Swaney Moon Party — TRAMA GLOBAL.

Recuerdo del primer mensaje :

Moon Party

trama global swaney

El día había llegado. Las chicas parecían un tanto nerviosas y agitadas, pero mientras Aimée deslizaba las manos por el vestido blanco que estaba usando ese día, sólo rogó a todo lo que estuviera allá arriba que las cosas salieran bien. El cuarto cero gravedad ya estaba en funcionamiento. Las lámparas estaban en un nivel de alumbramiento mínimo para no opacar a la bóveda celeste que se desplegaba por el techo del salón principal Swaney y sus compañeras encargadas de recibir a los invitados ya permanecían en la entrada de la fraternidad con sonrisas tan grandes que a la líder se le apretaba el corazón de simple emoción. Era su primera fiesta como líder, sí, pero esperaba no fuera la última y que al menos todo eso saliera bien. Fue a asomarse a la cocina, donde todos los encargados de los aperitivos y demás comida durante la noche estaban trabajando duro, rodando los ojos al ver que un mesero se arreglaba la corbata con el reflejo que le otorgaba el microondas.

Hasta el momento no había llegado nadie, pero el reloj ya marcaba la hora acordada en la invitación general que había hecho a todos los integrantes de las cinco fraternidades y sabía que en cualquier momento las puertas darían paso a los veteranos y los nuevos alumnos. Pasó a ver a las chicas que estaban a cargo de la música y sonrió al notar que todo estaba en orden. Lo mismo con las chicas de la decoración que habían hecho un excelente trabajo. No quedaba más que esperar. Aimée se acercó a su sublíder, quitándole la tabla donde mantenía sus apuntes. —Deja eso ya, Moira. Las cosas saldrán bien —le aseguró con cierta reticencia. No eran las mejores amigas, pero solían dejar a un lado sus disputas por el bien de la fraternidad. —Y si no sale bien, aun así, ¿qué es lo peor que pueda pasar?

Fue entonces que la música comenzó y la sonrisa de pelirroja adoptó un cariz de mayor tranquilidad. La fiesta había empezado.

• NO SE PERMITEN TABLILLAS.
• Los posts son longitud INS (no más de 20 líneas).
• Se pueden elaborar diversos posts personales dentro de la Fraternidad Swaney o el cuarto Cero Gravedad.
• Les rogamos que no nos dejen tirado el tema, puesto que su longitud off-rol será de sólo quince días. (Empieza el 1 de Julio y termina el 15 del mismo mes.)
• No hay un orden específico para postear, pero sí es preferible esperar que DOS PERSONAS posteen antes que tú para volver a hacerlo.
• A los LÍDERES de fraternidad, ya se les ha informado el orden de las participaciones, pero tendrán que esperar a que Moira Kavanagh o yo les anunciemos para dar sus palabras.
• En nombre de la fraternidad Swaney, muchas gracias por participar.

De hecho ahora que lo decía, era cierto. Pero lo vio adecuado, tenía que apoyar al líder de su fraternidad, además le gustaba mucho el color. Se encogió de hombros para quitarle importancia - ¿Tú crees? Tenía que usarlo - Se rió con ganas cuando lo empujo, vaya que había extrañado a la pequeña irlandesa pálida - Abusas de tu nueva altura ¿uh? - Le sostuvo la silla para que tomaran asiento y pudiera abrir el paquete con tranquilidad. Estaba al pendiente de su reacción, le encantaba regalar cosas solo por ese momento, no puedes mentir en ese momento, Te gusta o no te gusta el regalo ese primer momento te delata. 

Mason quedo complacido con la reacción de su mejor amiga. - Entonces ¿Te gusta?- Pregunto más por educación, ya que sabía la respuesta. - Me ofrecería a ponértelo, pero creo que no va con tu vestido- Su vestido era blanco y negro y el colgante en forma de trébol era verde, la playa en la que había estado había una tienda con muchas cosas irlandesas, le costó mucho comprar la tienda entera solo para su amiga. - La fiesta quedo fantástica, aunque la alerta de aguafiestas está encendida- Comento, con una mirada rápida al lugar, aunque su mirada se detuvo en su amiga Annabelle con una cara de pocos amigos que se notaba a kilómetros de distancia antes de regresar al rostro de Caitlín. - ¿Trabajaste de voluntaria todo el verano?-

Se encogió un poco de hombros ante lo que le dijo Aaron. —Bueno, era eso o nada. algo es algo, habrá que ser conformistas esta vez —se excusó, sonriendo un poco. Además, ya comenzaba a ver circular por ahí un par de botellas que nada tenían que ver con champagne, vino rosa, blanco, tinto o del color que fuera. La gente siempre encontraba la manera de hacer desorden o, en todo caso, pasársela mejor. Suspiró. —Yo tampoco. En realidad, me estoy muriendo de hambre... —murmuró, paseando la mirada por el lugar. La última vez que había comido algo había sido exactamente a las ocho de la mañana. Desde entonces ni un bocado más había caído en su estómago. Y había algo que se le estaba olvidando. Frunció ligeramente el ceño, checando la lista en miniatura que había procurado guardar en los bolsillos de su vestido. —Oh, no —le tocaba presentar a ella ahora. Se giró hacia Aaron—. Dame dos minutos, ¿sí? —pidió, marcando la cantidad con un par de dedos—. No tardo.

Caminó por entre la gente, de nuevo tratando de llegar hasta el escenario. Cuando lo logró, subió con cuidado hasta postrarse frente al micrófono y le hizo una pequeña seña a Juliette para que bajara un poco el volumen de la música. Esperó a que el escudo de los Nadmean terminara de formarse en el techo y después parpadeó un par de veces cuando un reflector la iluminó de manera casi agresiva. Iba a sorprenderle no quedar ciega después de eso. —Esta noche recibimos también con los brazos abiertos a todos los azules, mismos hermanos que se encargan de recordarnos que a pesar de las muchas diferencias, siempre puede encontrarse el balance que da paso a la armonía. Así pues, le damos la bienvenida a la líder de la fraternidad Nadmean, y le cedo el micrófono a Kendall Hammerschmidt —concluyó, por fin retirándose mientras aplaudía un poco antes de bajar del estrado.

Ni siquiera volteó a verle, su rostro permaneció serio y se limitó a un par de palabras. — Pensaste mal. — Dijo captando sin mucho problema la sonrisa de Adam. Prefería dejarlo así, pasar de ello sin tener que admitir que en realidad también el fastidio era causado por el vasto conocimiento sobre su acompañante y lo descarado que era, así que simplemente dejó el tema hasta ahí. Si no le parecía, podía largarse solo a la puta habitación. — ¿Qué te han hecho? — Cuestionó en respuesta al primer comentario de Rebecca. Cerró los ojos y suspiró. — Mierda, hablas igual que mi madre. — Llevó una de sus manos hasta su frente y no se tiró llorando al suelo porque sabía que era rescatable. Aceptó la copa que le ofrecía su mejor amiga y bebió tan pronto la tuvo en sus manos, casi ahogándose con lo que siguió. — Dudo que sea buena idea mencionar algo al respecto. — Y vaya si lo había pensado.

De todas las cosas que podía decir, los discursos motivacionales típicos de película universitaria donde se brindan amor y apoyo, Kendall no había aprendido un carajo. Estaba muy segura de que en el momento en el que tuviera que subir, por el simple hecho de conseguir bajar tan pronto como le fuera posible, diría algo como 'Bienvenidos todos. Chao', y listo, muy propio de ella, actually. Para su desgracia, el momento no se hizo esperar. De pronto el escudo Nadmean se abrió paso y llegó el momento de la verdad. — La re putísima madre. — Fue algo más para ella mientras soltaba la copa en manos de la rubia y de paso le devolvía su bolso, para asistir al escenario. Tomó el micrófono en mano dedicándole una sonrisa a Moira, dando una fugaz mirada a los presentes.

— Antes que nada, Aimée, Moira. — Se lo pensó una milésima de segundo. — Vino rosa. Really? — Era inevitable, tenía que decirlo. Negó suavemente y prosiguió. — Bien, pues, realmente no preparé un discurso para esto así que… — Hizo una pausa muy corta. — Swaney, Reaben, Bithaen, Rebeal, Besten y sobre todo Nadmean, de parte de Jude y su servidora, les damos la bienvenida a Nightove, y por supuesto, a cada una de las fraternidades. Tanto novatos como veteranos, sé que hablo por todos los miembros de Nadmean cuando les deseo un excelente año escolar lleno de jodas, alcohol, sexo, drogas y demás mierdas, como debe ser. — Disimuló su la gracia causada ante la reacción de algunos. — Por último, mi querida Aimée, espero que disfrutes el atentado de este año. — Sonrió ampliamente, cargada de malicia. — ¡Bienvenidos sean todos! — Hizo un ademán de reverencia, aunque definitivamente no lo concluyó antes de entregar el micrófono de nuevo a vaya el carajo a saber quién y regresar con Rebecca.

Había un dicho muy famoso que ella siempre disfrutaba de escuchar y aplicar "Cuando la vida te da limones, haz limonada" y siempre que la vida le daba la oportunidad, exprimía todo su potencial. Es decir, las ventajas de ser la nueva eran infinitas, quizá por eso siempre se encontraba cambiando de universidad cada que la vida le daba sus limones, y aunque había muchos detalles que tener a consideración, en esa ocasión no desperdiciaría una situación que le abría las puertas a decirle: ¡Juega conmigo! Después de todo, Sioux era una persona muy obediente y no menospreciaba a nadie que se lo mereciera.

Ese era el momento y la única ocasión que lograría pasar como desapercibida, en la que, hiciera lo que hiciera, nadie sabría jamás qué fue ella. Aún no se había presentado con su líder de fraternidad, ni con el sublíder, dudaba que alguien se hubiera interesado aún en leer su expediente, y aunque así lo fuera, en su interior sabía que existían demasiadas persona que podrían hacer lo que ella estaba a punto de hacer, sólo que ella lo haría por ellos y así nadie saldría dañado. La nueva del campus, a la que nadie ha visto en acción, a quién nadie podría decir: ¡Esto es muy Sioux! Si no sabían tu nombre, no podrían incriminarte. Si no sabía siquiera quien eras, ¡no podían incriminarte! Si no sabía que siquiera existías ¡NO PODÍAN INCRIMINARTE! ¿La posición perfecta, no lo creen?

El golpe, sería inminente, pero había que esperar. El tiempo en situaciones como esas era en lo único que podía confiar. Suertudos los que salieran de ese tormento antes de que ella hiciera su gran aparición.

Carraspeó y volvió a beber del champán, sin hacerle mucho caso a las miradas para nada furtivas de su novio. Echó un vistazo a Strummer que parecía hasta divertido con la situación y luego rodó los ojos, intercambiando una mirada con su mejor amiga. "No, si al final, el más normal sería Evan." murmuró por lo bajo. Cambió el peso del cuerpo de un lado a otro y se rió cuando Kendall le miró la temperatura. "¿Cómo que crees que he sobrevivido cinco años?" alzó ambas cejas. Camuflándose con el entorno, y a aquellas alturas Rebecca podía ser la mejor Bithaen de todas cuando la ocasión lo requería y pretendía mantener a las nuevas integrantes dentro de la hermandad. Negó con la cabeza, dándole la razón, no era buena idea.

Cuando todo se volvió azul, Rebecca levantó la mirada hacia el techo observando el escudo y tomó su bolso, colocándose bajo el brazo, y la copa de su mejor amiga. La deseó suerte con la mirada y no aplaudió porque no tenía manos. "Esto empieza a ser incómodo, Sparks." porque ahora que encima había poca luz, Lena sabía perfectamente cuando estaba siendo observada. Soltó un resoplido y medio sonrió con todo el discurso de su mejor amiga. Cuando llegó a su altura, le pasó su copa. "Me has impresionado Kendall. Esperaba un 'Bienvenidos. Aimée que disfrutes del atentado de este año.'" bromeó con una media sonrisa en el rostro. Terminó la primera copa, la dejó en una bandeja y tomó otra porque como William siguiera en ese plan, iba a necesitar más que champán. "Adam, ¿y esa cara? Parece que te han quitado tu caramelo favorito." se burló de él, ya que antes Kendall le había dicho que no iban a la habitación sin gravedad.

Convencer a su amiga para ir a la fiesta Swaney con ella fue un logro digno de admirar, su amiga ya estaba lista para dormir por mucho que Caroline la había amenazado, trato de que aceptara usar uno de los hermosos vestidos que había comprado para ella en esa tarde de compras exprés. Ya que ella se unía al grupo de personas que la fiesta los había tomado por sorpresa, se alisto y le arreglo su rubio cabello a su amiga mientras ella hablaba con la hermosa cosita que era Alexander, incluso contuvo perfectamente las risitas cuando el pequeño le pidió que le cantara una canción de cuna y Mithian lo hizo. Aliso su vestido suspirando una vez más por el atuendo de Mithian pero estando completamente orgullosa de su cabello, tenía el móvil en las manos sopesando la idea de marcar cierto número.

Entraron justo en el momento en el que la líder Nadmean daba su discurso de bienvenida a los nuevos pitufos y a todos en general. Arrugo la nariz al escuchar la queja bufando, la campaña rosada era perfecta para aquella fiesta, incluso un poco predecible. Se rio por lo bajo cuando su amiga lo amenazo, pero no respondió, claro que sabía que se la cobraría pero ella tenía una corazonada fuerte y nunca le fallaban. Su mirada recorría la multitud, posándose brevemente en cierto hombre del tamaño de un ropero que hablaba con la anfitriona de la fiesta, las palabras de su amiga la hicieron seguirla con la mirada, presenciando el pequeño mensaje con ojos de orgullo, cuando regreso a su lado. Le alcanzo una de las copas con líquido rosado. - Te lo dije, hermana - canturreo con orgullo en el odio de la sublider Bithaen.

Aimée no pudo más que rodar los ojos al escuchar el discurso de la líder Nadmean. ¿Enserio? ¿No podía mostrar madurez siquiera por una noche al año? No, aparentemente eso era como pedirle al océano que cesara su oleaje por tres minutos: un acto imposible. Cuando Kendall bajó del estrado, volvió su atención a Scarlett, deteniéndola por el antebrazo. —Quiero ir al salón de cero gravedad, pero en éste momento no puedo, tengo que anunciar a Theo —le explicó, pero al acercarse a las hostess, notó que el líder de los verdes no había acudido al lugar y que en su representación estaba ahí el sublíder, Mason. El nombre le resultaba conocido y no fue hasta que barrió el salón con la mirada que supo el por qué: Caitlín. Una pequeña sonrisa sin humor curvó sus labios, pero desapareció al ver la exhibición de elegancia que hacía Mithian. Sus labios se entreabrieron con sorpresa y soltó la respiración de manera incrédula. Qué poca…

Ignoró el nudo en la garganta que le provocó la reacción de una de sus mejores amigas y soltó un «espera» a Scarlett para abrirse paso entre la multitud y salvar a la castaña de la incomodidad que esa escena probablemente le habría causado.

Hizo una señal a Juliette para que bajara la música y otra a las personas encargadas de la visualización, esperando a que apareciera el símbolo de los verdes pintado en el techo para hablar: —Las fraternidades comúnmente son catalogadas por las virtudes que poseen. Éstos chicos son conocidos por su inteligencia, su sencillez y su nobleza. La fraternidad Swaney les da la más cordial bienvenida a todos nuestros hermanos verdes, celebrando sus atributos que los convierten en personas únicas y valiosas. Les pido un aplauso para recibir al sublíder de los Reaben, Mason Watters —dijo, bajando del estrado sin esperar a que el castaño tomara posesión del micrófono.

Se acercó de inmediato a Caitlín, tomando su mano para levantarla de su asiento y caminar con ella a la cocina donde pudieran hablar con tranquilidad. Tragó en seco, mirándola con ansiedad. —¿Estás bien?

Le sonrió contento de que podría colocarle su regalo, tomo los bordes del collar - Sera un verdadero placer- respondió con la emoción contenida. Nunca llego a tocar el presente como nunca adivino que ella se presentaría de esa forma, tomándolo de la mano y subiéndose en su regazo, besándolo como el había pensado que nunca volvería hacerlo. ¿Cómo no responder de la misma forma? Si cada célula de su cuerpo la quería a ella, se quejó cuando termino pero las palabras susurradas lo regresaron a la realidad, la miro alejarse siguiéndola hasta donde la multitud le permitió. Las palabras confundido y pasmado se quedaban cortas, reacciono justo cuando la música bajo y la voz de la líder Swaney reboto en el salón. Sus ojos volaron hacia su amiga con preocupación - Caitlín...- Demasiado pasmado para pronunciar una disculpa, escucho su nombre y el pánico entro. No, no. Él no era el que tenía que dar el discurso, el no podía dar un discurso en ese momento. Mientras la luz que podía derretir un Iceberg entero lo enfocaba fue cuando camino al estrado, la bola de cabello rojo paso furiosa a su lado y la comprendió. Un espectáculo que nadie quería en su fiesta. Miraba en todos lados en busca de la persona a la que le pertenecía el discurso sin triunfo alguno.

Tomo el micrófono, respirando profundamente. Por encima de su cabeza se alzaba el escudo Reaben formado por estrellas. - Eso es muy genial - Lo señalo, riendo levemente. Genial, sí. Vamos Mason, piensa. - Gracias Chicas Swaney por la grandiosa fiesta que han montado. Hablo por Theodore Berwent, el líder Reaben - Finalmente lo había encontrado, alzo su copa saludándolo del otro lado del evento. - Cuando digo que las puertas de nuestra familia de ranas están abiertas para todos. No por nada somos princesos - le sonrió a la multitud. - Bienvenidos y que siga la fiesta - Aplaudió y con eso termino el discurso.

Bajo del estrado, había visto a Theodore junto a una salida y era el único camino que quería, le dio su copa tomándolo del hombro. - No me hagas eso de nuevo. Necesito aire - Aire y un enorme árbol para sostenerse al vomitar.

La fiesta le había parecido un aburrimiento de principio a hasta donde iba. Tanto así que ni ganas había tenido de buscar a alguien para divertirse. Las obligaciones de su rango lo habían hecho “aceptar” algo de lo que no tenían ni la más mínima intención de participar, por un tema que no lo incitaba y porque sinceramente estaba cansado. Pero el decir que no, no era una opción y por eso se había exonerado a un rincón donde nadie podría verlo y menos molestarlo. Había visto a Abigail un montón de veces y la idea de acercarse a ella había sido tentativa, pero el solo moverse le daba de esas latas que solo desaparecer de allí lo habían cambiar de opinión. Cuando su cuerpo no había dado más había salido por un cigarro y los segundos que eso gastaban habían logrado que la Líder Rosa, lo olvidara y anunciara a su amigo en su lugar. Su ceja se alzó desde la puerta y negó con cansancio cuando notó que su asistencia no había servido de nada. Tomó una copa olvidada sobre una mesa y no pudo evitar sonreír al ver el rostro de Mason ante o que le tocaba hacer. Alzó la copa con una carcajada en dirección al verde y aplaudió cuando su copa se había vaciado en su garganta.

Lo esperó cruzándose de brazos y rió aún más cuando las palabras de él- Eso te pasa por provocar a la tipa, es una histérica con psicopatismo en potencia y algo de hambre de atención, ligera casi imperceptible –le dice de forma irónica después de haber visto todo lo que había pasado desde el rincón que había pasado a su poder. Observó a la susodicha desde la lejanía y sonrió aún más. Demasiado obvia, sacar al chico de lo que acababa de pasar la había delatado y la idea de quitarle el derecho de lo que le correspondía para cedérselo al sublíder solo había ampliado las cosas y dejándola a ella como lo que era- Pues ahora aprende y aléjate de las locas. Puedes quedarte aquí, llega el aire suficiente y así quizás pueda alejarte de los dramas de faldas –su mirada se giró en busca de un nueva copa sobre aquella mesa olvidad y tomando dos, le cedió una al chico- Bebe esto y relájate que el espanto ya pasó.

Sobraba decir que ya había terminado de holgazanear y había regresado a manejar el sonido de la fiesta. El cigarrillo le había sentado bien y volvía a servirse un vaso de vodka con jugo de arándano. Para ese momento mantenía un rito más calmado y algo melancólico en el ambiente, siguiendo el protocolo de despecho que toda rockola llevaba consigo, al menos hasta que los anuncios comenzaron a ser parte del evento y tuvo que mutarse un poco. Escucho con un poco más atención, pero sólo en apariencia. En su cabeza se dejaba llevar por las imágenes a su alrededor, como si estuviera en una telenovela de bajo presupuesto.

Para cuando el sub-líder Reaben terminó su discurso, la música ya les hacía acorde a su extraña situación. Tal vez Aimée le había especificado no poner Oasis, pero Noel Grallagher era sólo residuos de lo que alguna vez fue Oasis. Y a este punto de la fiesta y su estado, poco le importaban las reprimendas. Además, ¿Qué tanta importancia tenía?

Dando un sorbo a su bebida se balanceo sobre el escenario y disfruto de la "tranquilidad".

El moreno no pudo evitar soltar otra carcajada en el momento en que oyó a la chica hablar acerca de su tacañería.- Como bebas igual que comes pizza...- agrego en tono de broma, encogiéndose de hombros, para después quitarle de nuevo la botella y darle otro largo sorbo. Joder, aquello estaba bueno, incluso así, solo, y eso que él era más de ron, pero, como decía su abuela, “a falta de pan buenas con tortas". Hizo un moine extraño al sentir el ardor del alcohol en la garganta y le extendió de nuevo la botella, ya casi vacía, a su propietaria, escuchando el nuevo comentario de ésta.
Sam enarco una ceja y, por primera vez desde que estaba allí miro a la otra pelirroja con la que estaba. “Error” oyó decir a su conciencia en el interior de su cabeza, tal como solía hacer ésta, advirtiéndole de todo. Pero, aunque le costase admitirlo, la gran mayoría de las veces tenía razón, porque efectivamente si había sido un error. Aeryn estaba preciosa. Sus ojos verdes brillaban como nunca antes los había visto brillar, su piel pálida se veía hermosa con las luces tenues del lugar, y el vestido le quedaba genial. Si, definitivamente había sido un grave error, uno de esos errores que te gusta cometer y de los que repetirías una y mil veces.

El grito de la muchacha llamando a Annie hizo que saliese de su ensimismamiento y mirase de nuevo a Bambi.- ¿yo?¿Con “esto"? .- dijo frunciendo la frente, señalando a Aeryn.- Estás peor de lo que pensaba si realmente crees que voy a ir con ella a algún sitio.- la volvió a mirar de soslayo y miró hacia la princesita azul que acababa de llegar.-¡Preciosa!.- exclamó abalanzándose sobre ella para abrazarla, haciendo que se alzase un palmo del suelo, dándole un fuerte beso en la mejilla mientras aún estaba en el aire. La soltó de nuevo en tierra firme y se rio.- Lo cierto es que si, que estoy bastante guapo hoy.- le contestó a su comentario, abriéndose la chaqueta y dando una vuelta sobre sí mismo. Soltó otra carcajada y las miró.- Es broma, es broma.- dijo apresuradamente, pues sabia que sino de un momento a otro Aeryn empezaría a decirle insultos sin parar.- Bueno, anda… voy con vosotras, pero con una condición.- dijo mirando a las tres firmemente, con una sonrisa nada buena en su rostro.

La diferencia entre Caitlín y Mithian es que la segunda clamaba elegancia y la primera la demostraba con sus acciones. Aimée adoraba a la castaña, porque a pesar de ser tan diferentes, la amistad que se había generado entre las dos había sobrepasado las barreras del temperamento y las personalidades. Pero el ver la muestra tan apócrifa y hormonal por parte de la sublíder Bithaen, no pudo más que guardarse los insultos, sabía que no le provocaría mucha felicidad a su amiga escucharla maldecir a la morada en todos los idiomas que conocía. Prefirió enfocarse en todo lo demás. La fiesta iba bien, la gente ya empezaba a bailar, Juliette estaba haciendo un trabajo excelente con la música y Cait necesitaba alcohol en ese momento. De acuerdo, Aimée podía hacerse cargo de eso. —Dame un minuto —murmuró, separándose de ella para buscar en los gabinetes hasta encontrar una botella de bourbon que reservaba para momentos de importancia. Le sirvió un vasito, pasándoselo. —Y es por razones como ésta que te dije que no invitaras al princeso —murmuró, sabiendo que en realidad no había sido cosa suya. Al ser Mason sublíder de su fraternidad, tenía que asistir también.

—Cariño, si no quieres seguir en la fiesta... —murmuró, dándole a entender que estaba bien si quería subir a su habitación. Pero entonces pasó el chico repartiendo aperitivos y Aimée robó su décimo rollito de canela de la noche. Por la abertura de la cocina alcanzó a ver el perfil de Moreau junto a Moira y rodó los ojos, volviendo la atención a Cait. —Yo me iría si pudiera —confesó.

Ugh, Aimée era una aburrida. No alcanzaron a estar más de cinco minutos en el cuarto de Gravedad Cero y ya la había sacado casi a rastras porque tenía que anunciar a los demás líderes y estar pendiente de mil cosas a las que apenas les puso atención. Afortunadamente los pocos minutos que pasó con ella le bastaron para tranquilizarse y alejar cualquier estúpido pensamiento de su cabeza, como si le importara lo que hicieran o dejaran de hacer Steven y Blake. Como fuera, pensamientos patéticos alejados de su cabeza. Se detuvo al lado de la pelirroja entreabriendo levemente los labios al notar la escena que se formaba frente a ella en donde participaban Mason, la chica sublíder Bithaen y una amiga Swaney de Aimée, alguna vez ella le había comentado algo al respecto pero dado que no era su asunto decidió dejarla ir cuando aparentemente fue a consolar a la chica rosa.

—Te veo ahorita, y si vuelves a mencionar a Moira junto con Aaron mueres, baby Blouss, mueres —asintió besando su mejilla antes de volver a la mesa de comida, agradeciendo que Blake y Steven siguieran allí porque no pensaba dar vueltas por doquier buscándolos. Cubrió de nuevo los ojos de Blake estando detrás de ella—. ¿Quién soy? —murmuró, sonriendo al apartarse, tomando algo del ponche que ya no era solo eso—. Uh, siento lo de ahorita, tanto rosa me trastorna o algo.

Vale, había logrado perder a Aaron entre la multitud y volver a encontrarlo no iba a ser fácil. Se elevó un poco sobre sus metatarsos, pero su deplorable altura no le permitió ni siquiera un atisbo que le fuera útil. Suspiró, decidiendo que quedarse cerca del estrado sería lo mejor. Se quedó observando la multitud, viendo que las cosas no iban tan mal después de todo. Suspiró, viendo cómo después de un rato Aimée hacía acto de presencia y anunciaba al ¿sublíder? de los Reaben. Frunció ligeramente el ceño. ¿El líder no había asistido?, ¿dónde estaría? Se apartó un poco cuando la pelirroja prácticamente salió corriendo hacia Caitlín. ¿Pero qué demonios estaba pasando? Mason se oía nervioso. Bastante nervioso, ahora que lo pensaba, y cuando bajó del estrado, su rostro anunciaba que probablemente vomitaría. Pasaron otro veinte minutos y Moira decidió que ya era tiempo de anunciar al siguiente líder.

Subió de nuevo al estrado y de nuevo ignorando la sensación de estar en medio de una cirugía láser cuando la luz cayó sobre ella, se acercó de nuevo al micrófono. Se humedeció los labios con la punta de la lengua antes de escoger sus siguientes palabras, porque en realidad ni siquiera se le ocurría qué decir. Esperó a que el nuevo escudo se formara en el techo, tomó airé y por fin habló. —Damos también la bienvenida a los naranja, a quienes podemos agradecer por habernos dado una buena excusa para por fin renovar por completo nuestra fraternidad. Sin resentimientos o cualquier otra cosa por agregar, le pido a la líder Rebeal, a la Führer, Bonnie Hammerschmidt, que suba a decir unas cuantas apalabras —y suponía que eso era suficiente, así que bajó de ahí en cuanto pudo y se coló entre la multitud.

El tiempo transcurría con mortificante lentitud, no negaría que la llegada de Kiril había hecho amena la velada, pero había algo en aquella fraternidad taqueada de tantos elementos que ella aborrecía que no le permitían tranquilidad absoluta. Suspiró y le dio otro mordisco a su aperitivo, pues ni loca bebería vino rosita, necesitaría más de un litro de ron para sacarse esa mierda del cuerpo y no gracias. Su salud andaba demasiado delicada en esos días como para seguirse emborrachando en los trotes de antes. Observó por un instante a la gente ir y venir, las dos líderes de la fraternidad subir y bajar de la tarima. En algún momento escuchó que la llamaban y arqueó las cejas consternada, Kiril le dio un brusco empujón y entendió que la llamaban.

Subió de mala gana arrastrando los pies por el suelo hasta el estrado. Entrecerró los ojos y tapó el enorme reflector cuando la luz le cegó lastimándole la vista. — Qué mierda… — farfulleó malgeniada sin percatarse que se escuchó por el micrófono. — ¿Esta cagada sirve? — preguntó mirando a la líderes swaney. Escuchó su voz hacer eco en la estancia y se rascó la nuca, se sentía como cordero en carnicería. — Amm, gracias Ass-face y … ¿Aimée? —  no estaba ni segura de como mierda se pronunciaba el nombre de la pelirroja enana. Suspiró con pesadez y miró al público. — Solo no me hagan sacar el bate que tengo debajo de la cama — explicó ella — Bienvenidos bastardos — para su desgracia escuchó el bramido de sus compañeros cuando terminó. Dio un saludo debilucho con la mano y casi corrió para volver a la muchedumbre con Kiril, tenía que salir de esa fraternidad cuanto antes.

Suponía que ese sería el último discurso de la noche, por lo menos ahora ya reconocía de vista a todos los líderes de las fraternidades y su particular personalidad. El popurrí de gente más extraño que hubiera tenido la oportunidad de conocer, aunque eso ya era sólo el alcohol hablando. Incluso sonreía a la nada, entretenida con los colores que se habían dibujado con las luces, así como con el sonido de la música y el soplo del viento. ¿Cuántas bebidas llevaba ya? Bueno, era acertado decir que desde que había empezado la fiesta había estaba tomando, además de que su botella ya estaba por acabarse, por lo que sí hacia cuentas… ¡Que importaba!

Su sonrisa se ensancho al escuchar los ruidos característicos de los Rebeal ante el fin del discurso de su líder, y volvió a tomar su posición. Se sentía alocada y con muchísimas ganas de divertirse, no deseaba que el ritmo de su fiesta interior se acabara tan rápido, por lo que decidió continuar con la reproducción animada que había planeado desde un principio y olvidarse de las cursilerías de despecho y amor. Quería bailar y tenía calor. ¿Hacia calor, no?

Se colocó los audífonos de nueva cuenta sobre la cabeza y se movió al compás de la música, dando leves brinquitos. Feliz de toda la situación.

Escuchó a la líder Nadmean, quién era prima de Bonnie, la recordaba, parecía que lo de liderar y rebelarse venía incluidos en los genes de familia -Mira, parece que no tienes la culpa de ser como eres, todo ese problema tiene que estar enredado en algún gen familiar- ironizó arqueando una ceja y señalando a Kendall -Para que no le pases tu calamidad a tus hijos debes tratar que el tipo quien se sacrifique a estar contigo sea un poco más normal- agregó esta vez con una sonrisa torcida que trató de ocultar metiendo un kanapé en su boca.

Minutos más tarde anunciaron a Bonnie, la miró de reojo y al ver que estaba medio paralizada le dió un empujón, algo brusco, pero muy Kiril, y mientras que la búlgara hablaba y daba la bienvenida, el moreno termin´de comer y rebuscó en sus bolsillos el par de pitillos que había armado antes de llegar, desde que había asistido la última vez en su adolescencia a la estación espacial, se prometió que la proxima vez que estuviése en una habitación antigravedad sería drogado, solo por experimentar, así que cuando Bonnie bajo esperó a que llegase a su lado y le tomó de la mano dirigiéndola a las afueras de la fraternidad -Vamos niña, quiero fumarme un porro y luego a la habitación antigravedad- parecía un niño al cual pronto santa le iba a traer un regalo de lo ansioso y entusiasmado que se veía

Aimée comprendía la perspectiva de su mejor amiga, ni siquiera podía culparla. De hecho, la admiraba. Después de lo que había pasado el poder seguir ahí como si nada hubiera ocurrido con la frente en alto y la sonrisa en los labios. Una muestra de entereza y personalidad tremenda, algo que ella no habría tenido. —Haz lo que quieras, entonces —dijo con suavidad y ligereza, mordiéndose el interior de las mejillas antes de tomar sus hombros y unirse a ella en un abrazo. De todas sus amigas, Cait probablemente era a la única a la que le mostraba ese tipo de afecto. Con Bailee casi siempre era insultarse y luego reír, y con Scar bromear y joderse la una a la otra hasta cansarse. Pero a las tres las quería de una manera particular y estaba agradecida de tenerlas. —Tómate el tiempo que necesites, debo ir a anunciar a Sparks —murmuró, besando su mejilla antes de separarse. Se abrió paso entre la gente hasta llegar al estrado nuevamente, pero uno de los encargados le dijo que el líder de los rojos había abandonado el lugar. Suspiró y aun así tomó el micrófono.

—En ésta noche, las Swaneys nos sentimos emocionadas de tener con nosotros también a la fraternidad Besten. Jóvenes que demuestran con cada una de sus acciones la entereza y el liderazgo que caracterizan a su fraternidad. Les pido a todos brindemos un cálido aplauso al sublíder, Adam Strummer que tiene un mensaje de bienvenida a todos los novicios —comenzó a aplaudir y bajó del estrado, dejándole espacio al que representaría el papel de Will.

Pasó a la mesa de bebidas a tomar una copa de vino rosado y se abrió paso hasta encontrar a uno de sus dos Bestens invitados esa noche. Wilhelm parecía demasiado ocupado con sus amigas Nadmean como para que Aimée le tomara importancia, así que terminó por encontrarse con Nixon, permaneciendo a su lado para esperar el discurso de Adam. —Te me perdiste —murmuró.