× Elections party || Trama Global

Recuerdo del primer mensaje :



La nobleza de los verdes, la dulzura de las rosas, la vanidad morada, el espíritu de los azules, la pasión de los naranjas y la certeza de los rojos. Cualidades y características de cada una de las fraternidades, hermandades legendarias que han sobrevivido a través de los años en la universidad, los últimos círculos que permanecen desde la fundación de Nightove. Todos con un lema, una identidad, un idealismo que les une y les mantiene en pie cada vez más fuertes. No existen dudas del porque han perpetuado en la historia de Nightove. Mas este legado no continuaría sino fuese por los líderes, cada uno elegido minuciosamente con el fin de asegurarse que mantendrán la integridad de la fraternidad y que personifican su espíritu y esencia. Es por esto, que la elección y nombramiento de los mismos se ha convertido más que en una tradición, una celebración, un ritual.

La fiesta más esperada de año, una tradición de Nightove, por fin, había llegado. Una ocasión única donde todas las fraternidades; Reaben, Swaney, Nadmean, Bithaen, Besten y Rebeal, se reunían por un solo motivo, despedir un reinado y darle la bienvenida al siguiente. El salón de eventos fue reservado para dicha fecha, no había gran decoración más que un par de pancartas alusivas a las fraternidades y la principal colgada a la entrada que anunciaba la entrega de llaves a los nuevos líderes de las fraternidades, las mesas habían sido distribuidas a los costados del salón dejando el espacio suficiente en el centro del mismo para situar la pista de baile, una pequeña tarima se dispone al lado de la mesa del DJ para anunciar a los nuevos cabecillas de la universidad. La iluminación es escasa, el lugar se torna visible ante las luces multicolores del DJ y un par de lámparas encendidas. Altas cantidades de alcohol, ponche y drogas pasadas por debajo de las mesas habían causado efecto en los estudiantes que acompañados por el estruendoso equipo de sonido habían disparado el ambiente fiestero entre ellos.

Faltan quince minutos para la media noche, pronto los líderes de fraternidad subirán a la tarima a dar un par de palabras de despedida y a anunciar a sus sucesores y entregarles las llaves de cada universidad como símbolo de liderazgo. La expectativa se genera y se torna densa en el ambiente, se les ve inquieto a un par de nominados, el resto permanecen tranquilos. El salón se mantiene cálido a pesar del frío cortante del exterior, La música golpea contra las paredes de manera estruendosa, la mayoría de los presentes se encuentran de pie, ya sea dándose lote contra las paredes, o chocándose al bailar apretujados en la pista. Cada quién hace de las suyas, las barreras se rompen por una noche, las reglas se disuelven, una noche para perderse, una noche para festejar hasta el amanecer. Pero te sorprenderás, aquí nada nunca es lo que aparenta.



× Todos son bienvenidos a la fiesta sin importar sin pertenecen o no a alguna fraternidad.
× El mínimo de líneas por post es 10 y el máximo 25, queremos hacer esta trama lo más ágil y dinámica posible.
× No hay orden de turno mientras que esperes dos o tres turnos después de tu post antes de volver a contestar para no monopolizar el tema.
× Por cuestiones de agilidad y estética, quedan prohibidas las tablillas de rol.
× Pedimos que únicamente en su primer post coloquen al comienzo, su nombre, el orden en que han posteado y su fraternidad, por ejemplo: “Joanne Marlow, #1, Bithaen.” Este sistema tiene como fin un sorteo que se hará para tomar participación en un suceso dentro de la trama.
× La logia intervendrá en algún momento de la trama, los afectados serán elegidos al azar -por el sistema mencionado anteriormente- por lo cual queremos recordarles que absolutamente todos aquellos que posteen corren el riesgo de ser atacados.
× Sin más roleen mucho y esperamos que se diviertan (:

Y como lo bueno se hace esperar, Drakke llegaba tarde. Pero no por que quisiera, si no porque se había entretenido en el Casino, como siempre. No sabía que tenía ese lugar, que le perdía. En ese sitio las horas se pasaban volando, parecían minutos y siempre se la hacía tarde. Empezaba con las tragaperras, seguía con la ruleta y terminaba con el Pocker. ¡Dios! Drakke amaba el Pocker, y no sabía de dónde le venía esa extraña pasión. El caso era que allí ya conocía a algunos cuarentones y algunas camareras. Se sentía bien y se colocaba. Ésa noche no había sido buena, había perdido unos 50 euros, pero eso iba por los días que ganaba 300. Siempre no se podía ganar, aunque se cabreaba.

Salió de ahí, cambiando el aire caliente por el frío de la calle y aunque ya fuesen las tantas, se encaminó hacia la Universidad. El salón de eventos y las elecciones le reclamaban. Con un poquito de suerte olvidaría la mala suerte del casino y se bebería un par de copas más. Quería ir the lights. Nada serio, aunque cuándo pensaba esas cosas, siempre acababa siendo la noche más loca de todas. Pintaba bien la cosa. La realidad era que le daba bastante igual las elecciones, aunque muy en el fondo le llenaría de orgullo ser él el elegido, aunque jamás lo reconocería.

Y se plantó ahí en medio, aunque la fiesta ya estaba organizada desde hacía horas. Todo el mundo estaba a su rollo, bailando, cantando, abrazándose. Todos parecían amigos y Drakke no pudo evitar poner una cara de asco notable, arrugando la nariz. Odiaba que la gente hiciera el papelón cuando iba borracha. Se dirigió hacia un lateral, dónde se sirvió una copa, poniéndose de puntillas para ver mejor. Seguro que sus colegas andaban por ahí, ¿pero dónde? Los focos le cegaban y las mil luces de colores se metían en sus claros ojos, haciendo que los entrecerrara sutilmente, quedándose practicamente ciego.

Se relamió cuando la vio más de cerca, pero el movimiento de ella, el cual no tenía nada que ver con él, le molestó. Observó con atención como miraba el mensaje que acaba de llevarle y sabiendo que su propio rostro estaría desfigurado ante la molestia de lo que este decía se alejó cruzándose de brazos. Era la nueva líder. Nunca le había importado en lo más mínimo esta estupidez que hacía que el ego se les subiera a las nubes, más aún cuando se trataba de fraternidades exclusivamente masculinas, por lo que esta nueva noticia no lo contentaba para nada- Entonces es hora de tomar tu primera decisión como líder –dijo con un tono plagado de asco ante lo último mientras volvía a mirarla de pies a cabeza como si la estuviera midiendo, comprobando cada paso y movimiento de ella.

- ¿Te quedas y descubrimos aquello delo que somos capaces de crear juntos o te vas y te reúnes con el montón de líderes de las otras fraternidades, intentando escapar de ver quién se luce más, con la idea de que ninguno quiere ser líder cuando en realidad de morían de ganas de ocupar ese puesto más que nadie? –se alejó otro paso dándole el espacio para que se fuer si así lo quería, espacio que era estúpido cuando él sabía perfectamente que si ella decidía largarse, él se lo impediría en el mismo acto. No tenía ánimos de mandar a la mierda un plan que estaba marchando tan bien. No era imbécil, sabía muy bien lo que significaban las miradas y los gestos que la chica quizás sin darse cuenta comenzaba a dejar libres y eso lo utilizaría y sería esta noche- Nada demasiado complicado de decidir.

Las advertencias fueron dadas Evesham, no han sido cuidadosos, han tomado nuestras palabras como promesas inverosímiles. Les arrebatamos a una de las suyas, estamos sedientos Evesham, queremos más ¿Creen que esto es un juego? nos han dado otra opción, tal vez si lo sea.

Un precioso retrato para aquella noche, ella era la única, la más hermosa, el blanco perfecto para aquel aberrante arte. Un cuerpo inerte que yace en la nieve; los ojos de esta hermosa pelirroja carecen de brillo y conservan el terror de la muerte en su último hálito. Sublime, su piel de porcelana tan blanca como la nieve a su alrededor que hoy se ve manchada por los rastros de su lucha, carmín, como la sangre seca en sus mejillas. Exquisita es la manera en que los grabados de esta muchacha han profanado la blancura de su piel, vulgar su redención en los matices de sus cabellos. Dagas han sido minuciosamente arrematadas en la carne, la más mortífera en su corazón, la responsable del letargo eterno en el que ha sido sumergida.

Sus restos reposan a las afueras del salón, esperando en un finísimo silencio a ser encontrados. Pasos se escuchan a la lejanía, el fin encontrará su propósito. Una víctima, un espíritu joven, un alma perdida, el holocausto perfecto, Molly Elizabeth Fryer.

Las palabras del chico resonaban en su cabeza como una clara invitación a lo desconocido, pero al mismo tiempo interesante, nunca había sido una chica de flores y corazones, siempre le había gustado lo oscuro y misterioso, y la percepción que le daba él era justamente esa, todo lo que ella ha querido degustar, sin embargo, esa parte indomable y rebelde que siempre había estado en ella, le pedía darse su lugar -Lo siento, hay responsabilidades que no puedo dejar pasar- dijo después de un suspiro resignado, alejándose y volviendo a meter en su cartera su teléfono móvil. Justo en ese momento llegó uno de los vigilantes de la universidad sorprendiéndoles y reprendiéndoles, la rubia se excusó diciendo que habían salido a tomar un poco de aire porque no se sentía bien, y que el chico amablemente le acompañó, el guardia asintió observándoles un poco desconfiado, a lo que la rubia aprovechó para devolverse con paso apresurado al salón de eventos.

Sus zapatillas repiqueteaban un poco al momento de tocar el frío suelo de manera firme, su respiración era pesada, el frío y la agitación por el paso, hacía que se fatigara más rápido. Su teléfono móvil volvió a repiquetear en la cartera, el cual de manera distraída sacó y empezó a revisar el mensaje, cuando de repente tropezó con algo que casi le hace caer en la nieve, un grito ahogado, una expresión de shock, su respiración se convertía poco a poco entre más pesada y dificultosa, imágenes recuerdos invadieron su mente; se acercó un poco más al cuerpo yaciente en la nieve y con estupefacción son su mano libre tocó el rojo sangre. Su móvil empezó a repiquetear nuevamente y con paso inestable caminó por la escalatina, la multitud estaba un poco alborotada por el anterior nombramiento, sus compañeras de fraternidad le miraban sonriente y animándole a que subiera al escenario, se posicionó al lado de sus compañeros de universidad, cuando el feedback del micrófono le sacó del shock, rápidamente se posó delante de el -ha... ha... hay un cuerpo de una- suspiró -pelirroja llena de tatuajes y sangre, en la entrada del salón- terminó de decir mirando a todos y estática en su lugar

No se molestó en subir al escenario. No requería a miles de ojos observándole, y mucho menos en su estado. Se mantuvo con Raina el tiempo suficiente para notar el efecto del alcohol, aunque no era tan fuerte como muchas otras veces. Sólo había tomado un par de copas, nada más. La que tenía en mano era la última. O eso se prometió a sí mismo. No quería que nadie cargara con él después, ni tampoco quería depender de nadie. Ya llevaba muchas semanas dependiendo de todo el mundo y no lo necesitaba. Veía a la multitud bailar, emborracharse e incluso drogarse en alguna esquina. Desde su posición se podía analizar absolutamente todo, y uno podía fijarse en los pequeños detalles que delataban a cualquiera. Como aquel tío que estaba haciendo un tráfico de drogas a cambio de cuánto, ¿cien pavos? Chasqueó la lengua. Tendrían que ser mucho más discretos. No había nada sorprendente, ni emocionante. A lo mejor era porque no socializaba con prácticamente nadie, a excepción de su mejor amiga. Sin embargo, el rumbo de la noche supo cambiar drásticamente.

Observó como una rubia -estaba seguro que era la nueva líder swaney- subía al escenario. Parecía agitada y a pesar de la luz, podía notarse la palidez de su rostro. Algo pasaba. Así que prestó atención hasta que terminó por hablar con aquel micrófono. Una pelirroja con tatuajes. Y sangre. Tardó varios segundos en asimilarlo todo, hasta que por fin abrió los ojos. Sólo conocía a una pelirroja con tatuajes, y esa era Molly. Su mejor amiga de la infancia. Su mala influencia. La que le regaló su primer cigarrillo. A la que traicionó cuando no la consoló ante la muerte de su tío. Dejó la copa en la mesa y miró alarmado a Raina. —Tengo que comprobar una cosa— dijo, casi sin aire, y se dirigió entonces a la entrada del salón. La sangre ensuciaba la nieve, el cabello fuego de la chica estaba apagado. Molly estaba muerta. Se puso a su lado, acarició su pómulo. Estaba congelado. No tenía ni idea de cómo reaccionar, qué sentir o cómo actuar. Ni tuvo tiempo a perder los nervios, sólo se quedó con un mal sabor de boca. —Molly...—

¿Qué? Miro estupefacta a la rubia que acababa de subir al escenario, su corazón se detuvo al escuchar pelirroja tatuada, se estrujó como una miserable hoja de papel y escarbó en su pecho. Molly, La búlgara abandonó todo pensamiento, toda razón, se perdió en el tiempo un instante, no supo donde estaba, ni en qué momento, no tuvo la más remota idea de qué hacer. Sus pies se movieron con rapidez sin pensarlo mucho, saltó escenario abajo y aterrizando sobre sus talones, sus tobillos se doblaron pero no sintió dolor, si el alma se le había ido del cuerpo ahora su corazón latía a mil kilómetros por hora. Corrió tan fuerte como pudo, ignoró los gritos, las voces, los brazos que intentaban detenerla, los arañó, los empujó y arrastró muy lejos de ella. Logró atravesar la muchedumbre sedienta de la curiosidad morbosa que les albergaba, todos querían ver la razón de tanta algarabía.

Logró penetrar aquel círculo cerrado de personas, y la vio; el rastro de su sangre en la nieve, teñida del mismo carmín de su cabello; sus ojos celestes seguían abiertos, opacos, carentes de vida; su cuerpo había sido apuñalado un sinfín de veces, nunca con el mismo cuchillo ¿es que habían jugado a tiro al blanco con ella? Las rodillas le temblaban; su amiga, su mejor amiga, su hermana, su compañera de sábanas, su fiel escudera, su cómplice y aliada; Molly, estaba muerta. Alguien estaba arrodillado cerca a ella, los espectadores se acercaron ¿Quiénes eran ellos? ¿Quién era él? Ira de la más pura corrió por sus venas como heroína, se quitó la chaqueta de cuero roída y cubrió el pecho ensartado de la pelirroja. - ¡Aléjate de ella!- dijo dándole un empujón al muchacho que estaba cerca de ella, era William - ¡No la toques Sparks! ¡Que no la toque nadie! - dijo sobre sus rodillas, tenía que protegerla, tenía que hacerlo. Ella hubiera odiado ser expuesta de esa manera, acercó una mano al rostro de Molly y la alejo rápidamente, el pánico seguía vívido en sus ojos, como si lo hubieran disecado cual recordatorio -¡Larguense todos, ella no es un animal de feria! - no sabía si estaba gritando o si susurraba – Ella no es un maldito espectáculo de entretención – masculló en tono amargo por lo bajo, su mandíbula se tensó – Déjenla quieta – les ordenó a todos, las lágrimas lucharon por salir una ganó la batalla, escapó y fue liberada y corrió por sus pómulos y colgó del puente de su nariz, cayendo en una de las mejillas de Molly. Mentira, todo aquello debía ser alguna maldita mentira.

e_é:

Se podría decir que llegaba tarde a la fiesta, pero no era del todo cierto, porque había calculado más o menos la hora justa a la que aparecer para saltarse todo el rollo de los nombramientos de los líderes y sublíderes. En otra época hubiera usado sus encantos y desencantos para trepar, no porque eso fuera lo que ella deseara ya que estaba realmente bien viviendo la fraternidad sin tener que ser la cabeza de turco frente a las autoridades y cuando hubiera problemas con otros lacasitos (por aquello de los colores asociados a cada fraternidad, Freyja se refería así al mundillo), había pensado muchas veces en lanzarse a hacer algo así porque quizás si la veía en lo alto el señor Stratford podría sentirse orgulloso de ella. Claro que ha día de hoy, un año había pasado del accidente y seguir los dictados de su familia le hacía más daño que nunca.
Miraba sus botas altas a medio atar a medida que se acercaba al edificio en el que celebraban el evento. Quizás por esa manía tan suya de estar en su mundo e ir haciendo las cosas a su manera, cuando quiso darse cuenta que había un lío a la entrada ya formaba parte de él. Y ella que pensaba que lo interesante estaba dentro, se encogió de hombros tratando de avanzar pero le era imposible acercarse más a la entrada. Tampoco podía saber por qué narices estaban todos allí. — Mierda, ¿quién ha muerto ya? — preguntó irónicamente, estaba acostumbrada a que la miraran raro, pero que más de medio grupo se girara y casi la asesinara con la mirada era más de lo que esperaba. — ¿Qué coño..? — no terminó la pregunta.

Escuchó los gritos de Bonnie Hammerschmidt, y supo que no debería mirar aquello que había en el centro de la muchedumbre. Pero a veces el morbo humano puede más que la razón y lo hizo. Hubiera querido escapar con alguna de las suyas pero la visión de la joven pelirroja destrozada en el suelo la hizo quedarse completamente paralizada. La última vez que había visto un cadáver era su madre. — Jodida mierda. — susurró, impotente ante aquella visión.

– Que sean dos –Pedí dos cervezas y con ellas aparecieron dos chupitos de regalo. No podía negar que eran generosos en esta universidad, pero no podía olvidar el altercado de hacía unos días en casa, cuando me emborraché y le dí la noche a Olez. Por lo que me controlaría. Bebí mi cerveza e intenté que Chiar no se quedara en las nubes, pensando en el accidente, sus heridas que no había podido disimular, su nerviosismo por si se encontraba a alguien indeseado –que yo sabía que sí deseaba ver– y mil cosas más que le preocupaban en este momento. Era una fiesta, así que esperaba que pasara un rato entretenido, bebiendo, charlando y riendo. Si hiciera falta bailaría, ella sabe que se me da fatal, pero por sacarle una sonrisa sería capaz de dejarme en ridículo delante de toda Nightove.

Durante unos minutos se anunciaron los nuevos líderes de las fraternidades y sonreí divertido– Creo que Bonnie será tu nueva jefa –dije burlón, conocía a la chica y era un torbellino, seguro que tenía madera de Líder. Se veía de lejos que estaba echa para eso. Pero después de las felicitaciones y las sonrisas triunfales de muchos, entró el pánico. La gente empezó a alterarse y a amontonarse en la entrada del salón. Miré confundido a Chiara– ¿Esto no es normal, verdad? –pregunté sin esperar respuesta por que ya la sabía, preocupado por la reacción de la gente. Agarré la mano de la rubia y cuando todos hicieron espacio pude ver el cuerpo de una chica pelirroja que no conocía tirada en el suelo– Jo… der –pronuncié observando el cuerpo. Inconscientemente recordé mis primeros años de vida, a mi madre tirada en el suelo después de una paliza de mi padre. Me quedé paralizado, reviviendo la impotencia que sentía entonces.

Ira, desagrado, molestia y tantas cosas por partes iguales que no había sentido juntas en mucho tiempo y que ahora una simple chica le había provocado en tan solo unos pocos minutos. La miró dejando caer la bolsa contra sus pies, se cruzó de brazos y con un rostro de asco que decía mucho más que si le hubiera dedicado unas cuantas palabras que la hirieran solo por el gusto de verla sufrir. La miró de pies a cabeza y con una sonrisa que no tenía nada de agradable le hizo una reverencia llena de ironía- A sus órdenes –la miró alejarse y tomando la bolsa que él mismo había dejado caer caminó solo unos pasos para apoyarse en un árbol, dejar la biblioteca de lado fuera de sus planes y quedarse a beber allí ignorando completamente que un vigilante pudiera volver a aparecer por esos lados.

Con ayuda de sus llaves destapó una de las botellas de cerveza, la alzó al aire y brindando por la chica que había deshecho sus planes llevó la botella a sus labios y probó el primer trago que pensaba seguir a varios más. Hecho que fue imposible. Un grito, unos pasos, voces fuertes y la idea de que la fiesta se había cambiad de lugar lo hizo colocarse de pie y solo moviendo parte de su tronco y notar perfectamente lo que había pasado. Un cuerpo, al parecer una chica, se había convertido en el motivo de aquella estúpida fiesta que lo había de alguna forma obligado a acudir. Se alzó de hombros y volvió a dejarse caer sobre la nieve, no era su problema, le daba exactamente igual, el porqué y quién era la chica muerta. Quería beber, necesitaba beber e iba a beber.

Solo había una cosa de la que estaba seguro, él sabía muy bien quién había sido el causante de aquella muerte, al igual que la mayoría de las personas de esa universidad, la diferencia es que de alguna forma él necesitaba saber quienes eran parte de ella y quizás, por qué no, ser parte.

- Alla salute! - exclamó, alzando el chupito. - Cin, cin. - añadió, mientras lo chocaba contra el de Neal, desparramando parte del líquido sobre sus pantalones. Lo bebió de un trago, con un extraño aguante. Normalmente un trago de tequila la dejaría con ganas de vomitar, pero aquella noche era como si necesitara soltarse la melena con el alcohol y olvidarse de todo. Dirigió su atención al escenario conforme iban anunciando el nombre de los nuevos líderes y sub-líderes de cada fraternidad. Aplaudió levemente los nombramientos de Emma y Jude, guardando un atento silencio cuando anunciaron finalmente quién lideraría a los Rebeal. Su estómago fue sacudido por un pinchazo de molestia. Bonnie. La persona que más asco le tenía de toda la fraternidad iba a liderarla, acompañada de su camello, que tampoco es que la apreciara mucho. - Menuda fiesta va a ser Rebeal. - pronunció aquella irónica frase con cansancio, insatisfecha con el futuro que le esperaba a la fraternidad, y tal vez a ella con Bonnie al cargo.

Mas pronto otros asuntos requirieron su atención más allá de la cerveza a la que le daba un trago. Casi la escupe al escuchar aquello de que una "pelirroja tatuada". Su corazón comenzó a latir a mil por hora al darse cuenta de que su amiga era la única Rebeal que faltaba en la sala. - Para nada, Neal... - acertó a balbucear, presa del pánico por que la afectada fuera Molly. Echó a correr agarrada de la mano de Dags hacia la entrada del salón, donde decenas de estudiantes se arremolinaban alrededor del cuerpo, impidiéndole ver de quién se trataba. Se abrió paso a empujones, con una fuerza sacada de algún lugar insospechado, y descubrió a Bonnie gritando mientras ocultaba el cuerpo de la vista de los curiosos. Pero no pudo ocultar los mechones de pelo incendiado que manchaban la nieve como un río de sangre. Apretó con fuerza la mano de Neal, pero apenas se podía mantener en pie. Molly, con quien tantas tardes y noches había compartido, estaba muerta. Muerta, delante suya. Se abrazó a Neal, ocultando el rostro contra su hombro. No quería ver nada más, aquella visión ya había sido suficiente. Y sin poder contenerse, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, mientras un par de espasmos recorrían su cuerpo. - No... no puede ser... - murmuraba incansablemente, entre balbuceos incomprensibles.

No era la primera vez que cruzaba palabra con el ahora exlìder Besten, pero no habían sido muchas las ocasiones, ahora dentro de poco él se graduaba y sería todo un profesional, aquellas veces habían sido un par de sonrisas y algunos coqueteos, y esta vez no fue la diferencia salvo que ahora ambos intercambiaban de números de celular. Ella se encontraba de lo más feliz con una sonrisa de satisfacción en su rostro y un brillo especial en sus ojos,, justo estaba terminando de guardar el número de celular cuando de pronto escuchó las palabras "pelirroja" y Tatuajes", sus manos se detuvieron en el táctil de su móvil, su cabeza quedó mirando la pantalla, y su mente estaba tratando de recordar a todas y cada una de las pelirrojas que conocía en su universidad, y ninguna tenía tatuajes más que su mejor amiga, dentro de ella, lo sabía, pero guardaba la esperanza que hubiera otra que ella hasta ahora no hubiera conocido, hasta que escuchó el grito de Bonnie, una espesa lágrima recorrió su mejilla, y cuando por fin sus músculos reaccionaron, caminó rápidamente hasta dónde todos se dirigían.

su mente sólo repetía constantemente "esto no puede estar pasando, esto no puede estar pasando...", dentro de su pecho algo se contrajo, tenía ganas de gritar de rabia y de dolor, pero se contuvo —Ya escucharon todos, alguien vaya en busca de los directores y alguien que llame a la policía — dijo en voz contenida, de forma tan formal y diplomática —Jude! llévate a Bonnie— le dijo al chico de forma discreta, mientras que por su rostro se deslizaban saladas lágrimas sin cesar.

Durante todo el nombramiento el muchacho no se movió de su lugar, ni siquiera al escuchar su propio nombre salir por los enormes parlantes, tan solo se dedicó a celebrar el ascenso al escenario de los nuevos líderes, aplaudiendo y silbando, sobre todo cuando Kendall hizo su aparición como la nueva cabeza de Nadmean. Disfrutó del espectáculo, siempre manteniendo una prudente distancia del escenario, del que se escaparía con la misma excusa que utilizaba cada vez que quería huir de algo; salir a fumar. Y así lo haría, rebuscó en los bolsillos de su jean la cajetilla aplastada y de ella tomó un cigarro que se puso en los labios. Ya había comenzado su avance en la dirección contraria a la que todo el mundo miraba cuando el anuncio de la pelirroja tatuada le dejó estático. Un solo rostro abordó su mente, un solo nombre que había escuchado miles de veces en boca de sus amigas más cercanas. Molly, no podía ser otra. Sus sospechas se confirmaron con la voz que adolorida aullaba por la pérdida.

Bonnie estaba arrodillada junto al cuerpo, fiel protectora de la pelirroja por la que rogaba respeto. Quizá ese fue el motivo que le llevó a Jude a apartar la mirada al instante, sin embargo no se separó del circulo conformado por los curiosos, al que no recordaba haberse acercado. Emma fue quien le sacó de su estupefacción, a pesar de las lágrimas desbordando sus ojos la castaña consiguió actuar con la mayor frialdad posible. Jude asintió e ingresó al centro del círculo, acuclillándose junto a Bonnie. –Tienes que dejarla– musitó. Con el mayor de los cuidados posó la mano sobre la espalda de la chica, tanteando el terreno antes de intentar hacer que se alejara. –Haremos que la saquen de aquí lo más pronto posible– no estaba seguro a quien más se refería cuando dijo haremos, pero en ese preciso instante lo único que buscaba era ofrecerle alguna clase de consuelo.

No se preguntó el porqué de aquel arrebato de Raina por cambiarles las copas, simplemente bebió. La noche era joven y ella también, las copas iban y venían y es por eso que si no la bebía ahora la bebería más tarde. Sin embargo, cuando escuchó a su prima deleitarle con aquéllas palabras a CJ lo entendió todo y se unió a animar a Bonnie a que le diera su merecido. No duró mucho la pelea –y eso había sido una pena- ya que el nombramiento de los nuevos líderes y sublíderes se estaba dando a cabo. Torció la boca a modo de sonrisa triunfante mientras se llenaba de orgullo por haber sido ella la elegida. Al ver las caras de decepción y escuchar algunas protestas de los demás elegidos, tan solo pensó que muchos de ellos eran extremadamente falsos ante tal situación. Todos querían ese nombramiento, sin excepción. Subió al escenario junto a Emma y tan solo pensó que las cosas iban a cambiar, ellas las cambiarían.

Las sorpresas vienen cuando menos te los esperas, tanto las buenas como las malas. La felicidad fue interrumpida por una rubia que a modo de protagonismo, anunció la peor noticia que se le podía dar, a ella y a sus amigas. Un rostro se le apareció en la mente, sólo podía ser ella. Se acercó con rabia hacia la Swaney y la cogió duramente por el antebrazo. – Escucha niña, si esto es una broma no tiene ninguna gracia. – Presionó más el agarro para que le quedara claro que hablaba en serio, pero en cuanto escuchó a Bonnie gritar y vio a Emma salir corriendo, supo que la esperanza que se había creado había sido solo eso, esperanza. Soltó a la rubia y fue detrás de su prima hasta encontrarse con aquella estampa que quedaría grabada siempre en su memoria y en su retina. Asintió al escuchar a su prima recomendarle a Jude que se la llevara y que la alejara de todo esto mientras las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas. Tomó la mano de Emma como consuelo, en ese momento las dos lo necesitaban, pero también necesitaban ser fuertes y afrontar lo que vendría en los próximos minutos y en el futuro. ¿Cambiar las cosas? Ya todo había cambiado. Con la mano todavía sujeta a la de Emma se acercó a Bonnie, no la tocó ya que sabía que podía agobiarse y cerrarse en banda. – Bonnie, nosotras nos encargamos, vete por favor. – Se posicionó por detrás de la cabeza de Molly y con sollozos acarició por última vez su pelo rojo.

No supo bien qué fue lo que le hizo reaccionar. Pude que fueran los gritos de aquella chica exigiendo que se avisara a la policía, quizás Aeryn siendo ácida como siempre incluso en esas circunstancias o el hecho de ver a Chichi abrazándose a su amigo Neal. El caso es que como una autómata de alejó de la escena dando un par de pasos hacia atrás y ya tenía el móvil en la mano. En realidad en aquellos momentos solo había una persona a la que quisiera llamar. — Ashton... — balbuceó sin mucho sentido y en una voz muy baja, pero al fin marcó el número de la policía. Llamar a emergencias habría sido una verdadera gilipollez, por mucho que la mayoría lo deseara era evidente que ya no había nada que hacer por la pelirroja.
Al otro lado el operador hacía las preguntas pertinentes, pero para Freyja era como si hablara con el típico contestador y ella solo respondía lo justo y necesario. — Una chica. En el campus de Nightove, edificio de eventos. No. Está muerta. No lo sabemos. — contestaba sin más una tras otra las preguntas. — Rápido, joder. — fue lo único que añadió cuando ya se habían acabado las preguntas.

Volvió a avanzar los pasos que ella misma había puesto de distancia. Frotó sus propios brazos en un intento vano por calentarse. — Están ya avisados. — murmuró ante las chicas que rodeaban a Molly, al oírlo había recordado que era una Rebeal que conocía de vista. — No deberías tocarla, mierda, quizás tenga encima alguna prueba. — sabía que dijera lo que dijera las amigas de la pelirroja se la comerían, pero el mantenerse callada hacía que le vinieran recuerdos mucho peores que lo que ahora veía ante ella.

La castaña asintió un par de veces al escuchar la amenaza del Besten al cual arrastraba camino al escenario y una vez ahí, se dio cuenta de la deuda en la que Bonnie se había metido. Aborreció los reflectores en su pálido rostro y las miradas nada discretas posadas en todos los ahora presentes sobre la tarima. Menuda mierda. Pensaba en sus adentros hasta que el caminar nervioso de una rubia captó su atención y al escuchar sus palabras frente al micrófono no supo cómo carajos reaccionar. Siguió a Bonnie con la mirada y de un momento a otro ella igualmente ya se hallaba fuera del salón, junto a toda la multitud ante la sádica escena. Sus ojos quedaron en blanco, la sangre enmarcaba la figura de la pelirroja y se resaltaba aún más estando sobre la nieve. Ni siquiera podía creer estar viendo eso realmente. Su rostro palideció muchísimo más de lo normal cuando los gritos de la búlgara resonaron en sus oídos. Sintió como sus extremidades se perdían de un momento a otro, temblaban y no podía controlarlo. Tomó tanto oxígeno como le fue posible, no debía alterarse, no podía hacerlo, no. Caminó como pudo hacia atrás y sin importarle si rompía un centro de mesa y un par de copas, cogió uno de los manteles de las mesas y regresó a la escena.

— Basta. Circulen, mierda. — Su tono de voz era áspero. — Jude, Emma, llévense a Bonnie bien lejos de aquí y denle algo de azúcar, lo va a necesitar. — Enredó sus dedos al mantel color azul claro que tenía consigo antes de cubrir el cadáver sin más. Por simple y puro respeto hacia ella, había que dejarla descansar, un show de imbéciles llorando no iba a rendirle tributo alguno, y justo ahora, en ese preciso instante, Kendall estaba de tan mal humor que podía ahorcar al primer pendejo que se le pusiera en frente. Pero alguien la iba a pagar, alguien iba a saldar cuentas con ella.

Pese a que estaba subido al escenario, en el momento en que su móvil se puso a vibrar, el no tuvo la menor vergüenza de sacarlo y comenzar a revisar los mensajes, fue por esto mismo que casi no le prestó atención a la rubia al momento de hacer su increíble anuncio. Es más, el difícilmente se dio cuenta de que algo pasaba hasta el instante donde el silencio parecía haberse instalado, aun cuando seguía habiendo música y ruido. Comenzó a mirar alrededor y todos parecían dirigirse al mismo punto, cuando comprendo que la fiesta había sido terminada por alguna cosa, y pese a que poco le importaba, el humano peca de ser un curioso irremediable. Así que sin mucha prisa se bajó del escenario caminado hacia la conmoción.

Cuando logro llevar hasta la parte de atrás del gran congreso de curiosos, trató de ver por encima, pero era demasiada la gente allí, así que atrapo a quien más cerca le quedaba por el brazo y la hizo girarse. Resultó ser una pequeña niña, el terror parecía desdibujar sus facciones, y el solo pudo corresponder con una mueca de fastidio ante tal despliegue de dramatismo - ¿Qué coño es lo que todo el mundo quiere ver? – su poco tacto causo que la niña lo mirase de manera incrédula, y que un par de personas también se volteasen a verlo, y como al cría parecía no poder hablar si quiera, fue una de estas personas la que contesto, que había aparecido alguien muerto, y mencionó también sobre pelirroja y tatuajes. Sacudió la cabeza a la vez que soltaba a la chica y dio unos pasos atrás, con un gesto de disconformidad en su boca. Y la frase ¿Qué mierda? Resonado en su cabeza, trato de conectar a alguien con la descripción, pero uno no va por ahí imaginándose a personas que mueren, si es que eso era lo que realmente había pasado. Suspiro, quedándose allí atrás mientras los gritos y órdenes llegaban hasta el de forma inteligible, y sacó un cigarro de su bolsillo, encendiéndolo y comenzando a consumirlo. Si realmente había alguien muerto no creía que a alguien le importara que estuviese fumando, y tampoco era como que pudiese salir, porque obviamente estaban todas esas personas tapando la entrada.