abriendo y cerrando la boca sin emitir sonido alguno mientras la imitaba. Dios santo, esa mujer era tan irritantemente responsable a veces. Lo bueno era que la chica Grimaldi tenía a alguien como la castaña en su vida para ponerla de cabeza cuando fuese necesario. Por suerte la pelinegra se había animado a asistir y eso era lo que importaba. Se dejó arrastrar hasta la parte trasera del panel de controles donde se manejaba lo de la música. No tenía ni puta idea de cómo se manejaba aquello, pero ya encontraría la forma. Alzó la botella y con un gritó hizo eco a las palabras de Scar, empinándose después el whisky y bebiendo como si llevara siglos caminando por el desierto del Sahara. Se encontraba sacando de su bolsillo la bolsita con anfetaminas que había guardado para la ocasión, pero se le cayó cuando sintió un brazo enroscándose en su cintura. Sólo existe una persona en este mundo que huele a cocaína como si la usara de colonia, pensó. Giró el rostro y sí, definitivamente era Dave, ahora tratando de hacerle una traqueotomía de la manera más asquerosa posible. Blake rodó los ojos, mordiéndole después la lengua con todas sus fuerzas. Cuando él se apartó bruscamente, ella sonrió. Escupió hacia otro lado y se limpió la boca con la manga de la camisa de su disfraz. Lo miró con una ceja enarcada. —Ugh, el rubio no es tu color, Dave. Lo lamento —dijo, palmeando no tan suavemente su mejilla. Después frunció el ceño, dándole un manotazo a Matthew para que dejara a Scarlett en paz, y los miró—. ¿Dónde estaban, par de imbéciles? Pensé que me dejarían sola.

Colocó una lista de canciones para que se reprodujeran de manera automática mientras la torpeza de Blake hacía caer lo que bien podría haber sido un kilo de anfetaminas. Entonces realmente notó que no había sido su torpeza sino Dave quien le metía la lengua en la garganta a la castaña como si la vida se le fuera en ello. Cómo lo detestaba. Puso los ojos en blanco inclinándose para recoger una de las pastillas que Blake había dejado caer y al erguirse tenía a Matthew a su lado. —Wow, debo decir que has revolucionado completamente mi idea de fealdad en una mujer —murmuró sonriendo. Gracias al cielo era hombre pues como chica, o sirenita, o la mierda que fuera, sería un completo fracaso. Entonces frunció el ceño cuando le mostró sus bragas—. Claro que es mía, imbécil. Dámela.

Pero antes de cualquier cosa ingirió la anfetamina de Blake, dando un paso hacia atrás cuando la vio volver. Todo se movía asquerosamente rápido. —Cállate, Turner, estabas feliz con Dave y su lengua. Ahora tú, intento de Sirenita, dame lo que es mío. O... o te golpearé.

Río al unísono con Brooke perdiendo la cuenta del número de tragos que llevaba aquella noche, terminó por empinarse la botella sin más remedio que beber lo que quedara en ella y luego arrojarla al infinito. Escuchó el estruendo de la botella al colisionar con el techo y se encogió de hombros entrecerrando los ojos — ¿Lo siento? — alcanzó a murmurar. Pidió otra botella de tequila que no tardó en destapar y llevársela nuevamente a los labios, aquel paso terminaría con un espantoso caso de cirrosis. — A eso era a lo que me refería — dijo abriendo el paquete que le había pasado su compañera, se apresuró a pasar la pasta con un trago y sonrió divertida cuando Charles se le colgó encima en forma de abrazo.

—¿No lo he hecho? — preguntó confusa sintiendo el mareo llegar a ella, su mente comenzó a desligarse de su cuerpo manteniendo aún el hilo de coherencia básica entre ellos. No pudo evitar partirse en risa al ver a Charlie bendecir, varios a su alrededor se aglomeraron y la chica victoreó divertida. — ¡Habemus Fredo! —en acto seguido la pequeña multitud le coreó. Jaló a Brooke con ella arriba al ver a Charlie hacer un desgarbado baile contra un caño –que no sabía de dónde carajos había salido- le dio otro trago a la botella mientras mecía las caderas y agitaba la cabeza al son de la música.

Rodó los ojos ante la broma de Garret, riendo suavemente. Ya se lo veía venir. Revolvió su cabello con la punta de los dedos, deteniéndose frente a él para alzar las cejas ante sus palabras, negando con la cabeza y frunciendo el ceño. —¿Problemas? ¡Para nada! No lastimamos a ninguna Swaney... al menos no demasiado. Aparte, yo no estuve en el equipo de la destrucción, yo fui de las que raptaron a Drew. ¡Fue increíblemente divertido! ¿Puedes creer que derribé una puerta con una patada? Soy una badass, Garr—. Sonrió cual niña emocionada, entreabriendo los labios con sorpresa cuando escuchó la canción que el DJ había elegido para poner en ese momento. ¡Le encantaba! Giró hacia una de las bocinas (como si ahí pudiera ver al artista cantando en vivo; una mala costumbre de la infancia) antes de volver a mirar a su mejor amigo, tirando de su mano. —¡Vamos a bailar, fantasma de la ópera! ¡Anda, vamos, vamos!

Rió atolondrado contra los labios de la morocha, sintió la punzada en su lengua cuando le mordió y se apartó con rapidez succionando el chorrero de babas en los labios de su compañera como si estuviera sorbeteándole el rostro a la chica. — Sabroso — aclaró inclinándose hacia adelante sin mantener el balance, limpió la saliva que le escurría por la barbilla con la manga de brillantes. — Esas no son las maneras de tratar a una dama Sunshine — dijo murmurándole a la chica cerca del oído golpeándole con el repugnante y sofocante aliento a alcohol barato de supermercado, estiró la ajustada falda del vestido al sentir que el material se le enrollaba por encima de las nalgas.

—Estabamos en preparativos personales, pero Smithie se demoró hurgando las pantaletas de la Mugrosa — respondió con naturalidad colgándose del brazo de la morocha, naturalmente tuvo que encorvarse con hosquedad para quedar a la altura de la muchacha. — Pero ya, ya, aquí estamos — dijo tratando de palmearle el hombro y su mano terminó desviándose a uno de los pechos de Blake. — ¿Hace cuanto tus hombros tienen pezones Sunshine? — preguntó atónito tanteando la zona para confirmar su hipótesis. Una estruendosa y molesta carcajada se le escapó de lo más profundo de las entrañas al ver a Scarlett molesta. — Es sirenito Mugrosa, ¿no lo vez? Yo estoy de bello durmiente, pero más bello que otra cosa — dijo con una sonrisa ancha meneando las cejas en su dirección.

La inmundicia está justificada por la DP.

Se meció con toscos movimientos, mientras una sonrisa roñosa adornaba sus delgados labios. Con tanta agilidad como fue capaz escondió las bragas detrás de su espalda para así evitar la posibilidad de que se las arrebatara de la mano. —Pensé que tu eras la pionera en esa área— respondió con el único propósito de molestarla. La morena confirmó que le pertenecía la prenda robada del cajón, haciendo que Matt soltara una satisfecha carcajada. —Lo sabía...— masculló llevándose las bragas a la nariz. —tienen tu olor— añadió aspirando profundamente la tela con repugnante regocijo, se moría por ver la expresión de Scarlett ante su morbosa acción, a fin de cuentas las reacciones de la chica eran las que le divertían. La lengua le trastabillaba en el final de las palabras, su alcohólico aliento era perceptible hasta para él, claramente estaba en un estado deplorable.

Confirmó las palabras de su hermano dirigiendo una rápida y elocuente mirada a Blake. —Las tuyas también las revisé, no te pongas celosa— informó, terminando por guiñarle un ojo. En seguida retomó el asunto de la ropa interior, que hasta el momento le estaba sacando más jugo de el que se había imaginado. —Eso, Sirenitooo— corrigió al igual que Dave, arrastrando la última palabra sin poder evitarlo al querer ponerle énfasis. La peluca se le estaba resbalando por debajo de la gorra, sin que lo notara. —¿Te lo estás pensando o es una amenaza?— inquirió ante el titubeo de Grimaldi al decir que le pegaría. De manera trabajosa metió la mano dentro de la ajustada falta y guardó la prenda de ropa interior dentro del bolsillo de su jean. —Jódete, son mías ahora. Sácalas si las quieres de nuevo— le retó, sin dejar de sonreír.

No podía evitarlo, nada más al mirarla se echaba a reír por las palabras de ella. ¿Por qué tan seria? Ni siquiera él entendía por qué estaba de tan buen humor, no solía pasar mucho tiempo entre la gente y mucho menos en fiestas. Menos como la de aquella noche. La volvió a mirar y parpadeó varias veces al oírla. Hizo una pequeña mueca y asintió. Nunca había golpeado a una mujer y es que nunca ninguna le había colmado la paciencia como para que lo hiciera... Salvo Mithian la vez que le hizo comer su propio dinero. -Cierto... te habría golpeado por tu actitud de sabelotodo- accedió, dándole la razón.
Se tambaleó un poco e hipó -No habrías sido buena esposa después de todo... Aunque puedes ser la niñera. De eso sí sirves- cuando le quitó su trago ella se enfadó, pero él no pareció notarlo hasta que lo encaró -...de puta?- terminó la frase por ella. Le daba igual si lo insultaban, porque para él que sacaran a su madre en las conversaciones no era ofensa. Hizo un ademán despreocupado -Deja de llorar... fue un vaso- y acto seguido dio media vuelta y se dirigió hacia el bar. Si algo había hecho bien John -que de paso había desaparecido- había sido drogarlo. De no ser así, nunca se había acercado a ella ni tampoco habría obedecido aquella orden para traerle un nuevo trago. Había mucha gente, así que sólo se limitó a apoyarse en el que estuviera más cerca hasta llegar hacia donde se encontraba la barwoman. Cuando regresó, llevaba consigo dos botellas de vodka y le pasó una -¿Contenta? Eres una de las mujeres más odiosas que conozco- se detuvo y miró a su alrededor -¿Schuster?- preguntó confuso, cuando no lo encontró cerca de Isabel.

Cuando el vodka se le acabó, ya tenía otra botella en uno de los costados de su disfraz. Llevar un cinturón provisto de un sin fin de lugares para colocar botellas -entre otras cosas- había sido una idea más que buena. Tiró la botella contra la pared más cercana de la casa Swaney, dejando que estallara y abrió la siguiente, que por el sabor tras darle el primer trago se dio cuenta de que era tequila. Arrugó el gesto cuando notó el fuerte sabor bajando por su garganta y si vio al rubio fue de pura casualidad. — Ajá. Bájate los pantalones y la ropa interior, si es que llevas, y muéstramelo. — sonrió pérfidamente, sin contemplaciones. No sería la primera vez que veía a una flácida.

Dio otro trago a la botella como si con eso pudiera sobrellevar mejor el bailecito que se marcó el tipo nuevo y miró a Bonnie con gesto hosco. — ¿De dónde has sacado a este esperpento? — se mofó viendo cómo se acercaba a un caño. — ¡Quítatelo todo Ken! Wow. — vitoreó, soltando un alto silbido que resonó entre la música y el griterío de la muchedumbre. — Ahora sólo nos falta una rosa a la que hacer que le masturbe y hacemos la noche. — comentó buscando a su víctima. Pero si no era una swaney, capaz era de coger a cualquier otra chica que entrara dentro de las características que Brooke precisaba en su mente.

— Para que nadie os pillara... claro. — como si no se hubiese enterado toda la maldita universidad de lo que habían hecho, pero de todas formas se rió porque ver a su mejor amigo de segurata era como poco cómico y a la italiana, el doble. — No, soy Airbender. Mira mi flecha azul. — señaló su frente para que viera la diferencia bien. — Para golpear en el trasero a toda tía que se me cruce borracha, a modo de castigo divino. — era más que obvio para qué quería el palo... — Y para joderme toda la noche con él. Al final se lo daré a alguien o lo dejaré por ahí. — advirtió con una sonrisa socarrona, dando un trago a su bebida. Asintió con la cabeza al oír su explicación de porqué estaba allí, y la comprendió. A fin de cuentas era lo que tenía estar en una fraternidad. Con un cabeceó se despidió de sus colegas y siguió a Chiara hacia la barra. Estaba sumido en sus pensamientos, observando a la gente que había por allí que le pilló por sorpresa la presentación. — Así que tú eres la famosa Anie. Encantado. — le tendió una mano para estrechársela con una afable sonrisa. Por lo menos había matado la curiosidad de quién era la muchacha.